Jalteva hace milagros para rehabilitar a jovencitos infractores

Cargando un juego de dominó que lo comparte con sus compañeros de módulo, el jovencito, Miguel (15), nombre ficticio por razones obvias, mostró el improvisado espacio para la cría de pollos, en el Centro Pedagógico para Menores Infractores de Jalteva, Cedros, Francisco Morazán.

“Ya me voy a ir gracias a Dios, he aprendido a criar animales y otras cosas aquí, con eso podré trabajar y estudiar”, comentó con emoción el muchacho, cuando le dijeron que su madre preguntaba a cada momento que cuándo lo podía ir a traer.

A un costado de los módulos, la mayoría destruidos ante la poca inversión de las autoridades, los muchachos jugaban una “potra” (fútbol) y como era viernes, disfrutaban de su espacio de deportes, armando, pero cuadros de “sacarruín”, es decir el equipo que perdía le daba espacio al otro grupo.

Los “combos” eran integrados por jóvenes de la pandilla 18, la Mara Salvatrucha (MS-13), hasta de “Los Chirizos” y otros que son cristianos, pero todos se divierten en el campo, algunos descalzos y quienes pueden usan tenis o tacos, pero el ambiente es de armonía.

En las aulas de clases los tutores practicaban exámenes de matemáticas a sus estudiantes, mientras una doctora, aprovechando su arte, les dibujaba figuras a los jóvenes en hojas de papel, donde escriben las cartas de amor a sus novias o las notas a sus madres, diciéndoles cómo se encuentran.

REORIENTAR. Mientras a la par se construye un centro a un costo mayor de 300 millones de lempiras, el Centro Pedagógico de Jalteva, para menores infractores, opera a duras penas tratando de reorientar la vida de los internos.

UN CAMBIO

De los talleres que subsisten en Jalteva, depende el futuro de cientos de jóvenes que encuentran en ese lugar un espacio para pensar en una vida diferente, ya que las oportunidades son completamente diferente a las de Renaciendo, en Támara.

En Jalteva, los internos no pasan con el equipo de sonido a todo volumen escuchando “reggaetón”, como sucede en Renaciendo, además que los enfrentamientos son remotos o inexistentes y tampoco hay cámaras de seguridad o militares vigilándoles.

Todo este ambiente lo ha logrado montar los funcionarios del centro, pese al descuido de las autoridades centrales, ya que a simple vista se ve el deterioro de las instalaciones y como algunos programas de aprendizaje se han ido perdiendo.

No obstante, todo está en peligro debido a que el Consejo Nacional de Defensa y Seguridad (CNDS) decidió construir el nuevo centro para menores infractores a la par de Jalteva y solo un muro los dividirá y lo peor es que en el lugar hay cerca de 1,000 manzanas de terreno desaprovechadas que son del Estado.

El temor de las autoridades es que cuando los menores infractores que no se quieren rehabilitar se amotinen en el nuevo centro, subviertan a los del Centro Pedagógico de Jalteva y quieran participar de las revueltas, perdiéndose la armonía con la que han venido trabajando.

AVICULTURA. Los internos aprenden en los talleres y como pueden, desarrollan y ejecutan proyectos, entre estos, la cría de animales, incluyendo la avicultura.

INCERTIDUMBRE

Entre los jovencitos jugadores que se divertían en el campo de fútbol, un muchacho ya cumplió los 18 años, también su condena que le aplicaron por ajusticiar a las personas que le quitaron la vida a sus padres, pero las autoridades no hallaban a quién entregárselo, porque está solo, ya que sus abuelos son muy ancianos para controlarlo.

El joven anduvo por varios centros de menores infractores y no lo podían controlar y fue enviado a Jalteva, donde lo sometieron a un riguroso tratamiento psiquiátrico, y hasta novia encontró cuando lo llevaban a consulta al Hospital Mario Mendoza.

Otro interno tiene 22 años y a pesar de los crímenes que cometió es líder y ejemplo para los demás, porque dirige cultos e imparte discipulados a sus compañeros y ahora está por salir en libertad gracias a su buen comportamiento.

En la actualidad, Jalteva alberga a 80 muchachos de entre 12 y 22 años, pero las condiciones de infraestructura no están aptas para atender una población más grande, aunque el equipo humano está preparado.

La mayoría de los menores infractores han cometido desde asesinatos, extorsión, hasta delitos menores y proceden de todos los departamentos del país, pero allí encuentran un espacio para lograr reinsertarse a la sociedad.

Para establecer el ambiente de armonía que se percibe en el lugar, las autoridades han dialogado con líderes de las pandillas y los han sentado de frente, llegando a reconocer el trabajo, al tiempo de pactar a la vez que mantendrán la armonía, en especial, por apoyo a quienes muestran voluntad de cambiar.

OPORTUNIDAD. En el Centro Pedagógico para Menores Infractores muchos muchachos encuentran la oportunidad para cambiar su vida.

REHABILITACIÓN

Los internos participan en programas de rehabilitación y reinserción, donde les imparten charlas, todos estudian con programas de Educación a Distancia en los niveles de primaria y media, también asisten a los diferentes talleres.

Allí los menores infractores aprenden carpintería, ebanistería, albañilería, y están gestionando otros programas como gastronomía, barbería e impulsan la agricultura y la cría de pollos, de cerdos y se está empezando con conejos.

Como tienen a disposición un extenso terreno, también han levantado pequeños huertos familiares y siembran granos básicos, además han pedido a la Oficina Administradora de Bienes Incautados (OABI) que les ayude con algunas vacas que han quitado a los grupos delictivos para que los jóvenes puedan criarlas y consumir la leche, pero no han tenido respuesta positiva.

El director del Centro Pedagógico de Jalteva, Melvin Alexis Sánchez, indicó que cuando el menor ocupa su tiempo en actividades productivas, no tiene tiempo para pensar en cosas malas y, además, aprenden a ganarse la vida de manera honesta.

Confió que a Jalteva llegan jóvenes rebeldes, que cuesta integrarlos a los programas, pero el equipo de trabajo se encarga de darles una atención personalizada, haciéndoles ver las oportunidades que les están facilitando.

Las fugas ocurren, pero en menos cantidad que Renaciendo, en Támara, ya que el centro no tiene un cerco perimetral, lo único que los aísla de la calle es un cerco de alambres de púas, pero sí les hacen conciencia que al escaparse cometen una infracción más.

Por ejemplo, ha habido menores a quienes les faltaba un mes para egresar, pero por la evasión les imponen otros seis meses, porque a pesar que los custodios son escasos, tienen apoyo de la Policía Nacional de Cedros, que les ayuda a hacer la recaptura y luego remitirlos nuevamente a los juzgados.

TRABAJADORES. Recientemente vientos huracanados destruyeron parte de las instalaciones, pero los mismos jovencitos se han esmerado en las reparaciones.

ÉXITO

Muchos jóvenes han salido de Jalteva y montado su negocio, al punto que algunos que aprendieron a cortar pelo ya han instalado su propia barbería y les va muy bien, destacó el director.

Otro muchacho aprendió carpintería y cuando logró su libertad se fue para La Ceiba, Atlántida, donde trabaja en dos talleres y, además corta pelo, es decir que tiene una fuente de trabajo.

Hay otros integrantes de las “maras” o pandillas, con permiso de los líderes, como una oportunidad para que puedan cambiar, pero con el requisito de que sean cristianos y dejen de andar en cosas malas.

A pesar de todo este trabajo y oportunidades que les abren a los muchachos, Jalteva está deteriorado, de forma que de siete módulos, solo uno reúne las condiciones básicas para que puedan dormir.

Sánchez dijo que la Secretaría de Desarrollo Social (Sedis) les apoyó para mantenerse funcionando y la alimentación de los muchachos está a tiempo y, además, en caso de una emergencia les responden, como lo sucedido recientemente, cuando vientos huracanados les destrozaron las instalaciones.

Pero existen muchas necesidades en infraestructura, tienen problemas con los sistemas de agua potable y aguas negras, además el sistema eléctrico falla a cada momento y es un tema que urge reparar.

Si todos los siete módulos estuvieran en buenas condiciones podrían albergar a 50 internos en cada uno, es decir, la capacidad es para 350 jóvenes, pero de momento solo uno está en óptimas condiciones y, además, los talleres necesitan mejoras e instalar una granja avícola.

Cuando hay altercados entre los internos, tienen un cuarto de aislamiento, pero está medio acondicionado, sin embargo, por su seguridad y la de los demás, solo se tienen aislados por un momento.

TEMOR. Las autoridades temen que la tranquilidad que se respira en Jalteva, se pierda con el nuevo centro que se construye a la par.
PLAN INTERNACIONAL
En vez de bajar la edad punible hay que prevenir
La directora de Plan Internacional en Honduras, Belinda Portillo, indicó que el país tiene un sistema de justicia penal juvenil que cumplen con los estándares mínimos que demanda la Convención de Derechos de la Niñez y la Adolescencia y lo primordial debe ser la prevención, garantizando ambientes seguros de convivencia y mejores condiciones de vida a los infantes.

Los niños en Honduras desde los 12 años hasta la mayoría de edad son sancionados por un régimen especial y la Constitución de la República tiene un acápite que habla de los derechos del niño en los artículos 119 al 126.

El artículo 120 indica que todo niño que tenga problemas con la ley, va a tener un trato diferente al de los adultos y en el 122 se menciona que no se va a permitir que ningún niño menor de 18 años entre a una cárcel o presidio de adultos.

Mientras, el Código de la Niñez y la Adolescencia, en su artículo 180, reza que va a existir un sistema de justicia especial para los niños y niñas que están en conflicto con la ley.

Portillo reconoció que no se puede negar que la violencia juvenil está afectando al país y otros de la región como Guatemala, El Salvador, México y hasta en los países desarrollados hay niñez que está en conflictos con la ley.

Pero “como organización consideramos que reducir la edad punible no es la solución, el debate en el país debería ser cuáles son las causas que provocan que el niño o la niña entre en acciones criminales”, demandó.

Precisó que ingresar a actividades criminales no es un virus, sino que es producto de varias acciones, como violencia en el hogar, maltrato, falta de oportunidades y de comunicación, así como la violencia en la escuela o donde habitan.

Portillo comparó que de la población total carcelaria de Honduras, solo el tres por ciento es menor de 18 años y, entonces, lo mejor es tomar medidas de prevención, porque no se puede culpar a los jóvenes si el sistema de justicia penal ha fallado.

Al mismo tiempo, cuestionó: “¿Cómo evitamos que el resto de los niños y las niñas de Honduras puedan llegar a ser vulnerables de ser manejados por adultos criminales?”

Portillo indicó que es urgente comenzar a hacer los cambios, pero con recursos, conocimiento y acompañamiento para establecer en Honduras un sistema integral de protección de la niñez que garantice la prevención, protección y desarrollo de sus capacidades.