La poesía y la política

Por Patricia D´Arcy Lardizábal

El gran Víctor Hugo dice: “L´Art c´est l´Azur” (El arte es el azul). Cualquiera podría decir también que es lo verde, lo amarillo o lo rojo, podría ser para otros poetas y almas sensibles, pero el gran Rubén escogió el azul, “azur”, según él por ser más poético -y en él trata de abarcar lo ideal, lo infinito, la serenidad del cielo sin nubes, la luz difusa, la amplitud vaga y sin límites, donde nacen, viven y se mueren los astros evocando esa palabra que le dio el nombre a su famoso libro “Azul”, que publicó en Sur América ya que el famoso poeta nicaragüense pasó varios años como periodista en Santiago de Chile, Valparaíso y Buenos Aires, regresando a Nicaragua a finales de 1889.
Se sabe que durante su estancia en Chile editó la revista “La Época” en donde inició la búsqueda de renovadas fuentes de inspiración, lo que dio origen al estetismo, que constituye, según los entendidos la esencia del trabajo de Darío que logró transmitir en su nuevo estilo poético en el que destacó la belleza plástica de sus frases el exotismo y los efectos rítmicos que fueron incorporados, con su influencia en su idioma.
Es en ese momento, como resultado de esta influencia que sale a la luz pública en 1888, esa famosa colección de versos y ensayos en prosa corta con el título de “Azul”, con lo cual introduce el modernismo a la literatura española lo que marca y abre las puertas de la fama y el reconocimiento de su prodigioso talento.
Por otra parte otro poeta, esta vez hondureño y extraordinario, Luis Andrés Zúñiga, le dedica a Víctor Hugo su famoso poema “Águilas Conquistadoras”, donde refiere que un día, zarpó un barco de la vieja Inglaterra, con rumbo al occidente hacia ignorada tierra que hallábase escondida tras las curvas del mar, cargado de tristes emigrantes que salían a buscar tierras distantes para encontrar una patria, para formar un hogar… al fin sus ojos vieron una costa florida, fecunda, bella y vasta, esa tierra prometida era la América libre que les reservaba Dios. Como robusto roble que un día creciera o singular producto de monstruosa aleación, ese continente, esa tierra prodigiosa se tornó de improviso en pujante nación.
Por esa época a su vez surge de Juticalpa, departamento de Olancho, Froylán Turcios -quien en San José de Costa Rica, con su horizonte creativo que jamás anochecía, cultivó la poesía, la novela con el periodismo, la conversación y el cuento e inclusive en su trabajo literario, la mejor limosna, introdujo el relato corto en la narrativa hondureña. Froylán se cree fue el mejor escritor hondureño mejor relacionado de su tiempo, lo que se puede apreciar y comprobar en la correspondencia sostenida con los intelectuales iberoamericanos y europeos y en la que sobresale en su correspondencia con Augusto César Sandino.
Ese conjunto de cartas privadas que publicó nuestro dilecto amigo, poeta Roberto Sosa, (QDDG) “El álbum secreto de Froylán Turcios”, con su enorme valor literario, muestra el talento y la convicción de sus ideas inclusive en un momento, antiyanqui lo que produjo un enfrentamiento como escritor y la comunidad en la que le tocó vivir, pero que no pudo restringir el principio de la libertad que él publicó en su doble ejerció político y artístico obra y conducta integradas en su vida, lo que llegó a convertirle en un símbolo del intelectual centroamericano comprometido en la labor de la defensa de la soberanía y la autodeterminación de estos pueblos de la región centroamericana.
Sin embargo estos tres brillantes poetas no pudieron triunfar en política, a todos ellos les fue muy mal, al grado de que, hasta el final de su vida les acompañó la pobreza. Todos ellos no obstante, murieron sosteniendo sus convicciones que para los mismos, constituye la verdadera riqueza. Es la diferencia entre el alma y la paga.
Para muchos, así como para los poetas, la política es un arte, y afirman que tiene más de arte que de ciencia. Cada quien en su espacio y en su tiempo. Los estadistas sostienen que ninguna sociedad puede vivir sin un ideal que la inspira y un conocimiento claro de los principios que guían su organización. Hoy en la crisis en que nos encontramos sumidos, tanto los poetas como los políticos y especialmente los estadistas deben recordar que los períodos de las grandes civilizaciones son aquellos donde las dos condiciones mencionadas son reunidas.
Los hondureños debemos saber, o al menos tomar en cuenta que en los actuales momentos hay que saber cuáles son los principios con que somos gobernados y hacia dónde nos llevan para poder definir el futuro a que nos dirigimos.
Ante tales alternativas, como hondureña, me he acostumbrado a no olvidar la perspectiva que fija la historia, ya que la tradición y costumbre de un pueblo tenemos que dimensionarlos para detectar a partir de qué momento vamos a escoger ser gobernados por instituciones democráticas o vivir como ahora en la anarquía.
Al hacer un parangón entre los poetas y los políticos escribo sin dudas con fundamento en la historia que nos ha tocado vivir, que siendo poeta o político, debemos de buscar soluciones a los problemas concretos que Honduras vive; es tiempo de preguntarnos cómo los hondureños concebimos la democracia, y al mismo tiempo dónde estamos ubicados y para dónde vamos.
En otro de nuestros artículos trataremos de buscar esa añorada ruta, especialmente ahora que se abre un nuevo proceso electoral que va a definir con quién vamos y con quién no vamos, pero sobre todo para dónde va nuestra amada Honduras, ella es nuestra prioridad, no son los intereses mezquinos de políticos ambiciosos que retumban en los medios escritos y hablados día y noche, ofreciendo la luna y las estrellas a los pobres hondureños, algunos ignorantes que con su mirada divagada les creen a cambio de dádivas, pinches bolsas solidarias y 50 lempiras devaluados para matar el hambre que les corroe las entrañas.
Perdónalos Dios mío porque sí saben lo que hacen…