¡El que guarda siempre tiene!

La vida nos da oportunidades, temores al futuro, supuestos injustificados, creencias, malas costumbres, mañas… situaciones que por lo general son generadas por la ansiedad de necesidades materiales a futuro; no solo me refiero a aspectos monetarios, sino que también: muebles, repuestos, herramientas, “recuerdos”, ropa, zapatos, pensamientos, libros… en fin, todas aquellas cosas que supuestamente nos darían seguridad, comodidad, satisfacciones, garantizar nuestro futuro… nuestra mente volátil y sin límites! nos engaña y orienta a guardar, acaparar, almacenar… “cosas” que podría llegar a satisfacer una necesidad futura.
Esta oración ¡el que guarda siempre tiene! mi abuelo materno “don Lencho”, la vivió y su práctica la transmitió a tres generaciones. Recuerdo sus bodegas donde ¡todo se encontraba para solucionar una situación repentina! un martillo, un clavo, un codo… etc., para esa solución momentánea tenía tres bodegas… Mi tío Betón, al igual que su padre, tenía una enorme bodega… pero lo interesante fue, que por lo común, cuando  buscaba “lo necesario” ¡no lo encontraba! Y tenía que salir a comprarlo; lo peor, acompañado de la angustia ¿dónde lo puse…? ¡Qué barbaridad que se me olvidó dónde la coloqué! ¡Me lo traspusieron!
Sumado a lo anterior, ¿cuánto espacio ocupan un sinnúmero de objetos, en nuestras casas? Las guardamos sin ningún sentido y sin futuro. Llegando a lo ermitaño, acompañado de polvo, trabajo… Sabiendo que muchos de estos artículos pueden brindar o dar soluciones a varias personas. En el fondo actuamos con egoísmo… ¡Aunque no lo aceptemos!
Amigos los invito a que se despojen de esa enormidad de recursos que tienen en sus bodegas, roperos, libreros y que le puedan ayudar a un necesitado… Seguro estoy que se sentirán ¡más livianos! Y que sus acciones contribuirán al mejor ornato de su vivienda y apoyarán a varios compatriotas ¡el que guarda siempre tiene! Para él y para los demás…
Óscar Rolando Matute B.
Comalí, San Marcos de Colón