NEGOCIADORES NOVICIOS

TODOS los países de la región serían afectados por una eventual revisión del RD-Cafta, pero Honduras y Nicaragua estarían en la primera línea de “fuego”, aseveró el decano del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (Incae). A propósito de este tratado, negociado en condiciones lesivas a las actividades agrícolas y ganaderas de estos países, recordamos que un profesor del Incae –más académico que otra cosa, sin mayor experiencia o habilidad negociadora– es quien figuraba como asesor principal de ese proceso. Nuestro país tuvo la tuerce de colocar al frente de estas faenas a profesionales novicios, que más parecían párvulos recibiendo clases de los experimentados negociadores norteamericanos. El gobierno permitió al sector privado presencia en el denominado “cuarto adjunto”, sin embargo la prioridad del empresariado consistió en defender el sector de las maquilas en detrimento de las actividades del campo. Bien sabían los que nos embrocaron en el berenjenal que habrían ganadores y perdedores y, desgraciadamente, a la actividad agropecuaria le tocó pagar el real del mandado.

Hasta antes de entrar en vigencia ese tratado, el comercio entre la región y los Estados Unidos se amparaba en la Iniciativa de la Cuenca del Caribe.

Esas facilidades, para que productos de la región pudieran ingresar libres del pago de gravámenes arancelarios, fueron el resultado de una comisión bipartidista (encabezada por Henry Kissinger e integrada por senadores y congresistas de ambos partidos, como por otros altos funcionarios estadounidenses) que vino a Centroamérica en misión exploratoria. Su interés era mejorar la política exterior respecto a sus vecinos del sur. La confrontación violenta, la conflagración interna en varias de estas naciones, la guerrilla de izquierda de influencia cubana, preocupaba a los Estados Unidos. Entre otras cosas porque aquella inestabilidad política generaba flujos masivos de personas que cruzaban la frontera huyendo de la volátil situación en sus países de origen. A su regreso, recomendaron que la forma de asistir la región era abrir el gran mercado norteamericano a los artículos producidos en estos países. Ello permitiría masiva generación de trabajo y mayores recursos para combatir la precaria situación económica y social. Obviamente que aquello contribuyó al mayor desarrollo de la región. Sobre todo que estos países diversificaran su producción –limitada a pocos productos tradicionales– a aumentar su capacidad exportadora, crearan fuentes de empleo y redujeran el flujo migratorio. Sin embargo, tiempo después, los mayores beneficios del Nafta se llevaban a México mucha industria y maquila instalada originalmente en países de la región.

Cuando en 1998 el país fue azotado por un brutal huracán, el gobierno de aquel entonces gestionó la ampliación de los beneficios de la Cuenca del Caribe. La respuesta afirmativa de los norteamericanos fue enorme aliciente. La Cuenca del Caribe ampliada permitió a Honduras recuperar lo perdido. Hasta que vino la negociación del Tratado del Libre Comercio. Con la diferencia que si antes el comercio era libre en una sola vía, el TLC planteaba intercambio libre de impuestos en ambas vías. Por las asimetrías se le dio a la región un período de gracia con la obligación de ir desgravando gradualmente los artículos procedentes de los Estados Unidos. Las cláusulas de protección a las actividades del campo están a punto de vencer. Esa fue la metida de extremidades que dieron los novicios negociadores domésticos, ya que estas actividades productivas del campo, con sus sistemas arcaicos, falta de financiamiento y rezago tecnológico, nunca podrán competir con las norteamericanas. Caen en el costal de los perdedores. Y ahora, que la nueva administración norteamericana quiera revisar estos tratados de libre comercio, porque considera que no son favorables a sus intereses, ¿creen que estarían dispuestos a ceder modificando aquellas cláusulas que les benefician a ellos y nos perjudican a nosotros? Habría que preguntarle esto a los negociadores bocas abiertas que, por parte del país, negociaron el tratado.