¿AY DE MÍ?

MA
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1 de mayo de 2024
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01:04 am
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¿AY DE MÍ?

“¡POCHITO Winston! –mensaje de la leída amiga– Tan inteligente y curioso, pero todo un “ay de mí”, se le hace eterna la espera de salir, a que lo saquen a pasear”. Alusivo a la conversación de cierre: (¿O sea –entra el Sisimite– que el ocho acostado no es el símbolo de infinito? -Pues bien –interviene Winston– ni acostado, ni tumbado, ni echado, como a mí me toca esperar hasta que me sacan a pasear. Es incierto, el origen del símbolo infinito, aunque presumiblemente también se asocia a la religión y a la alquimia. Muchos opinan que proviene de la curva lemniscata —lo que apuntabas– similar a un lazo cerrado y que representa un enlace entre lo divino y lo humano. -Fue aplicado a las matemáticas –agrega el Sisimite– por un matemático en el siglo XVII, para definir la noción de infinito. -A propósito de tumbado –ironiza Winston– de momento no tumbaron a Pedro Sánchez).

Para seguir la discusión –mensaje de la amiga doctora– del símbolo infinito, pregunté a la IA y contestó: “El símbolo del infinito (∞) se originó en la matemática y la filosofía griega antigua. Se cree que se utilizó por primera vez por el matemático y filósofo Zenón de Elea en el siglo V a.C. para representar conceptos filosóficos sobre la noción de infinito”. “El símbolo del infinito es similar a un numeral 8 acostado, pero no es exactamente lo mismo”. “Mientras que el numeral 8 representa una cantidad finita, el símbolo del infinito representa algo que no tiene límite o fin”. “Por lo tanto, el símbolo del infinito es utilizado en matemáticas y otras disciplinas para denotar conceptos como la continuidad, la indecidibilidad y la perfección infinita”. Sobre la invasión rusa a Ucrania –y la reciente decisión de la Cámara de Representantes de al fin aprobar una ayuda de $61 mil millones que llevaba meses bloqueada– un general norteamericano acaba de ofrecer un críptico vaticinio: “La resiliencia es buena, pero no gana la guerra”. A quienes tuvo en ascuas la renuncia –de mentiritas– del presidente del gobierno español. El gobierno de coalición, en cuanto se enteró que no se iba, celebró la decisión. “Seguimos con más fuerza –manifestó alborozada la vicepresidenta en funciones– mientras mirándolo a los ojos agradeció, “tu valentía, tu determinación y tu humanidad”. En cambio, las otras agrupaciones que –con sus votos del dando a dando– hicieron posible la investidura, reaccionaron en forma variada. El vocero del PNV con un gesto de resignación dijo: “lo mejor que se puede es que el episodio se ha acabado”. El dirigente de ERC señaló que ambas posibilidades eran “mal ejemplo”. Si se iba porque suponía “una rendición”. Y si se queda “sin hacer nada, porque habrá sido un acto de frivolidad”. El secretario general de Junts –Puigdemont se llamó a silencio—“calificó de “enorme irresponsabilidad” este capítulo de la política española”.

Abascal de VOX, fue duro: “Ha sido un teatro burdo, indignante y victimista”. Voceros del PP acusaron al líder del PSOE de practicar el “caudillismo lacrimógeno”. Feijóo dijo: “no quiere oposición, no quiere justicia, no quiere medios de comunicación: solo se quiere a sí mismo”. Por su parte, Petro –como respuesta a la marcha callejera, de 400 mil almas en su contra, en distintas ciudades colombianas– pidió a los sindicatos utilizar su tribuna el 1 de mayo. Unas agrupaciones expresaron su apoyo, otras, que se trataba de una movilización de naturaleza gremial y ni se le ocurra aparecerse. “Pero “con o sin tarima”, anuncia que, como en años anteriores, él va a caminar junto a la masa obrera”. Y de última hora se supo que el gobierno ecuatoriano contrademandó al mexicano –que presentó querella por el asalto a su embajada– en la CIJ, por otorgar asilo a un prófugo condenado por delitos de corrupción; ah, y porque AMLO, en sus mañaneras, dizque “se inmiscuyó en los asuntos internos de Ecuador” al conjeturar que “el asesinato de Villavicencio había influido en la elección de Noboa”. (¿Y qué opinás –entra el Sisimite– de lo anterior? -Tantos temas –interviene Winston– y tan poco espacio, además, que –otro “pochito, ay de mí”– el día de los trabajadores yo no trabajo”).

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