Jorge Montenegro, valioso periodista y escritor enfermo

Por José Rolando Sarmiento Rosales

Hoy queremos abordar lo que en comunicación social y periodismo conocemos como una nota, una información de interés humano, porque se refiere a una persona que si bien es un colega periodista y de gran tradición radial en Honduras más de cincuenta años, también es un columnista de prensa escrita en un acreditado periódico como La Tribuna, con su columna Déjeme Decirles, un escritor con varios interesantes libros  publicados, lo cual no es muy fácil en Honduras, mucho menos un negocio lucrativo, que no le ha hecho saltar la barrera de necesitar un empleo o convertirse en un rico, como suele suceder con muchos intelectuales que escriben novelas, o abordan temas económicos,  políticos y sociales, asimismo ha sido un libretista, guionista, actor, locutor, narrador y también creador de Leyendas de Honduras, que ha venido difundiendo desde hace más de cuarenta años en cadenas radiales como Radio HRN y Radio Nacional de Honduras, que por su relevancia y popularidad se ha llevado a la televisión y consagrado con una película hondureña, que los compatriotas y extranjeros han tenido la oportunidad de ver en las diferentes salas de cine del país, una creación literaria propia de la cultura, las costumbres, creencias populares, fabulas,  anécdotas costumbristas y folclóricas de nuestro país.

Pero aún me falta decirles algo más sobre los talentos de este amigo y colega hondureño, miembro fundador del Colegio de Periodistas de Honduras, quien es también un pintor, que con finos pinceles y sensibilidad propia de las mentes creativas, ha plasmado en el lienzo, hermosas pinturas que adornan la casa y despachos de muchos en nuestro país, entre ellos los denominados bodegones que se lucen en salones de comedores residenciales capitalinos, así como coloridos paisajes para sus elegantes salas, es más, culmino parte de su personalísima figura, diciéndoles que también es un cultivador de la tierra, un hombre de campo, un amante de la naturaleza, en donde, aprovechando los fines de semana, los dedica para meditar, pintar y escribir, recuerdo las sabrosísimas mandarinas que me obsequiaba, cuando laboramos juntos en el ambiente radial, de su pequeña finca en una aldea cercana de nuestra ciudad capital.

Les  hablo del conocido artista y voz de generaciones, José Jorge Izaguirre Montenegro, quien hace corto tiempo atrás, con esa valentía propia de su ser, confesó  públicamente la dolorosa situación de padecer la temible enfermedad del cáncer, razón por la cual tiene que recibir tratamiento especializado costosísimo, y siendo una persona de recursos económicos limitados, como la mayoría de los compatriotas, entre ellos los que hacemos periodismo y escribimos, se le dificulta poderlos financiar, razón por la cual el soberano Congreso Nacional, mediante moción de uno de sus diputados, acordó concederle una ayuda monetaria para tal efecto, noticia que nos ha llenado de muchísima satisfacción, porque Jorge Montenegro es un ciudadano de alto calibre, que con su actividad profesional e intelectual, ha dado mucho al país, al arte, el idioma y la cultura nacional, a las causas más justas del país, con su contribución como periodista destacado en diversos medios de comunicación, habiéndome honrado en el año 2004, cuando yo dirigía Radio Nacional de Honduras, donde él era uno de mis más calificados colaboradores, para escribirle el prólogo de uno de sus libros, lo cual me satisfizo mucho, porque al poco tiempo salió a la luz pública, donde  por primera vez vi mi nombre impreso en una obra escrita nacional, que yo aunque lo he pensado, no me he atrevido a terminar la iniciada hace muchos años.

Honor a quien honor merece, nuestro compatriota, amigo y colega Jorge Montenegro, por quien elevamos oraciones a Dios Todopoderoso, para que el tratamiento médico en una institución capitalina especializada en la temible dolencia del cáncer, de los frutos deseados, y en todo caso, que amaine  los dolorosos sufrimientos físicos y psíquicos que provoca en los pacientes tal enfermedad, situación propicia para que la sociedad nacional conozca realidades aplastantes de los hombres y mujeres de Honduras, que después de prestarle servicios a empresas, a negocios, al gobierno y el país, al llegar a la edad de jubilarse, se enteran con asombro, que pese a su afiliación a una institución de previsión con el Instituto Hondureño de Seguridad Social, apenas reciben una pírrica cantidad para su sostén, pero que afortunadamente conservan su derecho a la asistencia médico hospitalaria y medicinas, estas cuando las hay en sus farmacias, en cambio en los institutos de previsión, sea del Magisterio y Empleados  Públicos, si bien reciben una jubilación de acuerdo a su nivel de sueldos, automáticamente quedan fuera de las atenciones en las clínicas y hospitales de la seguridad social, porque ya el Estado no cotiza como empleador, edad cuando más lo necesitan, una verdadera injusticia, que debe repararse en Honduras.