Un llamado de alerta a los pastores y líderes de Honduras

Por Mario E. Fumero

Vivimos unos tiempos difíciles, en donde algunos líderes evangélicos han perdido la perspectiva del concepto del reino de Dios, y quieren establecer un reino político a través de la Iglesia, creando partidos políticos y afirmando que la Iglesia debe gobernar para sanar la sociedad, una teoría antibíblica y contraria a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, porque nuestro reino no es de este mundo (Juan 18:36), y además, las profecías afirman que en los últimos tiempos reinará el hombre de pecado, el hijo de perdición (2 Tesalonicenses 2:3).

Tristemente dentro de la Confraternidad Evangélica de Hondura se está tejiendo la estructuración de una junta directiva infiltrada por pastores que buscan politizar la Iglesia. Estando fuera del país me invitaron, pero no pude ir, comisionando a otro líder nuestro, y al llegar a la reunión descubrió que llevaba “el tamal cocido” para imponer a cierto pastor “político”. La Confraternidad va a una asamblea el día 18 de marzo, y quieren imponer a ciertas personas proclives a la politización de la Iglesia, y llevan todo listo para elegir una junta que apoya esta ideología del “reino ahora” denominada “dominianismo”, y politizar la Confraternidad.

Todos sabemos que hay pastores, como Mario Tomás Barahona, que ambiciona poder y está tratando de fundar un partido político con una llamada “estructura evangélica”, y hay otros dentro de la red apostólica que son proclives a la absurda idea de que la Iglesia debe gobernar Honduras. Un defensor de la intervención de la Iglesia en política es el pastor Evelio Reyes, que con el cuento de que solo así podrá sanearse la sociedad, la Iglesia debe gobernar el país, y pregunto: ¿Puede una ley, gobierno o ideología política cambiar al hombre por dentro, sin nacer de nuevo?

Debemos defender los principios de la palabra respecto a que nuestro reino no es de este mundo, y debemos condenar el pecado respetando a los gobernantes, pero señalando sus errores sean de la ideología humana que sean, y no mezclar la luz con las tinieblas (2 Corintios 6:14). El alineamiento político de la Iglesia rompe dos principios básicos que es, la existencia de un reino dentro de otro reino (Mateo 24:12), llamado Iglesia, y la separación de Iglesia y Estado, que fue una conquista de los próceres de Honduras. No existe base bíblica, ni doctrinal para apoyar que los ministros del evangelio sean partícipes en política, ya que no podemos servir a dos señores (Lucas 16:13), y no podemos inmiscuirnos en los negocios turbios de este siglo (2 Timoteo 2:4).

Alerta a todas las denominaciones serias, bíblicas y comprometidas con la sana doctrina para detener este hecho, y elegir a hombres fieles a la palabra e idóneos (2 Timoteo 2:2), apartados de ambiciones o ideologías políticas.

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