Madre soltera, ejemplo de valentía, tras ser víctima de proxenetas

Por: Carolina Fuentes
Fotos: Omar Banegas

A Viviana la drogaron, fue violada por decenas de hombres, intentaron degollarla y casi la venden por 3,000 lempiras al dueño de un prostíbulo. Aceptó un trabajo de mesera en un centro nocturno de Comayagüela, sin sospechar que el negocio clandestino era administrado por traficantes de personas.

Esa amarga experiencia, sin embargo, no la hundió. Después de recibir atención integral durante dos meses, en un refugio para mujeres víctimas de la violencia, esta madre soltera de tres hijos lucha por superar el trauma vivido, dispuesta a salir adelante, sin temores, por lo que LA TRIBUNA comparte su ejemplar historia hoy, que se festeja el Día de la Mujer en Honduras.

“Iba a ganar 300 la noche por tres días, porque supuestamente era la inauguración de ese lugar; yo dije, de ahí, de esos 300 hago 900 en esos tres días, compro la lechita de mi bebé, compro un cartón de huevos, frijoles, arroz…”, recuerda la joven.

Para recuperar el trauma de haber sido explotada sexualmente, la joven recibe terapia ocupacional.

NEGOCIO CLANDESTINO

El primer día de trabajo, al estar en el local de concreto, pero sin rótulo, un hombre de ruda apariencia le abrió la puerta y lo primero que vio fue un salón iluminado por focos rojizos. Entre las penumbras, otras mujeres con diminutas ropas brillantes bailaban al ritmo del “reggaeton”.

Viviana se sentía inquieta al percibir la mirada morbosa de los primeros hombres que comenzaron a pedirle alcohol y bocadillos, sin embargo, su mejor amiga la había recomendado para la vacante y por eso pasó por alto su propio temor.

“Era como un nigth club, había unos dormitorios detrás del patio, y había barras donde llegaban narcotraficantes, todo tipo de personas malas…”, describe, a ratos con la voz desafinada y la mirada perdida en esas imágenes que le hacen revivir el pánico.

Cuando por fin pasaron los tres días de trabajo y tenían que pagarle los 900 lempiras acordados, un hombre le colocó un arma en la cabeza, cerró el local y “me dijeron callate, me pusieron un trapo en la boca, luego me pusieron un elástico para inyectarme por intravenosa y empecé a sentirme débil, frágil, estaba alucinando cosas horribles…”.

Antes de desmayarse, Viviana observó a su mejor amiga recibir varios billetes de quinientos lempiras de manos de uno de los encargados del bar.

“En ese momento sentí cuando estaban abusando sexualmente de mí, yo empecé a arañar a la persona y él me empezó a dar golpes en la cabeza, en la boca y apretaba mi cuello fuertemente y me decía: si no te dejás perra, aquí te morís”, relata Viviana. Mientras habla, sus manos tiemblan y su mandíbula también, pero respira hondo para impedir que sus palabras se transformen en llanto.

Luego, casi entre sollozos, agrega que “y yo le dije okey okey, ¡no me hagás daño!, porque yo quiero sobrevivir para mis hijos”.

Esta fotografía adorna la pared de un refugio para mujeres y es un grato recuerdo de un paseo en el que las víctimas de la violencia olvidaron sus penas.

DROGADA CON MORFINA

Durante más de un mes, a Viviana le inyectaron morfina, sin embargo, un día fingió estar drogada para no recibir una nueva dósis de la droga.

“Gracias a Dios estoy viva, porque a mí me iban a vender a otra persona…una mujer quería venderme, entonces ya estaban a punto de comprarme, allí fue donde yo agarré fuerzas y dije: Dios conmigo, ¿quién contra mí?”.

Mientras el cliente regateaba con la proxeneta los 3,000 lempiras que pagaría por la muchacha, esta aprovechó para correr hacia el baño y cerrar la puerta con llave.

“Me pasaron la navaja y no me cortaron, gracias a Dios, entonces yo corrí al baño, yo andaba un teléfono pequeño y llamé al 911, yo di las características del negocio y gracias a Dios en 15 minutos fue mi rescate”, relata la joven madre, con una sonrisa.

¿No le importó arriesgar su vida?, se le pregunta a Viviana, quien contesta con firmeza: “No, porque no solo yo era la víctima, allí había menores de edad”. Recuerda que en el lugar permanecían raptadas unas 15 mujeres más, entre ellas algunas obligadas a trabajar como “reclutadoras” de adolescentes.

Desde hace dos meses permanece en un refugio para mujeres víctimas de la violencia, junto a sus hijos, donde le brindan asistencia psicológica, terapia ocupacional, charlas, protección física y la manutención.

“Les recomiendo a las jovencitas de ahora que no todo lo que brilla es oro, que no confíen en nadie; no quiero que le vaya a pasar esto a alguien más y les aconsejo que no confíen en nadie porque en la situación ahora hasta tu mejor amiga es la que te traiciona”, dice Viviana.

VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA
Asociación Calidad de Vida sana heridas psicológicas a cientos de hondureñas
“La violencia psicológica con la que vienen es terrible”, afirma Ana Cruz, coordinadora de la Asociación Calidad de Vida, al referirse a mujeres víctimas de la violencia atendidas en los refugios.

Hondureñas con la piel quemada, sin dedos, con cicatrices de machetazos en su rostro y con “heridas” espirituales difíciles de sanar han pasado por los refugios para las mujeres víctimas de la violencia que administra la Asociación Calidad de Vida, con la ayuda de cooperantes extranjeros. Estas mujeres, sin embargo, no se dan por vencidas y de la mano de profesionales especializados logran superar sus traumas y empoderarse de su papel como mujeres en la sociedad.

¿Cuáles son los casos más dramáticos de mujeres atendidas en estos espacios de asistencia integral? La coordinadora de la Asociación, Ana Cruz, recuerda que hay mujeres a las que los agresores “les han planchado su cuerpo, dejándoles laceraciones terribles y una secuela emocional enorme…”.

A Cruz también le resultan inolvidables otras historias terribles, como el “de una mujer a la que le cortaron sus dedos”, otra que recibió tres machetazos en su cara y “por un milímetro y le cortan la yugular… Ahora los golpes como que son lo más mínimo, los agresores como que van agarrando más odio contra las mujeres y aparte de toda esa violencia y aspectos físicos, la violencia psicológica con la que vienen es terrible”.

La especialista también relata que en uno de los refugios se atendió a una mujer que tenía 36 años de convivir con su padre, “ya con cinco hijos de él y ella lo denuncia porque ya a sus propias hijas las empezaba a abusar, a hijos y a hijas”.

ATENCIÓN INTEGRAL

¿Qué hace la organización para volver a “unir” a estas mujeres que llegan con el alma hecha pedazos? La fundadora de la Asociación explica que “el tipo de atención que damos es psicológica, legal, social, terapia ocupacional…”.

“…y si la mujer viene con sus niños, se les da todo el seguimiento pedagógico porque tenemos el apoyo de la Secretaría de Educación para poder reinsertar a los niños y niñas. Por las noches las mujeres reciben terapia, que incluye taichí, aromaterapia, baile, ese montón de cosas, o sea que las mujeres reciben atención integral, para sacarlas de esa violencia que viven, para empoderarlas y que puedan cortar el ciclo de la violencia”.

Aunque la Asociación Calidad de Vida fue fundadahace 22 años, Cruz lamenta que hasta la fecha el operar con un presupuesto limitado y el no tener edificios para los refugios continúen siendo los dos principales retos para continuar la labor de atender a las mujeres que han sobrevivido a la violencia.

“Tenemos grandes dificultades en pago de alquileres, el no tener un edificio propio y adecuado para las mujeres; el rubro de la alimentación, casi los donantes o la gente a quien pedimos, casi no les gusta dar. Solo imagínese lo que una gasta en una casa multiplicado por 20 familias, eso es lo que necesitamos para atender bien”.

Actualmente, en el refugio ubicado en Tegucigalpa hay 11 mujeres y nueve niños y niñas, pero el centro tiene una capacidad para 15 mujeres con sus hijos e hijas. Cruz explica que según el protocolo de atención debe mantenerse aparte a las víctimas según el tipo de violencia que han sufrido, ya sea doméstica, sexual, si han sido víctimas de la trata de personas o de desplazamiento forzado.

“A nivel de la capital ocupamos cuatro inmuebles, todo el menaje de los cuatro nosotras lo tenemos, a las mujeres hay que tratarlas de manera digna, no sé si es que a los políticos se les han olvidado las mujeres, y sobre todo que hay que tratarlas de manera digna”, lamenta Cruz.

La entrevistada señala que para manejar tres refugios, manejar un personal multidisciplinario y especializado, “contamos por refugio con cuatro millones de lempiras para comprar víveres, productos de aseo, productos de higiene, gastos médicos, básicamente acá le proveemos todo para que la mujer se empodere y corte todos los lazos de violencia”. Cada mujer permanece en los refugios un promedio de tres meses.

DATOS
Según datos del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH), de enero a diciembre del 2017, 90 mujeres tomaron la fatal decisión de quitarse la vida. De igual manera, ese año 3,196 mujeres y niñas agredidas fueron evaluadas por la Dirección General de Medicina Forense, al igual que 5,052 que sufrieron lesiones personales, según cita el OV-UNAH. A esas cifras se suman 2,761 mujeres que fueron evaluadas al ser víctimas de delitos sexuales.
EN LA EEH
Talento femenino procesa facturas de energía eléctrica
Elsy Leticia Maradiaga confiesa que en un inicio fue difícil desempeñarse como inspectora de medida, pues este campo laboral era típico de los hombres.

Elsy Leticia Maradiaga y Melany Bonilla son un ejemplo de las agallas de la mujer hondureña para conquistar campos laborales que en el pasado fueron considerados exclusivos para hombres. Hoy, en el Día de la Mujer, sus historias son propicias para exaltar el espíritu de lucha de millones de “catrachas” que no tienen límites a la hora de superarse y trabajar.

Ambas jóvenes son madres y se desempeñan como inspectoras de medida en la Empresa Energía Honduras (EEH).

Muy segura de sí misma, Elsy recorre su ruta habitual de trabajo en las calles de la ciudad y expresa que “los inicios fueron duros, sentía pena, pero rápidamente me di cuenta de que todo está en la mente, me concentré en ser positiva, en disfrutar mi trabajo y esto ha sido clave para mí”.

¿Qué hace un inspector de medida? Elsy explica que es la presona encargada de tomar la lectura de cada medidor de energía, mes a mes, y procesar la factura del cliente.

“Esta es una labor que por años se mantuvo reservada a los hombres”, recuerda la trabajadora mujer, con sus herramientas de trabajo en mano.

Mientras tanto, Melany, con su fresca sonrisa confiesa que “creo que siempre, cuando uno se propone salir adelante, se logra; Dios va poniendo oportunidades y gente en el camino que le ayudan a uno”.

“Cuando uno se propone salir adelante, se logra”, afirma Melany Bonilla, quien se esmera en desempeñar bien su labor de procesar las facturas de energía, para la EEH.

Todos los días, a su paso, ambas mujeres vestidas con uniformes amarillos, provocan las miradas de sorpresa y asombro, cuando realizan su trabajo. No falta más de algún peatón que detenga el paso y se atreva a lanzarles un piropo.

La actitud positiva, las ganas de salir adelante, el compromiso por el trabajo que se desempeña, sin importar cuál sea, son claves para tener éxito y para nosotros tener éxito es hacer lo que nos gusta y hacerlo con calidad, asegura Melany.

“No importa si somos vendedores, barrenderos, gerentes, lo importante es hacerlo bien”, afirmó la joven inspectora.

Elsy y Melany disfrutan de su trabajo y agradecen a EEH la oportunidad de desarrollarse en dicha área, con lo que le han abierto las puertas a más mujeres que en el futuro deseen incursionar como medidoras de energía.