Paraguay, Honduras y la reelección

Por: Óscar Lanza Rosales
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Después de los violentos disturbios que se produjeron en Asunción, Paraguay, el pasado 31 de marzo, donde una multitud indignada incendio el edificio del Congreso de ese país, el presidente Horacio Cartes anunció mediante un comunicado que desistía de su reelección en las elecciones presidenciales de 2018, pero culpando a los medios y a la oposición por los disturbios.

Estas protestas fueron generadas cuando el Senado aprobó un proyecto de enmienda constitucional que habilita la reelección presidencial, incluido al actual presidente Cartes. Un proyecto que debería pasar por la Cámara de Diputados y luego ser enviado al Tribunal Superior de Justicia Electoral, que convocaría a un referéndum para aprobar la reelección, hasta ahora prohibida por la Constitución.

Este proyecto fue el resultado de un pacto calificado de insólito entre el oficialista y conservador Partido Colorado que lidera Cartes y  el izquierdista Frente Guasú que lidera el exmandatario Fernando Lugo. Ambos políticos tenían la intención de ser candidatos en las elecciones presidenciales de 2018.

Como ustedes recuerdan amigos lectores, el exobispo Fernando Lugo, fue mandatario de ese país de 2008 a 2012, siendo destituido por el Congreso de su país, casi en las mismas circunstancias que “Mel” Zelaya en Honduras en junio de 2009. Ambos eran seguidores del Socialismo siglo XXI del fallecido Hugo Chávez.

En cuanto a Cartes, ha sido un reconocido empresario del tabaco y dirigente deportivo en su país, con muchos antecedentes con la justicia. Según Wikipedia, en 1985 fue condenado por estafa al Banco Central de Paraguay por un monto aproximado de 34 millones de dólares. Estuvo prófugo de la justicia paraguaya por 4 años. En 2008 finalmente fue sobreseído por la Corte Suprema de Justicia, lo que el Banco Central consideró inconstitucional. También fue investigado por la DEA por lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas. En el 2000 fue capturada una avioneta de su propiedad con muchos kilos de marihuana y cocaína.

Posterior a este anuncio del presidente Cartes que desiste de su reelección, Paraguay ha vuelto a la calma. El secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha sido el primero en elogiar a Cartes, por desistir en su proyecto de reelección y poner fin a la crisis política.

Según Almagro, “El presidente (Cartes) ha demostrado una vez más un espíritu cívico superior y ese paso adelante fortalece el sistema político del Paraguay”.

He tratado este tema el día de hoy porque tiene muchas similitudes con el caso de Honduras, donde el Presidente actual se considera estar sobre su Constitución. La primera vez lo hizo cuando se hizo elegir diputado a pesar que nuestra Carta Magna se lo prohibía. Y ahora que sus incondicionales magistrados de la anterior y actual Corte Suprema de Justicia le conceden sus deseos a la reelección, no obstante la prohibición de la Constitución al igual que lo que sucede en Paraguay, con la diferencia que allá sí se rebelaron contra el usurpador, contrario a nuestro pueblo que a pesar de las circunstancias sigue siendo pacifista y generoso.

Miren que coincidencias, que en ambos países el partido conservador gobernante para cometer su zarpazo contra la ley, hace alianza con su aparente enemigo partido de la izquierda y leal seguidor del Socialismo del siglo XXI. En Paraguay en forma explícita, en Honduras de manera tácita entre Partido Nacional y Libre.

En Paraguay, el secretario de la OEA Almagro elogia a Cartes por su rectificación, mientras que en Honduras se vuelve cómplice al no pronunciarse sobre las pretensiones ilegales de Hernández, y por contribuir a apaciguar los ánimos del movimiento de indignados, al dorarnos la píldora con su inofensiva MACCIH.

Miguel Gomis Balestreri, autor del interesante ensayo “Gobernabilidad en Honduras y Paraguay: Reforma pública y cooperación internacional en rupturas presidenciales”, en que analiza los eventos de 2009 y 2012, y que los presidentes Zelaya y Lugo se vieron involucrados, dice que entre Honduras y Paraguay, hay más cosas en común de lo que uno pudiera pensar. Por ejemplo al pasear por las calles de Asunción, el visitante tiene en mente un paseo por alguna ciudad centroamericana. Y en cuanto al desarrollo, ambas naciones tiene un modelo económico altamente excluyente, prevalece la desigualdad y extensa pobreza y sus élites se perpetúan en el poder político y económico. Ambos tienen claras debilidades y disfunciones institucionales, evidente debilidad estatal y la misma trayectoria de sus sistemas de partidos políticos.

Pero sí hay una diferencia: mientras los hondureños seguimos siendo pacientes con los usurpadores, los paraguayos se han vuelto intolerantes.