Los pecados financieros capitales

Por: Ing. Francisco Morales h.

¿Pecados en las finanzas?, pero ¿de qué se trata esto?, si al leer el artículo comienza por cuestionarlo y/o cuestionarse usted mismo comenzamos con pie derecho.

Así como existen los pecados del mundo también existen los pecados financieros capitales y de esos mencionaremos solo algunos porque son muchos.

Si nos adentramos un poco en el tema de finanzas personales nos daremos cuenta de que es un tema no tanto numérico sino de una creencia de vida personal y digo personal y no profesional porque se da el muy común caso de excelentes profesionales que mantienen en un óptimo estado las finanzas de su empresa, en donde llevan a detalle el registro de sus ingresos y gastos, multiplicando los ingresos y disminuyendo los gastos para generar un atractivo e incremental rendimiento; sin embargo en sus finanzas personales son incapaces de llevar tan siquiera su propio presupuesto, lo que nos lleva al primer pecado capital que mencionaremos: La pereza.

¡Qué pereza llevar un control de mis gastos!, ¿para qué si de todos modos no me llevaré nada de esta vida? ¿Ahorrar? ¡En serio! y ¿porqué? Es un pecado y capital saber cómo hacer las cosas y por pura pereza o dejadez dejar de hacerlas, es desperdiciar un talento si sabe cómo hacerlo y una oportunidad de mejora si lo desconoce. Si usted no sabe en qué gasta su dinero, entonces no tiene un control de sus gastos, de ahí que sus ahorros son inexistentes al igual que sus inversiones y así lo más certero es que termine endeudándose para sufragar su gasto corriente, seguro camino a la pobreza.

Pero, si el lector es acucioso bien podría pensar: “la pobreza no es pecado, porque bien dicen que los pobres heredarán el reino de los cielos”, pero, y vale la pena la aclaración, en este caso, se hace referencia a los pobres de espíritu no a los pobres de bolsillo, pobres por su propia negligencia; conceptos totalmente apartes uno del otro.

La avaricia, lo que veo lo quiero porque me lo merezco. El afán de tenerlo todo sin importar cómo, ya sea gastando el sueldo entero, comprando vía préstamos y endeudándose usando tarjetas de crédito, que dista de poder pagarlas en su totalidad o peor aun cometiendo ilícitos, lo llevarán al camino de la perdición financiera y recuerde que no hay deuda que no se pague, ni plazo que no se cumpla, así que ¡cuidado a la hora de gastar lo que no tiene por algo que realmente no necesita! La riqueza no es apariencia sino realidad.

La soberbia: “Hoy por mí y mañana también” En ocasiones, las personas que enfrentan problemas financieros no se atreven a aceptarlos y tienden a disfrazarlos. No enfrentar los problemas de dinero y seguir una vida cuyos lujos no puede cubrir, ocasionará que el problema financiero siga creciendo hasta alcanzar dimensiones insostenibles y es ahí cuando el castillo de papel comienza a derrumbarse llevándose todo a su paso, inclusive la felicidad que es a su vez una falsedad, pues es construida a base de mentiras.

La envidia: Deseo de hacer o tener lo que otra persona tiene o hace. Hay personas que piensan por ejemplo: “si mi vecino cambia de carro cada dos años, yo también”, “si mis amigos viajan cada año pues yo también”, o “debo de matricular a mis hijos en una escuela cara, por estatus y relaciones tanto de ellos como mías” y un sinnúmero más de ejemplos a este respecto.

Al hablar de envidia, deseando lo que el otro tiene; me viene a la mente, la ocasión en que, en una clase de la maestría, al realizar un examen de 20 preguntas de verdadero y falso; el maestro salió del aula pronunciando las siguientes palabras: “mientras yo no esté, pueden consultar sus libros o consultar las respuestas entre ustedes, cuando yo regrese quiero silencio, saldré por 20 minutos”.

Dejaré a la imaginación del amable lector lo que sucedió en el transcurso de esos 20 cortos minutos. Cuando el maestro regresó, hubo silencio, y continuó el examen hasta que cada uno lo entregó.

Cuando después de un tiempo, a la hora de la revisión, el maestro dijo: me tome la molestia de darle un examen diferente a cada uno, espero no hayan utilizado los 20 minutos para averiguar las respuestas del otro. Este examen es un reflejo de la vida, de nada sirve copiar a otro porque la vida nos presenta un examen diferente a cada uno y espero se den cuenta de ello aquí en el aula, pues les será más fácil y sino, sumamente duro si se dan cuenta en su propia vida. El querer lo que el otro tiene no es más que un ejercicio de banalidad.

¡No peque más financieramente!