El regreso de Maria Sharapova

Maria Sharapova lo tenía todo, fama, dinero y el reconocimiento de un público entregado a una larga carrera que inicio en 2001, en la que llegó a ser la número uno, ganó cinco Grand Slam y se convirtió en la tenista más mediática del siglo XXI.

Pero su “cuento de hadas” se desvaneció tras un control de dopaje en el Abierto de Australia de 2016, un positivo por consumo de «Meldoium», un fármaco cardiovascular prohibido por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y que ella tomaba desde hacía diez años.

La sanción de quince meses impuesta por el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) terminó el 26 de abril, siete días después de que la tenista rusa cumpla 30 años, un gran regalo de cumpleaños, aunque todavía con la herida abierta por su dopaje, un extraño caso del que no se siente avergonzada y se defiende con fuerza.

«He jugado este deporte con tanta integridad y tanta pasión que, al principio, no era capaz de comprender cómo alguien podía creer, teniendo en cuenta la forma en la que compito y cómo entreno, que yo tomaría el camino fácil», admitía en una entrevista a la revista Vanity Fair.

Sharapova vuelve a jugar al tenis y, con ella, sus famosos gritos en la pista. La tenista rusa ha sido autorizada por la Asociación de Jugadoras (WTA) para recibir invitaciones y poder participar en torneos. Ya ha confirmado su presencia en el Porsche Tennis Grand Prix de Stuttgart (Alemania), el mismo 26 de abril; y en el Mutua Madrid Open (del 5 al 14 de mayo), aunque estas invitaciones no han agradado a muchas de sus rivales y compañeras.

Imagen de archivo de Maria Sharapova en la alfombra roja de la Gala Met el 2 de mayo de 2016, en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (EE.UU.). EFE/JUSTIN LANE

La danesa Caroline Wozniacki ha sido una de las que se ha expresado en este sentido. “Cuando una tenista ha sido sancionada por dopaje, debe empezar desde abajo y luchar», dijo Wozniacki en Indian Wells.

Sharapova respondía, sin citar a nadie, en “Vanity Fair” diciendo: «tengo mucho respeto por otros tenistas porque entiendo sus vidas, sé el sacrificio que hacen, pero no quiero ser su amiga, no tengo interés».

La tenista rusa también se defendía de la imagen de deportista fría y distante que tiene en el circuito tenístico, donde pocas o muy pocas de sus compañeras son amigas.

«Cuando entro en el vestuario, voy a hacer mi trabajo. Salgo a la cancha y me voy. Yo quiero ser profesional. Si me dijeran que no lo soy, eso me haría daño. Pero si la crítica es porque no tuve una conversación en la ducha, no pasa nada, puedo soportarlo».

Sharapova, que según Forbes ha ganado más de 300 millones de dólares en su carrera, se ha tomado muy en serio su vuelta a las pistas porque, según ha manifestado, nadie le va a decir cuándo tiene que retirarse.

Desde hace meses, la tenista rusa cuelga fotos y vídeos en su cuenta de Twitter de sus duros entrenamientos en las playas de California, porque «juego por mí misma. Años atrás pensaba en el final de mi carrera y, ahora, ni siquiera se me pasa por la cabeza. Cuando esté preparada para terminar, lo sabré», explicaba en la entrevista a “Vanity Fair”.

«Si tuviese miedo, no volvería. Nadie me dijo: `Maria, tienes que volver en abril´. Podía elegir. Si no gano un partido, no es un fracaso. He ganado cientos de partidos», añadía. “Estoy deseando saber a dónde me llevan mis pasos ahora».

La tenista rusa Maria Sharapova habla en una rueda de prensa, el 7 de marzo de 2016, en Los Ángeles (Estados Unidos), donde anunció que ha dado positivo en un control antidopaje al que se sometió durante el Abierto de Australia por un medicamento que ha utilizado durante los últimos 10 años. EFE/MIKE NELSON

UNAS MEMORIAS A LOS TREINTA AÑOS

Además de su vuelta a las pistas, Sharapova afronta un cambio de década. “No me queda más otro remedio que aceptar la edad”.

La rusa dista mucho de aquella jovenzuela que debutara como profesional en 2001 y que muchos veían como una nueva “Kournikova”.  “No quiero ser una veinteañera. Me encanta ver todo lo que he conseguido”.

Sharapova puede presumir de ser la primera rusa en ser la número uno del tenis, contar con 35 títulos individuales, entre ellos cinco de Grand Slam (Wimbledon, 2004; Abierto de Estados Unidos, 2006; Abierto de Australia, 2008 y Roland Garros, en 2012 y 2014).

Sus trabajos en publicidad y moda, además de varios negocios (entre ellos la firma de gominolas Sugarpova) también han abierto una posibilidad de futuro para la tenista rusa, que ha anunciado a través de las redes sociales  que el próximo septiembre estarán listas sus memorias.

Será, según ha comentado, un libro donde repasa toda su vida, desde aquella niña que a los seis años fue descubierta por  Martina Navratilova, que creció en la academia de Nick Bollettieri, en Bradenton (Florida) y que finalmente llegó a ser la número uno. Todo un icono del tenis que está de vuelta…

Imagen de Maria Sharapova a su llegada a la tradicional fiesta Vanity Fair organizada tras la gala de la 88 edición de los Premios de la Academia de Cine estadounidense en Hollywood, California (Estados Unidos) el 28 de febrero de 2016, días antes de conocerse su dopaje. EFE/Nina Prommer

JUAN A. MEDINA.
EFE/REPORTAJES.