Gustavo Castro revela detalles del crimen de Berta Cáceres

El ambientalista mexicano, Gustavo Castro, testigo único del asesinato de la activista hondureña Berta Cáceres, el día 3 de marzo de este año, reveló recientemente que el ataque duró 30 segundos, en forma simultánea a él y a ella.

En una entrevista concedida al diario estadounidense The Intercept, el director de la no gubernamental “Otros Mundos”, con sede en Chiapas, relató la noche del asesinato:

¿Qué pasó en las últimas horas con Berta Cáceres?

Yo llegué el primero de marzo a San Pedro Sula, y ese día me habían alojado en otra casa, del Copinh en La Esperanza. A Berta tenía años de no verla físicamente, pero estuvimos en contacto por correo electrónico. Yo iba a dar un taller de capacitación ambiental.

Ese mismo día, Berta me dice: “hermano, véngase acá a mi casa, acá hay internet y puede comunicarse con su familia”. Y entonces es así como ella me aloja en su casa, y estuvimos platicando un rato, incluso también de las amenazas que ella recibió durante las semanas previas, intimidaciones y fuertes amenazas por parte del personal y también, al parecer de sicarios.

Entonces le decía a Berta, esta es una casa muy sola, muy alejada, ¿cómo podés quedarte acá tan sola? Entonces ese mismo día me quedé en su casa, y me puse a trabajar, para preparar el segundo día del taller, y ella estaba también en su habitación.

A medianoche se oyó el portazo muy fuerte en la puerta de su casa e inmediatamente en mi cuarto entra uno de los sicarios, y paralelamente también a su habitación entra otra persona.

Todo fue muy rápido, 30 segundos quizás, en donde simultáneamente la asesinan a ella y a mí me disparan. A ella la tenían bien localizada y estaban esperando a que estuviera sola, entonces yo creo que les sorprendió ver a otra persona ahí, y no sabían qué hacer, así que simplemente me dispararon y salieron corriendo.

¿Andaban tapados de la cara?
Bueno, no sé del otro, pero él que me disparó no. No tanto (logré ver la cara de la persona), pero de alguna forma ahí me convierto en el principal testigo, en el testigo protegido.

Cuando ella te mencionó que había recibido las amenazas, ¿te especificó en algún momento si esa gente que le andaba persiguiendo era de las fuerzas estatales de seguridad de Honduras? ¿O que eran pandilleros o personas particulares?

No recuerdo ningún comentario así, pero más bien eran trabajadores o gente contratada a favor de la propia empresa.

De hecho cuando yo me vine acá a México, el día 30 de marzo, hubo un comunicado público que sacó el Ministerio Público de Honduras en la prensa y en el que se señalaba como parte de la línea de investigación a la empresa.

Al principio se dijo en los medios que te cuestionaron, te llevaron al aeropuerto y que de repente te dijeron que no ibas a poder salir del país. ¿Así pasó?

Sí. Hubo mucha confusión y mal manejo también del asunto. Los primeros tres, cuatro días estuve en diligencias ahí en La Esperanza todo el tiempo.

Yo podría haberme negado participar varias veces, porque uno como víctima y como testigo protegido tiene el derecho de declarar una orden preventiva por seis horas.

Sin embargo nunca usé ese instrumento sino que cada vez que me pidieron más diligencias, las hice a cualquier hora, en la madrugada, cuando sea. Entonces estuve casi cuatro días sin dormir.

Me alistaron incluso un helicóptero para regresar a Tegucigalpa el día 5 de marzo. Por cuestiones climáticas no podían aterrizar el helicóptero, y entonces se despliega un operativo para acompañarme a Tegucigalpa por tierra. Después la Fiscalía dice que iba huyéndome, lo cual es una re-mentira.

El gobierno quiso tenerme físicamente bajo su control. No tiene ley de víctimas. Tampoco hay reglamentos ni protocolos, ni presupuesto para los defensores de derechos humanos. No hay tampoco un reglamento para los testigos protegidos.

¿En algún momento intentaron culpabilizarte oficialmente de algo?

No fue nada explícito. La prensa manejaba rumores de que desde el Ministerio Público hubo intentos de ver si podían justificar que yo estaba involucrado de alguna manera en eso. Pero con las pruebas y mis declaraciones, simplemente no podían inventar tanta farsa.

Por más que le dieron vueltas, llegaron a la empresa, no tenían otra opción. Yo tuve la sensación de que por eso me detuvieron, porque si encontraban algo me querían ahí. Era una incertidumbre horrible, sobre todo porque sientes que no tienes abogado. Que tienen la capacidad de dejarte en la total indefensión jurídica.