La virgen de Suyapa apareció para proteger a los indios

Contrario a otros países, aquí no se ve a la Patrona de Honduras como pilar de identidad nacional. Por ello se sigue considerando su presencia entre los indios de Suyapa, como un hallazgo – siguiendo el relato de los historiadores, especialmente Juan Valladares – que repite la historia y las justificaciones de quienes despojaron a los indígenas de sus tierras. Con lo que se pone en duda cosas elementales en teología: la soberanía de Dios, la vocación protectora de la Madre de Dios para acompañar a los desvalidos y las tesis modernas de la justificación de la salvación. Dios ha creado el cielo y la tierra. La virgen María fue el vientre que preservó el cuerpo del hijo de Dios, enviado para salvarnos. Ella, se tornó entonces, en una fuerza salvífica, destinada a proteger a los más débiles. Por ello en el mundo católico la virgen María, expresa su voluntad de protección de los indios mexicanos y se le aparece a Juan Diego, un santo que aunque no tiene iglesias; pero sí seguidores en México especialmente —la popularidad de la virgen María, en algunos momentos supera a la de su hijo. Y la justificación de la salvación está en la voluntad misericordiosa de Dios y no en lo que hagamos o dejemos de hacer.
Entre nosotros, la virgen María de Suyapa, teológicamente carece de voluntad –fuera de regresar mientras es rechazada inconscientemente por a quien incomodó el sueño– para entregarse a un pueblo que sufre los embates de los que les han quitado sus tierras. Con lo que, tal explicación, con la cual se pretende justificar a los terratenientes y negarle el derecho a los indios laboríos de Suyapa que para cuando se les aparece la virgen, viven tan incomodos que, Colindres y Martínez, tienen que ir al Piligüin a cultivar los granos básicos, porque sus tierras se las han quitado los Midence, los Zelaya y otros terratenientes, que incluso llegaron a comprarle a sacerdotes que vendieron lo que no les pertenecía. Dirán muchos que esas fueron cosas del pasado. Y es cierto. Pero si fueron cosas del pasado y el concepto del hallazgo, fortuito, sin voluntad de la virgen María, corresponde a un tiempo en que los historiadores justificaron la apropiación de las tierras, arrinconando a los indios a laborar tierras cada vez más alejados de sus viviendas, porque insistimos ahora, en la tesis del hallazgo. Está bien que se haya inventado el hallazgo para justificar el pasado; pero el concepto no tiene justificación en los tiempos que corren. Las visiones teológicas y los estudios históricos han variado sus perspectivas. La virgen ama a su pueblo, no por accidente, sino en ejercicio de su voluntad, que quiere ahora protegernos no de los terratenientes, sino que de los buscan que perdamos la fe, que menospreciamos el hecho grandioso que haya escogido a un pueblo nuestro, para por medio de ellos protegernos a todos nosotros.
No soy teólogo. Ni, “historiador eclesiástico”. Soy un católico de a pie, común y corriente, sin problemas de fe más allá del miedo a la muerte, al cual los “señores” de la Iglesia le dispensan el saludo normal, que simplemente quiere que pasemos de la instrumentación de la virgen María por los terratenientes de 1847, a una nueva interpretación moderna y consecuente con la realidad, en que es la voluntad de la Madre de Dios la que escoge, en la persona de los indios de Suyapa, al pueblo hondureño para acompañarlo y protegerlo. Es mucho pedir que la virgen de Suyapa sea realmente nuestra, del pueblo de Dios, no porque la encontramos como un incómodo objeto arrojadizo, para transformarla en la fuerza que nos une y nos protege del mal, arropándonos con su manto y dándonos el ánimo cuando en las vueltas del camino perdemos la fuerza ¿Qué tiene de malo, darle teológicamente un enfoque diferente a las relaciones entre la virgen de Suyapa y su pueblo?
No creen, hermanos católicos, sacerdotes “servidores” como recomienda el Papa Francisco desde Roma, que es la hora de devolver la virgen de Suyapa a los indios y al pueblo hondureño, por medio del simple respeto de su voluntad. Y que en vez de hallazgo en un camino, fue voluntad suya aparecérsele a un pequeño pueblo de indios, que nos representan a todos. Así la virgen de Suyapa dejará de ser los descendientes de los encomenderos y cobradores coloniales de tributos que despojaron a los indios de Suyapa de sus tierras, para ser la Madre de Dios que nos escogió a todos, a todos los hondureños, para protegernos y llevarnos al reino de los cielos ¿Les irrespeto con esto? Si es así, mil disculpas, de rodillas. (JRM)
Tegucigalpa 29 de enero de 2017