Un nuevo año y los hondureños frente a los problemas

El personaje del año sigue siendo ese hondureño para el cual cada día es una lucha por la vida de los suyos. Es ese que se levanta temprano a emprender las tareas de casa o del puesto de trabajo. Es ese que enfrenta las carencias de la mañana, los peligros de la calle, los malos salarios, los riesgos de las bajas ventas, la enfermedad de algún hijo, la incertidumbre del futuro y los desmanes de los políticos en el poder. Pese a todos los obstáculos, a sus quejas y lamentos justificados, emprende el día con mucho valor y responsabilidad. Así son las cosas, pero olvidamos que muchas veces se trata de verdaderos actos de heroísmo los que se desarrollan en los hogares de los hondureños.
Si hablamos del futuro cercano todo pinta a que las cosas se mantengan como han sido. El hondureño padece el látigo del desempleo y de todas esas formas escondidas del mismo. Ingresos débiles para la mayoría que a duras penas alcanzan para satisfacer medianamente la canasta básica. Servicios de salud y educación pública que no llenan los requerimientos básicos de calidad y accesibilidad. Y si esto no fuera poco, allá afuera de la casa abundan los riesgos de ser víctima de la delincuencia que ronda las veinticuatro horas en todo el país y que diariamente se lleva la vida o agrede a muchos hondureños.
Lo peor del caso es que nos encontramos frente a líderes políticos nacionales que con la complicidad de una dirigencia empresarial entusiasmada con el hueso que le han prometido, se dedican a desestabilizar más el país. Allí tenemos al actual gobernante empecinado con su grupo en aferrarse al poder. Las advertencias, la crítica pública nacional e internacional y las comparaciones con el pasado no han sido suficientes para que recapaciten.
Ayudados por las instituciones públicas a su servicio han abierto el camino a duros golpes contra una pared creada precisamente para frenar el continuismo. Qué nefastas sus intenciones ya que se llevan consigo las instituciones creadas para darle forma a esta nación. ¿Quién puede hablar hoy de magistrados, fiscales y jueces sin dejar de pensar en actos vergonzosos? ¿Quién que no sea del grupo de poder puede hablar de JOH sin filtrar un comentario mordaz en la plática? Ahora el ambiente político está envenenado a causa de ello y en vez de unir más al país detrás de un propósito, se divide más. Esperar bienestar económico en un ambiente plagado por intereses irreconciliables es pedirle peras al olmo.
A quienes escribimos nos encantaría perfilar mejores cosas, pero ante la ausencia de señales claras y contundentes de un verdadero cambio debemos de poner las cosas como son. Y así han sido durante el año 2016: difíciles para todos y con una crisis política en formación. Ahora el año 2017 inicia con la carga de ese año viejo que proyecta ese lastre amenazando con complicarle la vida una vez más al hondureño de la calle.
Rafael Delgado Elvir
San Pedro Sula