Lucho Gatica en Honduras

Ricardo-Alonso Flores.

Hace varios años, una sobrina mía, Luisa Julia Barahona Flores, sorpresivamente me pregunta que quién fue Lucho Gatica. Rápidamente le hablé de su vida, pero fue muy poco lo que le pude decir.

Rancagua es una ciudad en el centro de Chile, muy bonita por cierto y es muy famosa porque está muy cerca de la famosa mina de cobre “El Teniente”, de una gran producción del metal. Allí nació un 11 de agosto de 1928, el famoso cantante Lucho Gatica, quien por más de medio siglo se convirtió en el trovador del romanticismo, interpretando boleros que han trascendido por el mundo.

Sus principios no fueron fáciles, porque no terminaba por decidirse a cantar y hace tímidos intentos, hasta que llega a Santiago y se encuentra con personas que vieron en él a una futura estrella.

No era necesario conocerlo personalmente para sentir el profundo significado de sus canciones. Bastaba con oírlo para darse cuenta que estábamos ante alguien que rendía pleitesía al romanticismo.

En esos tiempos, no era muy frecuente que una gran estrella norteamericana, como lo era Elvis Presley, recibiese a un artista latinoamericano. Lucho lo logró.

Mi generación así lo percibió y cuando alguien tenía entre 15 y 18 años, Lucho Gatica no nos era indiferente. A esto contribuyó la Emisora HRP1 de San Pedro Sula, que cada domingo tenía un programa a las doce del día llamado “Concierto de Amor”, en el que alternaba a Lucho, con otro chileno que también estaba en boga, Antonio Prieto, quien llega en 1959 a la ciudad industrial, con motivo de la inauguración de una fábrica de refrescos.

Llegamos a 1989, vísperas de las elecciones presidenciales y los dirigentes del Partido Nacional, querían homenajear a su candidato, Rafael Leonardo Callejas, con motivo de su cumpleaños. Se quería hacer algo fuera de serie y para ello, el comité organizador barajó entre las varias opciones a qué cantante traerían para esa fecha.

No faltó el nombre de Celia Cruz, la guarachera de Cuba, junto a otros famosos artistas de la época. René Arturo Bendaña, excompañero de estudios de Rafael Leonardo en la Universidad de Missouri, donde ambos se gradúan de Licenciados en Economía Agrícola, sugiriera el nombre de Lucho Gatica.

Portada de un disco de larga duración del gran artista chileno.

Y no fue al azar, porque él sabía que a Callejas le gustaba la música del chileno y se aceptó su propuesta. Era el mes de noviembre de 1989 y llega Lucho a San Pedro Sula, siendo recibido en el aeropuerto Villeda Morales por René Arturo Bendaña, quien me contó que, al momento de llenar su ficha migratoria, Lucho olvidó deliberadamente poner su fecha de nacimiento. Percatándose de ello el funcionario de Migración le preguntó sobre el particular, a lo que el artista le respondió “póngale la que usted quiera”.

Ya instalado en la ciudad, se me pide que, si puedo trasladar al cantante a su sitio de ensayo, que no era otro que un centro de baile, camino al aeropuerto, nada de lujo, pero donde había espacio para la orquesta, con la que tenía que afinar detalles para su actuación.

Es así como comienzo a preguntarle muchas cosas de su vida, porque su trato lo permitía. No era nada soberbio a pesar de su fama. Más bien, le gustaba saber que en Honduras se le conocía. Me pide que le enseñe algunos lugares atractivos de la ciudad y así recorrimos distintos sitios que parecieron interesarle.

Yo, mientras tanto, con enorme curiosidad le preguntaba varias cosas de su vida. Sabía que se había casado con Mapita Cortés, sobrina de la célebre Mappy Cortés, nacida ambas en Puerto Rico.

Pero hubo un momento, cuando me pregunta, qué canción de él me gustaba especialmente a mí, por lo que le dije que todas. Lucho insistió que le diera un solo nombre fue el de “Las muchachas de la Plaza España”.

Antes de esta ocasión, yo había estado en Roma y me impresioné mucho cuando visité esa céntrica zona, precisamente porque en la Plaza España estaba una enorme escalera que conducía a la iglesia de la Trinidad del Monte y en primavera y verano, cientos de jovencitas rumanas se sentaban en aquellos escalones, constituyendo un espectáculo singular.

Pasan los meses, llegando yo a Madrid a ocupar el cargo de Ministro en la Embajada en España y a principios de 1991 aparece Lucho Gatica en nuestra Misión Diplomática, ubicada entonces en Rosario Pino 4, preguntando, por el embajador Bendaña. Me sorprende mucho cuando me dice mi nombre, Ricardo Alonso, volviendo a entablar una agradable conversación.

El embajador Bendaña, me cuenta después, que Lucho coincide con la visita de Estado que efectúa el presidente Callejas en 1990, hospedándose en el Palacio de El Pardo, que por muchos años fuera la residencia del General Francisco Franco, quien por cerca de 40 años ocupó la jefatura de Estado de España. A su muerte, fue convertida en residencia de los reyes, emperadores y presidentes que hacían visitas oficiales a España.

La visita de Estado que efectuó el presidente Callejas a España en 1990, tuvo una característica ya un tanto en desuso y es que los mandatarios permanecían varios días en el país, recibían una recepción en el Palacio de Oriente, también conocido como Palacio Real.

Con el presidente Sebastián Piñera, durante su primer período presidencial.

Generalmente, se ofrecía la recepción de reciprocidad, a la que asistían autoridades del país anfitrión, miembros de la colonia residentes en España, Cuerpo Diplomático e invitados especiales.

El jefe de nuestra Misión Diplomática, sabiendo que Lucho Gatica continuaba en Madrid, lo invitó por medio de la siempre y destacada diplomática Iris Ponce, ahora en París y fue así como el cantante chileno, que sentía mucha simpatía por Honduras acudió al Palacio de El Pardo.

Terminada la estadía de Callejas, Lucho seguía visitando nuestra Embajada y un día el embajador Bendaña lo invita a almorzar en un conocido restaurante vasco, cuando el dueño del local, llama discretamente al licenciado Bendaña, para pedirle si le podía presentar a Lucho Gatica.

Sin dudarlo lo hace y el propietario del restaurante, se explaya diciendo que con una canción de Lucho Gatica, había enamorado a su entonces novia, posteriormente su esposa y que se sentía más que halagado de poder tenerlo en su negocio.

Lucho también se emocionó ante esa confesión, pero el más sorprendido de todos fue el licenciado Bendaña, quien pocos días después, recibe un voluminoso regalo, nada menos que seis cajas de un excelente digestivo, producido por el dueño del restaurante, que generosamente reparte entre los Miembros de la Misión Diplomática.

Liliana de Bendaña, junto a sus hijas María Alejandra y María Fernanda, con Lucho Gatica en la recepción en honor al presidente Callejas.

El cantante, nos dijo en un momento que él había llegado a Madrid a rejuvenecer el bolero, pero ante el enorme éxito que había tenido en la capital española, también se sentía rejuvenecido cuando veía que tantos asistentes a sus conciertos se sentían identificados con su música.

El cantante Gatica, estudió con una Orden religiosa dedicada por completo a la educación, los Hermanos Maristas, fundados por Marcelino Champagnat, padre marista francés, que se ha extendido por distintas partes del mundo.

De su carrera artística no se puede separar la figura de su hermano Arturo, algunos años mayor que él, quien la impulsa decididamente hasta colocarlo en un grupo ya bastante conocido de artistas en la capital chilena.

Pero entonces llega uno de los grandes locutores de Chile de todos los tiempos, Raúl Matas, quien es muy importante en su lanzamiento a la fama.

Yo, de niño escuchaba WRUL, de Nueva York y descubro la voz muy singular de un locutor chileno, que casualmente es Raúl Matas, a quien escribía pidiéndole melodías. Él gentilmente mencionaba mi nombre y me ponía en el aire una canción.

Al principio de los años sesentas, casualmente me entero que está trabajando en una radioemisora de Madrid con su famosísimo programa “Discomanía”, que había iniciado en Chile en Radio Minería, posteriormente en Nueva York y luego en la capital española.

Rancagua, ciudad natal de Lucho Gatica.

Años después, en Miami, él estaba en un nuevo programa ya en la televisión al que denominó “Estamos unidos”, que reunía artistas de todo el continente. Raúl Matas murió hace pocos años, pero esto es un tributo a su memoria también.

En un momento de su vida, Lucho Gatica tuvo que buscar una profesión, antes de ser cantante y se inscribe en Rancagua en un curso para ser mecánico dental, carrera que concluye, pero ya siendo artista famoso no le prestó mayor atención, al grado qué cuando su hermano Arturo le entrega el diploma, él no lo firma. No lo necesitaba.

También conoce en Santiago de Chile a Olga Guillot, quien ya era artista consagrada, que le dio un gran impulso al todavía joven prospecto chileno.

Más tarde, México es el lugar desde donde Gatica desarrolla la mejor parte de su herencia musical. Su dilatada carrera tiene a la capital mexicana como punto de partida y es allí donde pasa muchos años hasta que un día el corazón, ese referente amoroso del que todo mundo habla y en el que Lucho había influido tanto en miles de parejas del mundo, con sus románticos boleros, le pasa factura y lo hace morir de un infarto.

Dejó de ser humano, para entrar en la leyenda. Lucho Gatica estuvo presente durante muchos años en varias generaciones como por lo que hay que rendirle un tributo de admiración y diría yo que también de agradecimiento, porque sus canciones son parte de nuestra vida y de los recuerdos que llevaremos permanentemente.

Güichi, allí tiene la respuesta.