Fragmentos de la ciudadanía en una república

MA
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30 de abril de 2024
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12:52 am
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Fragmentos de la ciudadanía en una república

Traducción libre por Lorenza Durón

La ciudadanía en una república es el nombre del discurso que dio Theodore Roosevelt en La Sorbona, París el 23 de abril de 1910. Habla sobre las responsabilidades del Estado hacia el ciudadano y viceversa. En el fragmento el hombre en la arena destaca la importancia de esforzarse por alcanzar metas dignas en la vida, a pesar de los ataques personales y las críticas ociosas. Del carácter y el trabajo disciplinado de nuestros líderes depende al éxito de la república, en esa medida se puede exigir a todos los ciudadanos los más altos estándares. El vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos (1901-1909) aportó nuevo entusiasmo y poder al cargo, dirigiendo vigorosamente al congreso y al público estadounidense hacia reformas progresistas y una política exterior sólida.

La mejor prueba del verdadero amor a la libertad en cualquier país es la forma en que se trata a las minorías.

El éxito o el fracaso estarán condicionados a la forma en que el hombre promedio y la

mujer promedio cumplan con su deber, primero en los asuntos ordinarios y cotidianos de la vida, y luego en esas grandes crisis ocasionales que exigen virtudes heroicas.

El ciudadano promedio debe ser un buen ciudadano para que nuestras repúblicas tengan éxito. El afluente no se elevará permanentemente por encima del río principal; y la principal fuente de poder y grandeza nacional se encuentra en la ciudadanía promedio de la nación. Por lo tanto, nos corresponde hacer todo lo posible para que el nivel del ciudadano promedio se mantenga alto; y el promedio no puede mantenerse alto a menos que el nivel de los líderes sea mucho más alto…

El hombre en la arena

No es el crítico quien cuenta; ni aquél que señala cómo el hombre fuerte se tambalea, o dónde el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor.
El reconocimiento pertenece al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo y el sudor y la sangre;  quien se esfuerza valientemente; quien erra, quien da un traspié tras otro, pues no hay esfuerzo sin error ni fallo; pero quien realmente se empeña en lograr su cometido;  quien conoce grandes entusiasmos, las grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso, y quien en el peor de los casos, si fracasa, al menos fracasa atreviéndose en grande, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota.

Una república democrática […] por, de y para el pueblo – representa el más gigantesco de todos los experimentos sociales posibles, aquel lleno con grandes responsabilidades tanto para el bien como para el mal. El éxito de repúblicas como la nuestra significa la gloria, nuestro fracaso el abatimiento de la humanidad; y para ustedes y para nosotros la cuestión de la calidad del ciudadano individual es fundamental.

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