Por Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario
Haciendo un balance muy general, el año 2016 nos deja un país lleno de contrastes en los diferentes ámbitos y si bien se pueden destacar avances significativos en algunas áreas, estas muy poco incidieron en la mejoría económico social de los hondureños que en su mayoría visualizan un panorama de incertidumbre de cara a lo que se viene en el 2017.
Quizás la mayor preocupación de la población para el nuevo año está concentrada en cómo superar las dificultades en el plano económico, hay quienes deberán hacer malabares con un salario mínimo y otros con menos o con nada, es contradictorio que mientras a nivel de gobierno se promocionan políticas y programas para favorecer la empleomanía, este fue un año de despidos masivos, cierre de negocios (por extorsión y por acosos tributario) y escasez de oportunidades laborales, lo que ubica a Honduras como una de las naciones con los más altos niveles de desempleo según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El informe de la OIT destaca que Honduras está por encima de la tasa promedio para la desocupación en la región y esto tiene su génesis en el fracaso de las estrategias adoptadas en este sector, para el caso, los empleos por hora, mal remunerados por cierto, aceleraron la caída de las opciones permanentes y con garantías de derechos.
Según reportes de la misma Secretaría de Trabajo, los empleos con mayor demanda en el país están más enfocados a oficios y mano de obra no calificada y con limitadas posibilidades a profesionales, esto ha provocado el rápido crecimiento de la informalidad y en el peor de los casos, agudiza la crisis de la migración irregular.
Curiosamente el 2016 fue el año en el que el mandatario Juan Orlando Hernández junto a numerosas comitivas de funcionarios hicieron múltiples viajes al exterior en busca de promover la llegada de nuevas empresas para instalarse en Honduras y aunque dos o tres delegaciones aceptaron la invitación, estos viajes, muy costosos por cierto, no han generado hasta ahora resultados, solamente promesas.
Los índices de pobreza en el 2016 subieron de manera alarmante y así lo reflejan datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) que cuantifica con un 64.5% a la población en condiciones de pobreza y de estos, un 42.6% en extrema pobreza, con gente viviendo con menos de 2.5 dólares al día y bajo el calificativo de ser uno de los países con mayor desigualdad en el mundo.
En el común de la sociedad hondureña hay descontento, la población se siente marginada de las decisiones que se toman en las altas esferas y que tienen que ver con su estabilidad social y económica, los discursos gubernamentales que dicen que “Honduras está cambiando” son solo simples frases promocionales, no hay respuestas concretas a los principales problemas sociales.
El 2016 fue un año que se perdió en política y en el que se dejaron de hacer cosas verdaderamente importantes relegadas por el nefasto proselitismo que tanto daño le ha hecho al país, 2017 seguramente será igual o más difícil, en Honduras ha sido así siempre, somos un país marcado por los contrastes, como esos en donde los presidentes son catalogados como personajes del año a pesar de sus bajos niveles de popularidad, cristiana sepultura al año viejo, mis mejores deseos para todos y todas en la nueva temporada que comienza.
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