Evolución táctica de Zidane ante un maestro de permutación

La final de la Liga de Campeones entre Juventus y Real Madrid presenta un nuevo desafío táctico para Zinedine Zidane, que ha ido creciendo con un sistema que modifica según sus titulares, reforzado en el centro del campo gracias a la entrada de Isco, ante un maestro de la permutación como Allegri.

Ninguno de los dos lo tenía fácil para triunfar en el banquillo de dos de los gigantes de Europa. Zidane encontró a un vestuario crispado, en contra de los métodos de Rafa Benítez y con la autoestima baja.

Massimiliano Allegri retomó la complicada herencia que siempre deja el adiós de un ídolo. Lo es en el Juventus Antonio Conte que dejaba logros difíciles de igualar. Un reto para un técnico con tintes milanistas en su pasado, que se ganó a su afición con su maestría táctica y una variedad de sistemas que ha enriquecido a su equipo.

Los primeros pasos de Zidane consistieron en devolver la ilusión e instalar en la felicidad al madridismo. Sus jugadores pasaban a tener un técnico al que recientemente habían admirado como futbolista y se volcaron con él para que hiciese un curso acelerado en la elite. Nunca ocultó el francés que estaba en período de aprendizaje en su primera campaña, pero en la segunda dio un golpe de entrenador.

Las rotaciones masivas, la gestión de un vestuario de estrellas, el cambio de posición de Cristiano Ronaldo a la zona del nueve y convencerle de que tenía que descansar en muchos partidos, la forma de manejar una plantilla en la que 21 jugadores sintieron que podían jugar en cualquier momento, se sumó a una evolución táctica.

Del inamovible 1-4-3-3 por la presencia de Gareth Bale, se pasó por las numerosas lesiones del galés esta temporada, a un 4-4-2 que daba mayor equilibrio, un fútbol menos directo y mayor protagonismo a jugadores de mucho arte en el centro del campo. Encontrar un sitio a Isco Alarcón, al fin en su demarcación natural en la media punta, fue una de las claves del éxito. El Real Madrid creció en su fútbol, en solidaridad en el esfuerzo. Ganó orden y mantuvo su pegada.

Allegri consiguió la evolución del clásico 1-3-5-2 del Juventus, a un 1-4-2-3-1, en el que manteniendo intacta la fuerza defensiva del bloque, le añadió mayor potencia ofensiva. Explotando el juego por bandas con Dani Alves o Guillermo Cuadrado, convenciendo a Mario Mandzukic a trabajar en la banda izquierda y no perder sus cualidades de delantero. La zona del nueve pertenece a Gonzalo Higuaín y a la magia de Paulo Dybala, que aparece por cualquier rincón para golpear. Es la ‘conexión argentina’ que asegura gol.