No son liberales

Por Armando Cerrato

Para la mayoría de periodistas que ejercen la opinión como medio de orientación pública y de influencia en la convivencia social de la nación, la actual directiva del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal de Honduras lo que menos tiene y ejerce es la doctrina que dio origen, vigencia y poder a ese ente político.

El liberalismo nació en Francia a finales del siglo XVIII, como una doctrina política, económica y social que defiende la libertad del individuo y una intervención mínima del estado en la vida social y económica.

Durante muchos años el liberalismo se caracterizó por aplicar el lema “dejar hacer, dejar pasar” (laissez faire, laissez passer), es una expresión francesa y práctica caracterizada por una abstención de dirección o interferencia, especialmente con la libertad individual de elección y acción.

Pero con el transcurso del tiempo el dejar hacer, dejar pasar evolucionó doctrinariamente y el liberalismo se concibe hoy en día como una doctrina que se opone a la injerencia gubernamental en asuntos económicos, permitiendo así la asignación más eficiente de recursos en una economía, y las únicas regulaciones gubernamentales que existan serán para proteger los derechos individuales de las personas, propiedad, salud, educación, vivienda, y empleo, en síntesis techo, trabajo y tortilla.

El liberalismo penetró en Honduras siendo jefe de Estado (el primero) don Dionisio de Herrera, por influencia del general José Francisco Morazán Quezada, autodidacta que nutrió su intelecto en la biblioteca del jefe de Estado y que mantenía correspondencia e intercambio de ideas con los más famosos enciclopedistas franceses de la época por lo que varios historiadores galos han comparado su genio con el de su exemperador Napoleón Bonaparte, cada quien en su justa dimensión.

Empero, el Partido Liberal como ente político en busca del poder de la nación hondureña nació formalmente el 5 de febrero de 1891, bajo el lema de “Sumar, unir, vencer” y con el tiempo se le ha agregado el de “Ni un paso atrás, siempre adelante”.

Sin embargo los actuales directivos encabezados por el novel en política, salido de la academia, Luis Orlado Zelaya Medrano, se comportan más conservadores y fundamentalistas que sus tradicionales antagonistas del Partido Nacional, que a lo largo de su existencia de 117 años, ya que fue fundado el 27 de febrero de 1902 y hoy en el poder por tres períodos consecutivos, merced a la falta de coherencia del liberalismo de los últimos tiempos.

Hoy el Partido Liberal se encuentra a poco menos de la mitad de su capacidad electoral por la huida de muchos de sus miembros hacia otras entidades políticas neófitas y en proceso de formación, todo por la soberbia, intolerancia y prepotencia de sus actuales directivos, que se creen propietarios de la institución y desconocen o menosprecian el trabajo, sacrificio y vehemencia con que viejos líderes han sostenido la doctrina liberal encaminándola en una evolución política en busca de un modernismo futurista, lleno de justicia social y en aras de una jurisprudencia que garantice una convivencia ciudadana plena de calidad y calidez, a grado tal que todo el tinglado estructural del gobierno ha sido construido por el liberalismo en el poder.

Sin embargo, la actual directiva liberal actúa con sectarismo brutal, no importándole el destino de la nación ni el futuro y supervivencia de la doctrina, sino solo sus ambiciones personales y un ánimo figurativo destructivo que puede poner en peligro la ya centenaria existencia de un ente político digno de mejor suerte.

Es por ello que muchos liberales creemos que para la supervivencia del partido en sí mismo y la recuperación del poder de la nación, esta directiva debe renunciar, o caso contrario ser defenestrada mediante convención nacional extraordinaria, como remedio definitivo al gran mal que le hacen a la institución.

Licenciado en Periodismo