Vuelve a llover…

Por: Jonathan Roussel

A mitad del siglo anterior, un poeta de Comayagüela, don Constantino Suasnavar, nos dijo: “vuelve a llover en Teguz…” y en efecto el vate se regocijaba por el retorno de la bendita lluvia, que refresca, regenera y limpia.

Decimos con frecuencia que no estamos listos para el verano y tampoco para el invierno. Esa aseveración no gusta a los ciudadanos pero no hay remedio. Solo estamos preparados para quejarnos. Culpamos al Niño, la Niña, al Niño costero y ahora al cambio climático.

El ser humano necesita la lluvia y siempre ha luchado, utilizando diversos e ingeniosos medios para saber cuándo lloverá. Por ejemplo recordando qué pasó el año anterior. Otros mirando las señales del cielo. Unos bailando la danza de la lluvia y otros casi adivinando el futuro o invocando a San Isidro Labrador. Y lo más importante con paciencia aunque ahora esta se mide en segundos y sería mejor medirla a la antigua.

Y ya más avanzadas, las ciencias meteorológicas utilizan equipos modernos para hacer lo que llamamos “pronóstico del clima”. Copeco tiene tecnología de punta para esos menesteres y el personal mejor preparado para observar y pronosticar diariamente. Pero esa información la desperdician los medios publicando inoportunamente los pronósticos y repitiéndolos constantemente, aún cuando hayan expirado. Lamento decirlo, pero las y los periodistas que leen esos pronósticos parecen no tener ni la menor idea de lo que hacen.

En realidad me gusta más con el canto de las chicharras. Hacen ruido con el calor llamando a las hembras y dejan de hacerlo cuando enfría. Y en muchos lugares se han callado. Señal de lluvias.

El almanaque de Bristol ya había dicho que por estos días caerían tormentas y han caído.

Volvamos a la ciencia meteorológica. Señal irrefutable es la organización del frente íntertropical de convergencia. Vientos cálidos del norte se unen con vientos fríos del sur. Esta unión ocurre en la zona ecuatorial y suben hasta esta latitud centroamericana, entonces completan la unión: invierno declarado. Hoy ya hay señales que eso está ocurriendo.

Fácil es comprender que la Secretaría de Agricultura y Ganadería no se atreva a declarar el inicio del invierno porque puede significar pérdidas para los hombres del campo. Mejor hacerse los desentendidos y esperar que cada quien tome su riesgo, aunque anunciarlo a tiempo podría representar algunos logros importantes en las cosechas.

Cuando buscaba información sobre la materia me encontré, vía correo electrónico, con el doctor en teología Ramón Osorio quien vive en Georgia, USA. Le hice preguntas y me envió un versículo bíblico que resume toda mi inquietud.

Santiago 5:7 “…por tanto, hermanos, tened paciencia. Mirad como el labrador espera el precioso fruto de la tierra aguardando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana o la tardía. Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite”.

No nos quejemos por la lluvia, mejor preparémonos para recibirla por lo que es: bendición de Dios. Gocémonos por el fruto de la tierra y ojalá nuestros hermanos del campo sigan produciendo nuestro pan diario.