DE LA CRISIS A LA OPORTUNIDAD

AHORA que el país atraviesa por este temporal lluvioso, de llenas y desbordamiento de ríos, con una decena de compatriotas que han perdido la vida, damnificados y menoscabo a la infraestructura y la economía familiar en varias zonas vulnerables de la geografía nacional, veamos no tanto los colosales daños sufridos durante aquella tragedia de proporciones bíblicas que azotó el siglo pasado, sino como la unidad del pueblo, haciendo acopio de su espíritu de supervivencia, luchando por su subsistencia, pudo convertir la desgracia en oportunidad. La primera gestión del gobierno hondureño a la administración norteamericana consistió en que otorgara un estatus especial a los compatriotas inmigrantes para permanecer y trabajar legalmente, y una moratoria a las deportaciones como medida humanitaria.

Las remesas que para aquellos días apenas alcanzaban unos cientos de miles de dólares, virtud de la mayor seguridad brindada a los hondureños residentes en Estados Unidos, fueron creciendo exponencialmente hasta alcanzar los montos de ahora, que alcanzan los $4 mil 800 millones al año. Ello equivale a 117 mil millones de lempiras. El mayor soporte a las reservas internacionales y la fuente de ingresos de cientos de miles de familias que le reducen al país los índices de pobreza. El otro gran éxito fue introducir al país a la iniciativa de los países altamente endeudados. Iniciar el proceso de perdón de la gigantesca deuda –que le tragaba al fisco la cuarta parte de sus ingresos– bajo el compromiso que los recursos serían invertidos en un Plan de Reducción de la Pobreza. Si bien las administraciones que se beneficiaron de esos fondos los gastaron en otros menesteres, con el borrón y cuenta nueva Honduras quedó nuevamente habilitada a recibir financiamiento concesional del exterior. De allá para acá, todas las administraciones han ido supliendo los vacíos presupuestarios con esos préstamos, que constituyen el otro soporte fuerte a la economía. Otro logro importante fue la ampliación de los incentivos de la Cuenca del Caribe, que normaban la entrada de los artículos que el país exportaba al gran mercado norteamericano. El NAFTA había superado los beneficios iniciales del tratado y las maquilas se estaban mudando hacia allá. La iniciativa ampliada devolvió la ventaja a nuestro país, impulsando nuevamente el sector de las maquilas que emplea cientos de miles de trabajadores.

Pero además, hay que recordar que el convenio solo era en una vía, o sea favorable a Honduras, ya que bajo su amparo podía ingresar libre de gravámenes todos sus productos exportados. Cuando años después lo sustituyeron por un Tratado de Libre Comercio, el intercambio fue establecido en ambas vías, obligando a Honduras reducir sus aranceles a las importaciones procedentes de aquel país. La producción nacional en el campo y las actividades agroindustriales quedaron pobremente protegidas. Los ejemplos anteriores, solo son algunos de los beneficios que produjo la oportunidad. Algo que hubiese sido imposible obtener en este ambiente que prevalece en la actualidad, cuando se instiga la división y no la unidad de la sociedad, el odio y los ataques y no la armonía y la concordia, la intransigencia y no la negociación política que permita alcanzar acuerdos en aras de los superiores intereses del país. Si no se revierten esas actitudes malsanas y se recuperan esos valores perdidos, no hay forma que el país levante cabeza.