El comerciante palestino Emilio S. Kafie tiene prohibición de ingresar a Honduras

De la correspondencia de Fernando Zepeda Durón.
Ismael Zepeda Ordóñez
COMERCIANTE
——— ENTRE ———
EL SALVADOR Y HONDURAS
La Unión, (El Salvador), 27 de septiembre de 1943.
Señor don
Fernando Zepeda Durón.
TEGUCIGALPA
Digno y buen amigo:
Me encuentro en una situación comprometida, para mi persona y mis intereses y en tal circunstancia acudo, a Ud. descansando en sus francas y sinceras manifestaciones amistosas para rogarle su amable gestión en mi favor.
Como se lo anuncié en mi telegrama que le envié de Amapala y que Ud. amablemente me contestó, a mi regreso a ese país encontré que una orden del señor Comandante de Armas había ordenado no se me permitiera la entrada. No me quedó más remedio que volverme a La Unión dejando en San Lorenzo una gran cantidad de mercadería en completo abandono y a la intemperie y como es lógico, expuesta a sufrir graves e irreparables perjuicios, con lo cual se me coloca en el peligro de un desastre comercial, porque esa mercadería la llevo al crédito que no sé cómo lo solventaría en caso de una gravosa pérdida.
Usted sabe, mi buen amigo, que yo soy un hombre entregado al trabajo, alejado completamente de toda sospecha en cualquier terreno, respetando al Gobierno, a las autoridades y a la sociedad donde convivo, porque de tal manera correspondo como se debe la hospitalidad amplia y generosa que me ha brindado ese país. Para comportarme de tal manera me siento obligado tanto por las amabilidades de que estoy rodeado como también porque la mujer que es mi compañera en la vida es de pura cepa hondureña. Ya ve, mi buen amigo, si no tengo para estar dolido ante la incertidumbre en que me coloca la prohibición referida, pues si no llego a atender mis negocios las pérdidas que sufriría no es remoto me llevarán a un apuro económico, toda vez que se me dificultara hasta de responder honradamente de mis créditos.
En esta fecha y por este mismo correo me dirijo al señor Presidente de ese país en súplica de que interponga sus buenos oficios ante el señor Comandante de Armas para que sea retirada la prohibición de mi ingreso al país y le expongo lo que a Ud. expongo en la presente, y le ruego que Ud., a su vez, haga una de sus valiosas gestiones en donde Ud. lo crea conveniente y efectivo, para poder conseguir entrar nuevamente al país.
Protesto a Ud. estimado amigo, que en mí no encuentro haber dado motivo que me haga acreedor de la medida que sufro.
En espera de que Ud. me favorecerá con su atención, quedo siempre su servidor y devoto amigo, (f) Emilio S. Kafie.
C.S. KAFIE E HIJOS
Comerciantes entre El Salvador y Honduras
Residencia, San Salvador, CA.
San Lorenzo, D.L. 21 de octubre de 1942.
Señor don Fernando Zepeda Duron.
Tegucigalpa, DC.
Distinguido ciudadano y apreciable amigo:
Por la urgencia imperiosa tuve que salir de esa el lunes pasado sin poder tener el gusto de despedirme de Ud., y ponerme a sus órdenes; pero sí tuve la ocasión de ver al señor don Ismael Gómez, el gerente de la Empresa Nacional, y a este le he suplicado hacerle presente a Ud., el motivo de mi viaje y que a la vez le presentara a Usted mis agradecimientos y cordial saludo.
Si me retiro para El Salvador, dejando en sus dignas manos mi asunto el cual creo que será arreglado dado el caso de su buen deseo y alta influencia, y por consiguiente ruégole su valiosa gestión y cuyo resultado espero que me le comunique al señor Bonilla o a la Agencia Nacional para que me lo transcriban a San Salvador hasta el 10 de noviembre próximo. Yo ya escribí al General pidiéndole una entrevista, pero desgraciadamente cuando mandé a dejar la carta a su casa, que eso fue el viernes de la semana pasada no se encontraba el señor en su casa, y como antes le manifesté por necesidad imperiosa tuve que regresarme, no he sabido el resultado de mi carta.
Me retiro abrigando la confianza que Ud., defenderá mis intereses y al mismo tiempo intereses de la misma Agencia Nacional, servicio que comprometerá la gratitud de este su humilde amigo y seguro servidor. (F) Camilo S. Kafie.
DISTRIBUIDOR DE MERCADERIAS EN GENERAL
La Unión, noviembre 10 de 1942.
Señor Don
Fernando Zepeda Durón
Tegucigalpa. DC.
Señor de todo mi aprecio.
De la manera más atenta me dirijo a Ud. para saludarlo y al mismo tiempo quiero aprovechar la oportunidad para suplicarle el siguiente favor, favor que, como es natural y lógico suponer, yo agradeceré sincera e infinitamente por ser de incalculable valor para mi persona y para mis intereses.
Como Ud. ha de recordar, antes de hacer mi viaje para esta República, tuve el honor de hacerle una visita y durante ella me permití exponerle la situación dificultosa en que me encontraba, injusta e inmerecidamente, y Ud., con toda gentileza, ofreció arreglármela.
En cuanto llegue a San Lorenzo le envié un mensaje telegráfico, reiterándole mi súplica, mensaje que Ud. se dignó contestarme en términos favorables a mis deseos y animado por esta esperanza, en cuanto llegué a esta República, di principio a mis transacciones comerciales confiando en que, mi regreso a ese territorio no tendría obstáculos, pues los que existían, ya habían sido salvados gracias a su valiosa y prestigiada cooperación.
Mis operaciones comerciales, esta vez, han sido mayores ya que tengo adquiridos cerca de setecientos bultos de mercaderías los cuales están listos en este Puerto para ser embarcados con destino a varios comerciantes residentes en distintas plazas del territorio hondureño, embarque que no se ha podido hacer motivado a la prevención que, por medio de mi hermano Camilo, me ha mandado a hacer el señor Mayor de Plaza de Amapala de que se me regresará, con mis mercaderías, si pretendo ingresar a esa República. Estas operaciones comerciales las he hecho mediante fuertes compromisos pues he tenido que firmar letras, con plazos determinados y la demora de mi viaje es para mí económica y moralmente gravosa.
Como Ud. comprenderá, distinguido señor, la prohibición a que se me sujeta es injusta e inmerecida, como dije antes, puesto que, durante los largos años que tengo de transitar y traficar en Honduras, jamás he faltado a la fiel observancia de sus leyes, al respeto y consideración que se merecen sus funcionarios y a la hospitalidad y confianza que se me han brindado por parte de sus habitantes y afecta hondamente no solo mis intereses materiales de negociante, sino que también, y esto es lo más delicado del caso, mi reputación y prestigio de hombre de sanos principios y de buena voluntad en la lucha por la vida y por consiguiente se me coloca en una situación muy reñida con la ecuanimidad conque tengo derecho a ser tratado.
Por otra parte, Distinguido señor Durón, mi señora es hondureña por nacimiento y reside en esa Capital junto con mi demás familia; en compañía de mi cuñado, hermano de mi mujer y hondureño como ella, tengo establecida una tienda de comercio en el pueblo de La Alianza, que gira bajo la Razón Social de “Sebastián Cruz y Cía.”, establecimiento que está en una casa de mi propiedad, recientemente construida.
A más de los motivos expuestos, en mi viaje anterior dejé expendidas varias mercaderías en algunas plazas de la Costa Norte por valor de cinco o seis mil lempiras y me es absolutamente necesario llegar a dichos lugares a fin de hacer efectivos los créditos que concedí, pues de lo contrario sería, si no imposible, sumamente difícil para mí el apercibimiento de los dineros que se me adeudan.
Tanto por las razones apuntadas como por un principio de justicia universal, muy encarecidamente le ruego se digne gestionar con el señor General Don Calixto Carías para que ordene al Mayor de Plaza, levante la prohibición a que se refiere la prevención a que he hecho referencia y se me permita ingresar al territorio nacional en el libre ejercicio de mis actividades comerciales.
Confiando en que Ud. se prestará gustosa a interceder en mi favor en el conflicto en que me encuentro, me permito expresarle anticipadamente mis agradecimientos más cumplidos y rogarle, a la vez, se digne aceptar las seguridades de mi más distinguida consideración.     Su affmo y S.S. (f) Emilio Simón Kafie