Jovencita trabaja desde los siete años para llevar sustento a familia enferma

Por: Dilcia Sevilla
Fotos: Amalia Rivera

La jovencita Ana Marina Martínez (19) es ejemplo de amor y dedicación al convertirse en los ojos, piernas y manos que llevan esperanza y sustento a toda una familia que enfrentan limitaciones y enfermedades en la comunidad de Peña Blanca, Santa Cruz de Yojoa, en el departamento de Cortés, zona norte de Honduras.

Martínez, de tez blanca y mirada tierna, asumió responsabilidades para ser el brazo fuerte entre las múltiples dificultades que sufren sus abuelos, Baudilio Mejía (93) quien padece de afecciones en la próstata y María Leiva (74) con problemas en sus venas y úlceras en sus pies.

La madre de Ana Marina Martínez, Olivia Mejía, sobrevive en una silla de ruedas, desde hace 18 años ella perdió sus piernas por supuesta osteoporosis.

Entre tanto, la hermana mayor, Keyla Martínez (25), tiene apariencia de niña debido a una afección en su cerebro, sumado a ataques de asma y desnutrición que no permitieron el desarrollo de su cuerpo.

Marina, como le llaman cariñosamente sus amigos y vecinos en Peña Blanca, también se hace cargo de su tío Jaime Mejía (29), quien desde niño presenta problemas de epilepsia, padecimiento que no le permite valerse por sí solo.

Esta joven risueña, trabaja desde los siete años para pagar medicinas y alimentos de sus abuelos, madre, tío y hermana. Su mayor anhelo es conseguir un trabajo estable que le permita fortalecer los ingresos.

En medio de sus limitaciones, la madre cuida a Baudilio Mejía, quien también está en silla de ruedas.

“CADA DÍA LOS AMO MÁS”

“En medio de todo lo que vivo con ellos, aprendo a amarlos más, no quiero imaginar qué sería mi vida sin mi familia”, confesó.

A su corta edad, ha aprovechado tres empleos temporales para llevar dinero a su casa y comprar ropa, medicina y alimentos que los cinco miembros de su familia necesitan.

Los problemas de asma de su hermana Keyla, provocaron que Marina en más de una ocasión haya salido corriendo en busca de un médico. “Cuando mi hermana se cansa debo llevarla al médico para nebulizarla y que la inyecten, le pega fiebre seguido. Pero lo más difícil es la tos no la deja dormir”, lamentó.

Ana Marina Martínez se ha convertido en esa luz que cada día ilumina la vida de su familia, ella no desiste, pese a que su ambiente se vuelve oscuro por las enfermedades y dificultades económicas.

Su madre y su abuela asumen algunas responsabilidades de la casa, mientras la joven trabaja, pero la septuagenaria no puede pasar mucho tiempo en pie por su afección.

La abuela María Leiva, a pesar de sus problemas en sus pies, cuida a Jaime Mejía, quien padece de epilepsia.

ESPERANZA

Toda la familia es consciente del ejemplo, sacrificio y amor. “Hago todo lo que puedo para ayudarle a mi hija, solo Dios podrá pagarle lo que ella hace por nosotros”, agradeció la madre, Olivia Mejía.

“Yo vivo desde los tiempos de Tiburcio Carías (expresidente), le pido al Presidente Juan Orlando Hernández una oportunidad para mi nieta. Señor Presidente venga conozca mi familia y nuestras necesidades”, solicitó, entre un hálito de esperanza, Baudilio Mejía.

Este humilde “patepluma”, confesó que uno de sus sueños es conocer en persona al Presidente de Honduras, y poder compartirle unas cuantas anécdotas que ha vivido. “Soy cachureco de cuna”, afirmó el anciano de 93 años.

El sol se escondió en ese pintoresco sector de Peña Blanca, movido por el turismo y el comercio, mientras en el humilde hogar de la familia necesitada asoma cada día una luz de esperanza, amor, esfuerzo y dedicación con el ejemplo de Ana Marina Martínez.

PARA AYUDAS
Interesados en ayudar a la familia, pueden comunicarse al teléfono 9740-3051. También está disponible la cuenta de Banco de Occidente, número 216030306107 a nombre de Ana Marina Martínez Mejía.
El nonagenario, quien se denomina “cahureco de cuna”, indicó que nunca podrá pagarle a su nieta lo que hace por su familia.