La vida a bordo de una furgoneta acondicionada

La típica jornada «de casa al trabajo y del trabajo a casa» no es para ellos. Jóvenes, eligieron una vida nómada y flexible a bordo de una furgoneta acondicionada para disfrutar de su «jardín infinito», pese a las dificultades diarias.

La furgoneta de los franceses Tifenn, Kevin y su perro Bidule («cosa»), se parece a un estudio. Cinco ventanas, una cama con vistas, una mesa, una pequeña cocina y una ducha-lavabo.

Dos paneles solares en el techo les proporcionan autonomía eléctrica, cuentan también con un depósito de agua de 170 litros e incluso una «lavadora».

«Utilizamos una técnica de los kayakistas: un bidón, piedras y agua. Cuando circulamos, las vibraciones lavan la ropa», explica Kevin Laurent, de 25 años, al borde del magnífico lago de Saint Guérin, en los Alpes franceses.

«Nuestro alquiler es la gasolina», resume. En su estantería, destaca un libro que lleva por título «Cero residuos» y una máxima de Séneca: «Apresúrate a vivir bien y piensa que cada día es por sí solo una vida».

La pareja se toma su tiempo, no viaja lejos, va de excursión, monta en bici. En invierno, trabajan como camareros en una estación de esquí, 70 horas por semana, para poder vivir de esta forma el resto del año.

«Se trata de gastar menos para trabajar menos», resume Kevin.

– «Inventar su vida» –

Clémence Polge y Thomas tienen 35 y 34 años. Hace un año y medio, lo abandonaron todo. Su apartamento, ella su contrato laboral.

Desde entonces, su vida se reduce a «lo esencial» en la caravana bautizada «Teniente»: «Solo tenemos un retrete seco, no hay gas ni agua». Su única necesidad indispensable: un abono mensual a internet de 80 gigas, puesto que ambos trabajan desde su pequeña morada. Él como traductor-redactor, ella como grafista y arquitecta de interior.

La pareja integra los llamados «nómadas digitales», una categoría en pleno auge.

«Quería dejar atrás la fórmula metro, trabajo y a dormir y no estar sentado en una silla de 9h a 17h. Buscaba mi propio ritmo», asegura por su parte Florian, de 27 años, grafista, rumbo a Grecia.

«Para los jóvenes, la idea de una carrera profesional es prehistórica, la mayoría rechaza esta idea. La relación con el trabajo ha cambiado, este no debe ocupar toda la vida», analiza Michel Fice, sociólogo experto en la juventud.

Es también una consecuencia de «la crisis», «la precariedad laboral» y el «individualismo obligado que atribuye a cada uno la responsabilidad de inventar su vida».

– Unidos en las redes –

La tendencia, llegada de América del Norte, está ganando terreno en Francia, como lo demuestran las cifras de ventas de furgonetas acondicionadas: Estas «solo representaban el 7% de las matriculaciones de las caravanas en 2007, frente a 30% actualmente», según la Unión de Vehículos de Ocio, la UNI VDL.

Las redes sociales contribuyen claramente a su éxito. Por ejemplo, con el hashtag #vanlife y sus fotos envidiables. Algunas de estas publicaciones son remuneradas por las marcas.

El aspecto comunitario desempeña también un papel determinante: se comparten los mejores lugares para aparcar como en park4night.com, así como informaciones sobre bricolaje.

Clémence creó incluso un «colectivo Instagram»: «Nos une una voluntad de abordar la vida de forma diferente», asegura.

«No es que se rechace la sociedad o el sedentarismo, es simplemente una manera de probar otra cosa», dice Clara, pareja de Florian.

Ninguno de ellos cierra totalmente la puerta a un eventual retorno a su vida anterior.

Y es que este modo de vivir aparentemente idílico también tiene sus días de lluvia, duchas frías, promiscuidad en pocos metros cuadrados, muchas horas empleadas en buscar un sitio para aparcar, averías…

«Pero nuestro jardín es infinito», sonríe Florian.