Las oportunidades de la formación profesional

Por Rafael Delgado Elvir

No sé si la cúpula gobernante sentirá algo, pero muchos hondureños sentimos profunda vergüenza al conocer las cosas torcidas que ocurren en el país. Ver cómo se destapan escándalos en los que altos funcionarios y personas ligadas al poder son acusadas por malversar recursos, ser testigos de un éxodo de miles de hondureños que han renunciado a un futuro en el país, saber que para la justicia norteamericana existen evidencias del involucramiento del hermano de JOH y otros cercanos suyos en el narcotráfico sin que la justicia hondureña haya hecho algo ni haga nada ahora, son en definitiva ofensas a todo un país. En cualquier persona donde esté vivo un mínimo sentimiento de amor por esta patria, estas cosas conmueven.

Menciono esto ya que son síntomas de la crisis y aclaran el descuido de los problemas fundamentales por parte de los que se han erigido como líderes. Para el caso, realmente muy poco se ha hecho por emprender un proyecto nacional que abra las oportunidades a los jóvenes en Honduras para la formación profesional. Las iniciativas que se emprenden han sido insuficientes y generalmente se estancan en la agenda política torcida de los gobernantes. Mientras tanto, las experiencias internacionales demuestran lo exitoso que han sido esos países que han construido una opción para que desde temprana edad los jóvenes adolescentes puedan escoger entre diferentes profesiones técnicas, cuyos títulos son ampliamente reconocidos y los habilita para ejercer una profesión a temprana edad.

Eso es a lo que miles de jóvenes en Honduras aspiran para tener ingresos suficientes y lidiar con sus necesidades básicas; eso es lo que la empresa privada en Honduras requiere para producir bajo estándares de calidad; a eso es lo que la política económica debiera apuntar para tener un país con amplias oportunidades de empleo para la población. Sin embargo, en el supuesto liderazgo nacional, poco ocurre, nadie enfrenta esos retos ni desea abandonar sus habituales agendas saturadas de intereses mezquinos para lanzarse a la construcción de un camino que desde la escuela secundaria conduzca a la preparación de técnicos en tan diversas y modernas profesiones.

Lo anterior exige un esfuerzo de todos. En primer lugar, esto exige una profunda reforma educativa que ofrezca a partir del noveno o décimo año de escuela, la oportunidad para el que tenga la vocación pueda ir a centros educativos técnicos donde los formen en una profesión, en un período de dos o tres años, con planes de estudio acreditados y que habiliten para ejercer exitosamente diferentes actividades en su área de formación. También exige la cuota de la empresa privada que debe ofrecer puestos de trabajo para estos aprendices; para que durante su proceso de formación puedan asistir a la empresa e incorporarse ya en el proceso productivo a medio tiempo, complementando así la teoría con la práctica, con la expectativa también que allí se podrá quedar terminada su formación profesional.

Por eso la insatisfacción de todos no solamente con el INFOP, sino también con la escuela secundaria hondureña, donde se derrochan millonarias cantidades de dinero que no dan soluciones efectivas. Ambos sistemas no han estado a la altura de las exigencias de una población cada vez numerosa; con una economía necesitada de competencias y conocimientos a la medida de sus necesidades. Ese tuvo que haber sido el primer paso de hace muchos años: empezar a unir esfuerzos entre el sector privado y el mismo sector público para ofrecerle a los jóvenes que ahora abandonan el país, perspectivas de un futuro menos opaco, más prometedor, más congruentes con sus aspiraciones de convertirse en una persona útil y capaz de formar su propio futuro.

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Economista. Catedrático universitario