Narcotráfico

Realmente no hay ninguna sorpresa. Mucho de lo que Devis Rivera Maradiaga ha revelado relacionado con el crimen organizado, la Policía, la política, el poder y los negocios, ya eran conocidos. Quizá desde hace alrededor de diez años hay certeza en Honduras sobre la capacidad que ha tenido el narcotráfico de controlar espacios importantes de la vida del país, sobre los cabecillas que controlan el negocio desde la política. Se sabe ya tiempos sobre la manera en que operan las bandas en las diferentes regiones del país.
Los términos narcodiputados, narcoalcaldes, narcopolicías, narcofuncionarios y narcoempresarios son términos que no flotan en el aire. Son parte de la mordaz opinión de la gente que se los acuñó a personas con nombres y apellidos, a quienes se les conoce el sucio juego del narcotráfico y lavado de activos. Ahora las declaraciones de Rivera Maradiaga, frente a la justicia norteamericana, vienen a ponerle un grado más de tangibilidad a todo lo anterior que se rumoraba entre la gente.
Me atrevo a afirmar además que incluso para los que están ahora abiertamente señalados tampoco ha sido una sorpresa. Ya lo esperaban; temían que ocurriría pero no sabían cuándo. Y es que pese a la impunidad que ha existido en nuestro país, se percibe que hay un clamor fuerte por aclarar, acusar, someter a la justicia a los que delinquen. Han sido muchas las víctimas, las injusticias, los asesinatos que se han cometido y a ese sentimiento de repudio que va calando lentamente en la sociedad, no hay nada que lo pare.
Habrá incluso algunos que sostuvieron el aliento frente al testimonio de delito que desenrolló el ahora informante de la DEA en los tribunales norteamericanos, temiendo aparecer untados. Pero quizá no es el momento para que todos aparezcan. A saber por qué. O quizá sea parte de la trama calculada, interesada y contradictoria que van desarrollando y entregando al público desde los centros de inteligencia de los Estados Unidos.
Con este testimonio de Devis Rivera Maradiaga se demuestra que los que han gobernado nuestro país, entre ellos Pepe Lobo, han caído sumamente bajo traicionando la confianza depositada en ellos. Antes el repudio era porque los gobernantes recibían sobornos de las cúpulas del poder económico que conseguían a través de eso lo que deseaban. Los últimos gobiernos quedarán en la historia por algo parecido: por los sobornos que recibieron de los capos del narcotráfico para seguir delinquiendo y no ser extraditados.
Rafael Delgado
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San Pedro Sula