Pobladores del sur esperan que sequía no los afecte tanto este año

Pobladores de Concepción de María, un empobrecido municipio en el sur de Honduras, esperan que la severa sequía que se ha pronosticado para los primeros meses de este año a causa del fenómeno de El Niño no les castigue tanto, porque perderían sus cosechas de subsistencia.

«Esperamos en Dios que sí haya una presencia de lluvia para poder almacenar un poco y si hay alguna sequía prolongada poder subsistir, pero es muy difícil cuando estamos en un municipio con una población bastante grande», dijo a Efe la alcaldesa de Concepción de María, Vilma Yamileth Ordóñez.

El municipio Concepción de María es uno de los que conforman el denominado Canal Seco, que abarca parte de varios departamentos del sur, centro y occidente de Honduras.

Tradicionalmente en Concepción de María, departamento de Choluteca, el tiempo de lluvia ha sido de mayo a noviembre, por lo que el campesino comienza a preparar la tierra entre marzo y abril.

«Cuando se presenta este fenómeno -el de la sequía- todos -los campesinos- son afectados, porque no tienen cosechas, lo que significa que no tienen para la subsistencia del hogar, mucho menos para suplir otras necesidades», enfatizó la alcaldesa de Concepción de María, municipio compuesto por 33 aldeas y 107 caseríos.

Con sus aldeas y caseríos, Concepción de María suma unos 30.000 habitantes que lo que más tienen en común es la pobreza y los problemas que les causa la sequía, al grado que cuando es muy severa no hay cosechas y muchas personas se alimentan con mangos verdes, ciruelas, raíces o tubérculos.

La alcaldesa relató que «lastimosamente» son «un municipio bastante precario de recursos económicos», al grado que «no tenemos empresas que nos generen impuestos», y que subsisten «gracias a las transferencias del Gobierno Central».

Al menos para estos días muchos campesinos tienen un poco de los granos básicos de subsistencia, maíz, fríjoles y maicillo (sorgo) de la última cosecha que recién recogieron.

Campesinos como Eduardo Moreno, en la aldea San Judas, y Humberto Hernández, en San Benito Nuevo, están comenzando a desgranar el maíz, tarea que hacen aporreando las mazorcas en una hamaca, pero no tienen idea si en marzo o abril tendrán listas sus tierras porque no saben si lloverá, tomando en cuenta el anuncio de una nueva sequía.

El «controlador del tiempo» de Eduardo Moreno es la radio, en la que escucha las noticias sobre las condiciones climáticas y los anuncios de los expertos en el sentido de que este año «El Niño» alejará las lluvias y los primeros meses de 2019 serán muy secos.

«La vida aquí es dura», dice Moreno al relatar que para obtener una cosecha de subsistencia en la árida zona donde vive, hay que preparar la tierra y comprar fertilizantes, entre otras tareas.

Moreno siembra cada año unas tres manzanas (un poco más de una hectárea) que con buen invierno globalmente le pueden dejar unos 90 sacos de 100 libras (45,4 kilos), lo que puede permitirle vender un poco y guardar en silos la mayor parte para sostener a su familia mientras llega la primera cosecha, entre julio y agosto, según dijo.

Además, explicó que cada año, en condiciones normales tienen dos siembras, «de primera y postrera», pero cuando no llueve entre abril y mayo, «no hay siembra de primera», lo que afecta mucho a los campesinos como él y de otras aldeas, que no cuentan con sistema de riego porque eso tiene un coste muy alto.

En San Benito Nuevo la vida también «es dura», dice Hernández al mostrar unas pequeñas mazorcas de maíz blanco de la última cosecha y lamentar no tener un sistema de riego. Su pequeño cultivo de granos lo riega «solo con el agua que cae del cielo».

Hernández cosecha en tiempos normales unos 16 sacos de maíz, de los que no vende ni uno porque se quedaría «sin nada» para el alimento diario de su mujer y sus cuatro hijos.

La vida también es dura en el sector de Concepción de María para las mujeres, de las que muchas tienen que caminar largas distancias para lavar ropa en los pequeños charcos que hayan en ríos y quebradas, algunos de los cuales Efe constató están secos. Literalmente son ríos o quebradas de piedra.

«A lavar ropa vengo una vez al día, pero a acarrear agua para bañar a los niños dos veces», indicó a Efe Siris Adilenia Mendoza, quien además carga agua para beber del pozo de un pariente.

Rosa Mélida Izaguirre, lava ropa en algún recodo de agua estancada del río que cruza cerca de su casa, de las doce que tiene la aldea de Palo Verde.

El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, se reunió el martes con funcionarios de las instituciones que forman parte del Sistema Nacional de Gestión de Riesgo (Sinager) para diseñar una estrategia y enfrentar la sequía que se avecina, según los expertos. (EFE)