El multipartidismo

Por Benjamín Santos

En las elecciones de noviembre los hondureños podremos optar entre 10 partidos políticos. Hemos pasado del bipartidismo tradicional al multipartidismo. Fundar partidos se volvió de repente como una moda, siguiendo más intereses de tipo personal que exigencias de la realidad sociopolítica del país en relación con su desarrollo futuro. ¿Cuáles son las consecuencias del multipartidismo? Lo único positivo es que el pueblo hondureño tiene varias opciones en el momento de emitir su voto, opciones que algunos confunden con el fortalecimiento de la democracia. Vamos a tomar eso como positivo. Veamos lo negativo: la dispersión del electorado produce como consecuencia la imposibilidad de formar gobiernos de mayoría, lo que significa la negación de la democracia que por definición es el gobierno de las mayorías.

Hasta el 2009 el sistema político de Honduras fue un multipartidismo con un bipartidismo hegemónico. Existían dos partidos tradicionales y tres partidos pequeños que no habían podido constituir una amenaza seria para la hegemonía bipartidista, pese a los esfuerzos serios que se hicieron en alguna etapa de su existencia. El golpe de ese año creó las condiciones para la creación de cuatro partidos, dos con fuerza suficiente para constituir una amenaza al bipartidismo, Libre y PAC, más dos que en la primera elección que participaron en el 2013 el TSE consideró que no habían llenado los requisitos para conservar su existencia legal, pero que la Corte Suprema de Justicia opinó y decidió lo contrario. Después como una división de la Democracia Cristiana se creó el partido VAMOS. Al dividirse el PAC surgieron más de 50 candidaturas independientes, la mayoría a nivel municipal que vuelven más complejo el proceso electoral actual.

¿Hacia dónde vamos? Ya dijimos que el multipartidismo fracciona el electorado evitando que se formen gobiernos de mayoría. Ya tuvimos un presidente que obtuvo el 22% del electorado y el actual que llegó al cargo con el 34% como consecuencia del fraccionamiento, lo que contradice el principio rector del sistema democrático, el sistema de las mayorías. Frente a esta situación solo hay dos alternativas: la formación de alianzas que se está intentando por primera vez por estar prevista en la ley y la segunda vuelta mediante la cual uno de los dos partidos que obtuvieron más apoyo electoral en la primera vuelta van en una segunda oportunidad a competir por la presidencia con lo cual se tiene la seguridad de que el partido que gane cuenta con el respaldo de la mayoría del electorado. Esto no se ha incluido en la legislación nacional, con lo cual estamos expuestos a seguir con gobiernos de minoría o sea electos en contra del principio rector de la democracia. En vista de que la Corte ya estableció el precedente de revivir los partidos que el TSE declare muertos, la reducción del multipartidismo por esa vía queda cerrada.

Por vía de comparación, diremos que en los sistemas parlamentarios europeos el riesgo de tener gobiernos de minoría no existe. En vista de que el pueblo solo elige al Parlamento, el partido que obtuvo la mayoría de parlamentarios forma el gobierno (el Ejecutivo) y en los casos excepcionales en que esto no ocurra, se forma la mayoría mediante coaliciones parlamentarias. Si no se forma la mayoría no hay gobierno. Si la coalición se rompe por alguna razón el gobierno pierde la mayoría parlamentaria y en casos extremos el jefe de Estado (la reina en Inglaterra o el Presidente Federal en Alemania) convoca a elecciones anticipadas. En nuestros sistemas presidencialistas el Presidente es electo por el pueblo en forma independiente del órgano legislativo de manera que no hay una relación de dependencia de uno respeto al otro. Repetimos que para llenar ese vacío algunos sistemas han introducido el mecanismo de la segunda vuelta.

Nada tenemos personalmente contra los 10 partidos que concurrirán a las elecciones del 26 de noviembre. Tengo conocidos y amigos, en algunos casos, en todos los partidos. Solo hemos querido señalar la consecuencia para el sistema político nacional: el fraccionamiento del electorado y la casi imposible capacidad de formar gobiernos de mayoría, lo que constituye una debilidad de nuestra democracia. Nada más.

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