Por Héctor Paz Lázarus
Consultor y catedrático universitario
La Encuesta de Hogares de 2016 del Instituto Nacional de Estadísticas revela datos alarmantes sobre la situación socioeconómica de la juventud. La Tasa de Desempleo Abierto es de 32% para jóvenes de 15 a 24 años de edad, lo que representa 60% de los desocupados a nivel nacional. Lo más crítico es el subempleo visible e invisible, o sea, jóvenes que trabajan menos tiempo del deseado o que reciben un ingreso pírrico. Los jóvenes de 15 a 18 años dan cuentas de una Tasa de Subempleo de 52%, mientras que de 19 a 24 años la tasa es de 67%. Un aspecto terrible de los datos es que consideran a jóvenes de 15-18 años con problemas de desempleo y subempleo, cuando estos jóvenes deberían estar en los colegios para después ingresar a la universidad. Otro dato alarmante es que 828,200 jóvenes no trabajan ni estudian, de los cuales el 80% corresponde a mujeres jóvenes, lo que tiene consecuencias sociales lamentables. La población NINI equivale a 10% de la población.
El futuro luce más incierto si se considera que la economía hondureña debe generar cerca de 140,000 empleos formales anuales, en su mayoría para jóvenes, a fin de absorber productivamente el incremento en la fuerza laboral. En los siguientes cinco años, se deben generar 700,000 empleos. La maquila, sector estrella dentro de la economía hondureña, ha generado 150,000 empleos formales en casi tres décadas de funcionamiento. Por otro lado, un estudio del Banco Mundial revela que en los últimos diez años, apenas 1 de cada 5 empleos se generó en el sector formal, mientras que 4 de cada 5 en el sector informal. El sector informal de Honduras suma 2.5 millones de personas, de los cuales casi un cuarto son jóvenes de 15 a 24 años.
En cuanto a educación, la tasa de escolaridad promedio para los jóvenes de 15 a 24 años es de solamente 8.6 años. Consecuentemente, los hogares donde el jefe de hogar tiene menos de 25 años de edad, el ingreso por persona mensual es de apenas L. 2,697, comparado con un ingreso por persona de L. 3,103 a nivel nacional. El 7% de los hogares hondureños son dirigidos por jóvenes menores a 25 años.
Ante esta dura realidad, el futuro de la juventud se perfila como de creciente incertidumbre con respecto a la posibilidad de superarse humana y materialmente. Ello se refleja tanto en centros urbanos como en regiones rurales, donde se carece en mayor medida de acceso a educación, salud, servicios básicos, asistencia técnica y recursos productivos, generándose así severas limitaciones para la juventud en lo relativo a participar dignamente en el mercado laboral y lograr un desarrollo humano promisorio.
El gobierno tiene la obligación de tratar esta problemática, habida cuenta que el 60% de la población hondureña tiene menos de 25 años, o sea, 5.2 millones de personas. El movimiento de Los Indignados surgió precisamente por las faltas de oportunidades económicas. Detrás de las faltas de oportunidades, hay una cuestión de fondo que es la relación lineal entre corrupción y subdesarrollo. La relación se da por varios motivos. Primero, la corrupción distorsiona la asignación de recursos, ya que el gobierno privilegia proyectos de aquellos que dan pagos ilícitos. La desviación de recursos agrava los problemas sociales, pues los que no tienen voz en la política pública, como la juventud excluida, no obtienen favores especiales.
Segundo, la corrupción incrementa los costos de transacción en una economía. Las empresas y los individuos tienen que dar pagos adicionales para facilitar sus trámites. Muchos emprendedores jóvenes, que en su mayoría subsisten, optan por operar en el sector informal porque resulta caro acceder y permanecer en el sector formal.
Tercero, la corrupción vuelve la política económica y la acción institucional impredecible, pues están a merced de los grupos que capturan el gobierno. La incertidumbre es un daño grave para una economía, ya que las empresas no invierten y los consumidores gastan menos, con lo cual se debilita la economía y no se generan empleos, lo que afecta notablemente a la juventud.
Si no se trata este tema a fondo, Honduras en general y su juventud en particular, seguirán viviendo en un círculo vicioso de pobreza, que puede resultar en una oleada de inestabilidad social porque unos pocos se llevan la poca riqueza del país. No obstante, hay señales esperanzadoras, como el Programa 20/20 que promueve el Presidente de la República para atraer inversión, tanto nacional como extranjera, en diferentes sectores de alto potencial de la economía hondureña. Este Programa debe tener como prioridad crear empleo formal y satisfacer las necesidades básicas de la juventud. Además, en 2014, el Presidente lanzó la Estrategia Nacional de Emprendimiento, a fin de que se geste una cultura y operación de emprendimientos por oportunidad para la población desempleada y subempleada.
Inversión más una cultura emprendedora, en un marco de transparencia y seguridad, contribuirían a revertir el círculo vicioso de pobreza hacia uno de riqueza a mediano y largo plazo. A mis alumnos siempre trato de motivarlos a que desarrollen un plan de negocios para lanzar un emprendimiento por oportunidad como opción de vida. El embajador de la república de Corea del Sur dijo en una conferencia el año pasado que es mejor “enseñar a pescar que dar el pez”.