La rebelión de los padres

Por Mario E. Fumero

Los padres tienen la patria potestad sobre sus hijos según la Constitución de Honduras, y tienen el derecho a criarlos dentro del marco de sus valores, y de acuerdo a los factores de su cultura. Nadie puede intervenir en la forma en que los padres educan a sus hijos, siempre y cuando estos no abusen físicamente de ellos, ni los exploten, y cumplan los derechos del niño. Pero cuando hablamos de derechos del niño, ¿a qué nos referimos? A los 6 principios básicos que son: 1- No a la discriminación, 2- El derecho a la educación, 3- El derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo, 4- La participación: los menores de edad tienen derecho a ser consultados sobre las situaciones que les afecten y a que sus opiniones sean tomadas en cuenta, 5- El derecho a la vivienda digna, 6- El derecho a la familia. Sin embargo, en los últimos años se han añadido dos más, proclamado por los organismos internacionales, que son el derecho a la libre circulación y asociación, y a la elección del género.

En muchos países los padres se han revelado contra el Estado, cuando estos quieren imponer dentro del plan de enseñanza, la ideología del género. Hay padres que han decidido no mandar sus hijos a las escuelas públicas, y optar por las escuelas privadas que tienen valores cristianos, para que no le contaminen la mente de sus hijos con tan aberrante corriente. Cuando las escuelas privadas no son permitidas, los padres optan por el derecho a educarlos en sus casas, y así evitar que le laven el cerebro con esa corriente que se está imponiendo como norma de conducta, y que trata de convertir al niño en un ser que tiene el derecho de cambiar su naturaleza biológica.

Creo que ha llegado el momento de que los padres, con principios cristianos, deben defender sus derechos en cuando a no permitir que se imponga la ideología del género, dentro de los planes de estudios en las escuelas públicas. ¿Cómo es posible que una minoría que no llega ni al 6%, imponga su ideología del género y sus caprichos al 94% de las familias con principios cristianos? En una democracia no se debe permitir que la minoría se imponga sobre la mayoría. Esto no quiere decir que debemos prohibir a los que quieren vivir impúdicamente su derecho a hacer con sus vidas lo que les dé la gana, pero tampoco podemos tolerar que impongan sus ideas a la mayoría usando para ello los medios legales.

Es tiempo en que los cristianos católicos y evangélicos, y los que creemos en el fundamento de la familia, levantemos nuestra voz, y de forma firme y pública defendamos el derecho de educar a nuestros hijos dentro de los parámetros de nuestra fe, y de acuerdo a los valores establecidos por la misma naturaleza biológica. Ya está bueno, de que una simple minoría imponga su estilo de vida como fórmula social y educativa. Ser tolerante no quiere decir ser permisivo. Yo tolero que hagas lo que te dé la gana con tu vida, pero no puedes obligarme a aceptarlo y vivirlo, y mucho menos que acepte y apruebe tu estilo de vida en mi hogar y mi familia. Tú tienes el mismo derecho que yo tengo, de la misma forma en que yo no te puedo imponer mis principios, tampoco tú me puedes imponer los tuyos.

El debate está servido, si callamos, la conspiración de los que quieren destruir la familia prevalecerá, si luchamos, alzando nuestra voz, lograremos establecer un freno a tan poderosa conspiración mundial. Es tiempo de defender los valores, porque solo existen dos opciones: o los grupos LGTB nos devoraran, y tendremos un mundo sodomizado ante el silencio y complicidad de la mayoría de los cristianos, o hacemos un frente unido para que las autoridades sientan la presión de una mayoría que quiere evitar un caos social y la destrucción total de la familia.

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