¡Belleza y adversidad!

Por Patricia D´Arcy Lardizábal

Aprendí a querer más a Centroamérica después de haber tenido la suerte de conocer los países más industrializados y cultos del Viejo Continente y, el haber podido llevar a cabo mis estudios primarios y parte de los secundarios en Estados Unidos de Norteamérica y Europa donde mi padre me llevó a consolidar el idioma de sus progenitores. (Australia).
Posteriormente pude completar mi visión de conjunto cuando por razones oficiales acompañé hace algunos años a mi esposo en varios viajes y cónclaves internacionales que se llevaban a cabo en ciertas regiones del mundo, especialmente a reuniones que, por razones de su cargo le tocaba asistir, del Banco Mundial (BIRF), del Banco Interamericano (BID), de la Comunidad Europea, y del Banco Centroamericano de Integración Económica, (BCIE) del cual en esa época era presidente.
Fue en esos días cuando uno de los embajadores de un país amigo (Italia), nos dijo que Honduras con su capital, Tegucigalpa, poseía el clima más delicioso del mundo, ya que usualmente su temperatura oscila en 27 grados centígrados y tenía la particularidad de que la mayor parte del tiempo (unos diez meses) se podía disfrutar de asoleados días y esplendorosos amaneceres con una visión y luminosidad transparente, la cual inclusive cuando se interrumpían por fuertes lluvias y negros nubarrones horas o días después, se recuperaba el esplendor y esa excepcional calidad climática en la que se podía llevar un traje formal de lana o una leve camisa de lino, sin necesidad de soportar sobre ellos los pesados abrigos y birretes o ser acompañado siempre de paraguas y capotes.
Cada país de Centroamérica, pude comprobar, tenía bellezas naturales, valiosos monumentos de culturas ancestrales como Copán en Honduras, y Tikal en Guatemala, ciudades coloniales de extraordinaria belleza y significación como la Antigua Guatemala, Comayagua en Honduras, Granada y León en Nicaragua y otras características que también se pueden apreciar altamente en el sentido humano como la cordialidad y capacidad productiva del pueblo salvadoreño, así como el ejemplar Teatro Nacional y los mercados populares de Costa Rica, que con su cultura ha podido sobresalir a niveles mundiales.
Sin embargo, nuestros países de la región, especialmente Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua se encuentran entre algunos de los países más castigados del Continente. Guatemala perdió su propia capital sintiéndose obligada a fundar la nueva Guatemala, debido a la erupción de sus volcanes, similar suerte le ha tocado experimentar a El Salvador, con sus frecuentes terremotos, Honduras que sin tener volcanes casi fue destruida por dos dantescos huracanes, el Fifí y el Mitch, que le destruyeron más del 80% de su infraestructura y redes viales, la sufrida Nicaragua con el espantoso terremoto que destruyó su capital en 1972, debido también a los sismos derivados de su cadena volcánica y solo Costa Rica ha podido escapar de esos fatídicos castigos de la naturaleza que dejan a sus pueblos cabizbajos, pobres y desconsolados.
Todo lo anterior si escudriñamos los fenómenos históricos y políticos, nos hacen recordar que esta bella región de Centroamérica, después de los colonizadores hispanos, los piratas rivales de la corona española, luego las potencias inglesa, francesa y norteamericana disputándose el proyecto del Canal Transoceánico, mantuvieron estas regiones en vilo y alta dependencia en tiempos en que no se puede olvidar la figura del cónsul Federico Chatfield, rival de Morazán y Valle, quien a final de cuentas se quedó con la antes llamada Honduras Británica.
Conviene no olvidar en el contexto que contrastando con la belleza natural de nuestros países también recibieron el flagelo de despiadadas y famosas dictaduras, como Jorge Ubico en Guatemala, Maximiliano Martínez en El Salvador, Tiburcio Carías en Honduras y la dinastía de los Somoza en Nicaragua que justifican el titulo que hemos escogido en este artículo: “Belleza y adversidad”.
Viene un verano en los próximos meses hasta infernal; pienso y me pregunto estaremos preparados para recibirlo? Se habrá preparado el SANAA a través de este gobierno en embaular los recientes aguaceros e inundaciones para saciar la sed y necesidades básicas necesarias para sobrevivir? O seguiremos pidiendo cisternas cada semana? Y las represas de Los Laureles y La Concepción? Ay Diosito, prepárense compatriotas, comiencen a llenar baldes y toneles con este precioso líquido para degustarlo como si fuese el mejor vino de Francia.
Toda esta adversidad producida por los fenómenos naturales adquiere mayores rasgos de tragedia si a la misma le agregamos la inseguridad, la corrupción los secuestros, y el narcotráfico, seguimos en la lista de uno los países más violentos del mundo. (Aunque insistan lo contrario) leemos en los diarios, muertos y asesinatos todos los días).
Quién, nos preguntamos, va a atreverse a invertir en un país tan lindo como el nuestro donde priva la más alta desprotección e impunidad de los connacionales y los extranjeros. Y más aún cuando escucho un justificado clamor, ¡cómo es posible que ante esta crisis y ante este cúmulo de necesidades imperiosas nuestros principales funcionarios públicos en los que hemos confiado, al depositar masivamente nuestros votos se dediquen a viajar con la familia y un séquito de amigos y periodistas para significarse como líderes de esta sufrida nación!
¡Por favor!, ya paremos ese “show” de propaganda política en la T.V. con los escasos dineros de este pueblo sustancialmente abandonado y desprotegido. No me siento contenta con hacer este llamado, pero me siento más tranquila al no volverme cómplice con mi silencio.
*En la adversidad, el hombre encuentra su salvación en la esperanza…