Feliz año 2017

Por Edmundo Orellana
Catedrático universitario

El 2017 será un año difícil para todos, pero, seguramente, no nos percataremos.
El primer factor que tendremos que enfrentar, será externo: el gobierno de Trump. El multimillonario y misógino presidente hará cuanto esté a su alcance para adoptar las medidas que prometió en su campaña, y, de lograrlo, tendremos una avalancha de deportados, restricciones para exportar nuestros productos hacia la gran nación del norte y una drástica disminución de las remesas. Luego está el tema de los recursos financieros de la Alianza para la Prosperidad, cuyo proceso de desembolso está interrumpido, al menos para Honduras, por las torpezas de nuestro gobierno.
La cooperación internacional tiene limitaciones para satisfacer las demandas de países como el nuestro. La crisis mundial es una de estas. La gestión irresponsable de los recursos provenientes de esa cooperación, es otra. La condonación de la deuda, por ejemplo, se manejó tan torpemente, que no tuvo efecto perceptible en el desarrollo del país. Los préstamos blandos y las donaciones destinadas a programas y proyectos no han tenido efectos visibles en el mejoramiento de la calidad de vida de la población, porque se diluyen en gastos administrativos o han contribuido a forjar capitales privados de políticos, de burócratas y de empresarios. No somos, pues, sujetos confiables para la cooperación internacional, lo que limita las posibilidades de cooperación para Honduras.
El capital extranjero no viene al país por varias razones. La inseguridad jurídica es la más importante, porque ese capital estaría en riesgo por la incertidumbre legislativa y la arbitrariedad administrativa y judicial. Nadie quiere venir a un país en el que la propiedad es la más afectada por el sistema, particularmente por el registro de la propiedad. Las estafas en el mercado inmobiliario son conocidas y permitidas por las instituciones estatales creadas para evitarlas.
La inseguridad pública es otro motivo importante para que el capital extranjero no venga. Nadie está seguro en el país y eso lo saben los inversores extranjeros. Es más, las autoridades no están seguras. A quien lo dude debemos recordarle que el gobierno, incapaz de proteger a sus autoridades, las envía al extranjero, incluyendo a su familia; es el caso del fiscal que comenzó con la investigación del IHSS, y, el más reciente, el caso del colaborador de la comisión depuradora, cuyos miembros tendrán el mismo destino al concluir su misión, si quieren continuar con vida. Lo más grave es que las amenazas, en ambos casos, tienen la misma fuente: funcionarios públicos. En el caso del fiscal, las amenazas provenían de los investigados, es decir, de los funcionarios del IHSS; en el caso del colaborador de la comisión y, el más reciente, la amenaza de muerte contra el pastor que integra la comisión depuradora, también la fuente del peligro son funcionarios públicos, porque entre los sospechosos se encuentran policías activos, es decir, de los que todavía no han sido depurados y son asalariados de los hondureños.
El cierre de empresas (micro, pequeñas, medianas y grandes) es realmente preocupante. El crimen organizado y el gobierno están asfixiando la actividad comercial y productiva; el primero con el “impuesto de guerra”, el segundo con la persecución legal de empresarios. En ambos casos, el responsable es el gobierno. En el primero, porque ha sido incapaz de terminar con la extorsión; en el segundo, porque en el proceso de aplicación de las nuevas medidas fiscales no se ha preocupado por generar las condiciones para que la administración empresarial se adapte a las mismas.
¿Si las empresas siguen cerrando y las que todavía siguen en pie reducen su producción, habrá que preguntarse de dónde obtendrá los impuestos el gobierno para mantenerse?
No destaco la corrupción, porque ese es un asunto trillado en nuestro país. Es un hecho notorio cuánto aproximadamente se fuga del presupuesto hacia patrimonios privados, la ineficiencia para prevenir y reprimir la corrupción y la falta de interés, de parte de políticos y no políticos, para asumir con responsabilidad el tema (quien lo dude, recuerde la negociación de Libre para tener un representante en el TSC). La MACCIH aún está en pañales, destacando resultados legislativos y organizativos, pero pendiente todavía de aquello que es su verdadera misión: desmontar el sistema de impunidad en el país. Si sabemos todo eso y nada hacemos, no tiene sentido seguir hablando sobre esto.
Estos problemas, sin embargo, no nos angustiarán este año, porque tenemos algo más importante que hacer: reelegir al actual Presidente. Para eso servirán las elecciones de este año, tanto las primarias, como las generales. Lo tiene garantizado, porque el Presidente está convencido de que Dios, cuando creaba el universo, tuvo un destello de luz más intenso que el de todos los soles que creaba: asegurar que Juan Orlando Hernández -miles de millones de años después, allá en un pequeño país, ubicado en lo que sería Centroamérica, que se llamaría Honduras- se reelija para un segundo período presidencial (seguramente habrá quien descubra este magno evento entre las profecías de Nostradamus). Quizá por eso es que en el PN deliran por él, convencidos de que nadie iguala sus dotes, y en la oposición, subestimando el poder que acumula en el Presidente, creen, ingenuamente, que vencerán la maquinaria con la que los aplastará en las elecciones.
Será un año de suprema felicidad, sin duda. Entonces, cabe decir: ¡Feliz año 2017!