Las acciones políticas demuestran actitudes políticas correctas o incorrectas

Por Marcio Enrique Sierra Mejía

En el actual escenario político hondureño vemos políticos que van actuando con acciones que demuestran una actitud correcta para fortalecer la práctica democrática en las instituciones y que ayudan a reflexionar sobre la necesidad de la participación personal y organizada en la política.
Generalmente, nuestra ciudadanía piensa que la participación en política se limita a votar para elegir representantes cada cierto tiempo, a los alcaldes, a los diputados, al presidente y a los designados presidenciales. Empero, en la sociedad política vemos cómo abundan múltiples discusiones, detrás de las cuales, están involucrados sus intereses y los intereses de los demás. O sea, los problemas que tratan pertenecen a todos en común. Los políticos, particularmente los nacionalistas, hacen uso frecuente del concepto de “bien común” para referirse a aquello de lo que se benefician todos los ciudadanos, tales como, los sistemas sociales, las instituciones u otros mecanismos que se crean, y que nuestra población, demanda que funcionen bien porque benefician a toda la gente (sistema de protección social).
En la actualidad, enfrentamos temas o asuntos que de no ser porque el Partido Nacional, está muy bien organizado y se basa en un liderazgo efectivamente acoplado, no se podrían tomar decisiones en bien del pueblo para responderle satisfactoriamente.
La autoridad del gobernante actual es innegable y su influencia en el ámbito social es manifiesta debido al apoyo que ha logrado por la mayor parte de los miembros de la sociedad, quienes se muestran complacidos, con las acciones políticas que emprende. Vemos a un gobernante que evita la desidia y persiste en mantener un esfuerzo de vigilancia ciudadana respecto a las acciones y decisiones de Estado y del gobierno con el claro propósito de hacer que se cumplan los acuerdos propuestos para ejecutar sus planes.
En Honduras, la democracia y la política caminan de la mano. Tenemos un gobierno que se esfuerza por garantizar la participación y la representación de la mayoría y de las minorías. Claramente aún vivimos en una democracia representativa. En la que las iniciativas son compartidas, por parte de los ciudadanos (fusión BANADESA-BANPROVI), las decisiones se acuerdan tomando en cuenta varias opciones, y los acuerdos fomentan la cooperación (salario mínimo).
No obstante, que la política partidaria y la acción política es heterogénea y las decisiones que toman los dirigentes o sus representantes son frecuentemente conflictivas, dado que los partidos de oposición adversan al gobierno con la intensión de ganar posiciones electorales, el Partido Nacional, actúa como buen juicio intermediario en la sociedad promoviendo la elección democrática.
La acción política por lo general colectiva, que ha seguido y sigue el Presidente Juan Orlando, podemos decir que va encaminada a conseguir el objetivo político de reformar o incluso a cambiar radicalmente el orden social, sin causar la destrucción de los adversarios. Los nacionalistas propenden a la acción política no violenta y obran conforme a principios que, en el actual contexto, coinciden con los propósitos que en general son planteados por la ciudadanía. Podemos ver un esfuerzo político encaminado a ejecutar acciones políticas fundamentadas esencialmente en una opción moral; esto es, en la elección incondicional de la no violencia como la forma de actuar en un conflicto (certificación de candidatos, pacto del buen nacionalista, etc.).
Negar que Juan Orlando está comprometido con valores morales como el diálogo, visto como la comunicación con el oponente; el coraje, expresado en el compromiso de no ceder ante el miedo a la violencia ni a la injusticia; y el culto por la búsqueda de la verdad y la persistencia, entendido como el compromiso de perseguir finalidades de largo plazo y explorar sin reposo soluciones que beneficien a las diversas partes de un conflicto: es adoptar una actitud política incorrecta.
El Partido Nacional privilegia procesos de acción política no violentos que superan las posturas que caen en fanatismos ideológicos y la intolerancia como resistencia activa, adoptando para ello, un conjunto de métodos, de tácticas y de estrategias dirigidas a ejercer el poder político y obstruir el poderío de los adversarios. Ejercen una acción propositiva, constructivamente agresiva, capaz de crear conciencia sobre situaciones de opresión e injusticia e, incluso, de alterar el orden de manera no destructiva. Es por ello, que su accionar no violento supone, por lo general, acciones colectivas de carácter masivo, dado que depende del poder social para contradecir a quienes representan puntos de vista opuestos o ante los poderosos o las élites, en lugar de ejercer oposición mediante el uso de la fuerza física se inclinan por acciones políticas pacíficas.
1 CEPAL: Cambio Sociales, Actores y Acción Colectiva en América Latina, octubre 2001