Trasladados a “El Pozo” 378 “paisas” violentos

Con un gran hermetismo y una intervención bien planificada, autoridades de la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina), ejecutaron este martes la segunda parte de la Operación Arpía, mediante la que trasladaron a 378 reos denominados “pesetas” desde el Centro Penal de San Pedro Sula hacia “El Pozo” de Ilama, Santa Bárbara, como parte del reordenamiento que realiza el gobierno en cárceles del país, para tratar de disminuir el índice delictivo.

Según las autoridades, muchas muertes de alto impacto, extorsión, secuestros y otros delitos, se ordenan desde el interior del presidio.

Indicaron que, por tal razón, hace más de un mes se realizó la primera parte de la operación con el traslado de 756 presos a la misma cárcel de máxima seguridad, los cuales forman parte de la pandilla la 18 y la Mara Salvatrucha 13 (MS-13).

La Operación Arpía, se planificó en varios días, por lo que, se hizo un estudio de las rutas y el tiempo que se tardaría el contingente en llegar a “El Pozo”, donde los reclusos están prácticamente aislados como sucede en países desarrollados.

De la misma forma, se realizó la continuación de esa operación, por lo que, efectivos de la Policía Nacional y Militar, se apostaron en el recinto para iniciar la revisión de los presos que serían trasladados.

EXPANDILLEROS Y EXMAREROS

Otros 378 privados de libertad fueron trasladados a “El Pozo”.

Cuando ya estaban listos los privados de libertad de los módulos 19, 24 y 25, en los que permanecían exintegrantes de la pandilla la 18 y de la MS-13, conocidos ahora como “pesetas”, los uniformados comenzaron a abrir un boquete en uno de los muros del presidio por donde los sacaron para luego ser subidos en convoyes.

Uno a uno y bajo fuertes medidas de seguridad, los presos vinculados en delitos graves, salieron abordando los camiones militares.

A pesar que llevaban sus manos sujetadas con aros de presión de metal, los efectivos los ataron al asiento de hierro con cintas plásticas, al igual que sus pies, para evitar que intentaran escapar.

Los convictos denominados “pesetas” fueron sacados por un boquete del muro del penal.

Una vez que los 16 camiones estaban llenos, salieron resguardados por policías y militares que se conducían en motocicletas, vehículos pequeños y hasta en helicóptero.

Con el traslado de los 378 convictos, suman mil 134 que han sido llevados del penal sampedrano hacia “El Pozo” que es muy temido, pues tiene férreos controles.

DISMINUCIÓN DE DELITOS

“Esta operación es parte del reordenamiento que se está realizando en las cárceles del país, pues poco a poco los reos que se encontraban en el Centro Penal de San Pedro Sula, se están trasladando a otros centros penitenciarios, especialmente a El Pozo”, dijo el subteniente José Antonio Coello que es uno de los portavoces de la Fusina.

Algunos reos optaron por llevar como recuerdo medallas conmemorativas, a pesar que en la nueva cárcel ya no las portarán.

Refirió que, “debemos destacar que desde que se hizo el primer traslado, los índices delictivos en la zona norte han bajado considerablemente, por lo que, se espera que los mismos sigan en ese ritmo para garantizar la seguridad de la población”.

Hizo hincapié que entre los reos que fueron trasladados a “El Pozo”, se encuentran algunos de alta peligrosidad, los cuales ya no gozarán de las comodidades que tenían en el penal sampedrano.

Añadió que los registros sorpresivos y de control, se continúan haciendo en ese recinto para evitar que enrejados tengan en su poder armas de fuego, cortopunzantes y otros objetos que puedan usar para poner en peligro la vida de otros reclusos o personal penitenciario.

FAMILIARES SE OPUSIERON

La impresión de saber que no volverán a ver a sus seres queridos, provocó desmayos entre los familiares.

El nuevo traslado a “El Pozo”, causó desesperación e indignación entre los familiares de los reclusos, quienes no pudieron contener el llanto al ver que sus seres queridos eran llevados a la cárcel de máxima seguridad.

Algunos de los parientes comenzaron a gritar “no se los lleven”, en medio del llanto y la desesperación, arrodillándose sobre el pavimento, pues lamentaron que no pudieron despedirse de ellos.

La angustia entre los familiares, fue tal que algunos permanecían sentados en las aceras de las calles cercanas al penal, llevándose las manos a sus rostros.

Otros caminaban, mientras que algunos corrían de un lado a otro, tratando de saber si entre los trasladados se encontraban sus parientes.

Entre los nuevos inquilinos de la cárcel de máxima seguridad, se encuentran algunos de alta peligrosidad.

Los desmayos no pudieron faltar, pues la madre de uno de los presidiarios, repentinamente se desvaneció, cayendo al suelo, por lo que, tuvo que ser auxiliada por personal del Cuerpo de Bomberos.

“No es justo que se los lleven y sin avisar, porque independientemente de las cosas que han hecho, son seres humanos, ni siquiera los vamos a poder ver”, dijo muy molesta una de las familiares de uno de los enviados a Ilama.

El Centro Penal de Sampedro Sula contaba con una sobrepoblación de más de tres mil presos, pero el traslado de más de mil, ha descongestionado considerablemente las instalaciones.

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