Honduras amenazada por daños a fuentes de agua

Por: José Rolando Sarmiento

El anuncio gráfico introducido en algunos canales de la televisión por cable de nuestro país, donde se nos muestra una preocupante visión de lo que serán dentro de diez años, las cuencas disminuidas de agua del más caudaloso río de Honduras, el Ulúa, las montañas desarboladas de la reserva natural de agua, flora y fauna de la montaña de La Tigra, y la cuenca de las aguas del hermoso Lago de Yojoa, llamándonos a conservarlas, a protegerlas, a evitar que se conviertan en sitios depredados, donde las antes abundantes aguas y sus nacimientos se desaparezcan y dejen de correr por sus cauces naturales, con los consiguientes daños por su insuficiente caudal en los largos kilómetros  de su trayectoria, o en los alrededores de su antigua presencia, con los consiguientes daños para la flora, la fauna, las actividades agrícolas y ganaderas, así como de los miles de habitantes que se benefician con las aguas para su abastecimiento diario.

Es un panorama desolador, similar al que sufren desde hace varias décadas, los territorios de abundantes selvas del continente africano, donde la destrucción del bosque, la desaparición de las especies vegetales y animales, la grave disminución de las cuencas de agua de sus ríos, lagos, lagunas y humedales, han afectado la vida de sus millones de pobladores, el fenómeno de la denominada africanización, la ampliación de los desiertos, las insuficientes lluvias, las sequías veraniegas, cuyo avance ya se hace sentir en nuestro propio territorio de Honduras, por razones tales como la explotación inmisericorde de sus bosques de árboles de pino y hoja ancha, sin que los que han tenido millonarias ganancias cumplan con la obligación legal de resembrar las zonas explotadas, los incendios forestales de la estación seca, por efecto de fenómenos naturales y la mano criminal de los pirómanos, las plagas, como la del destructivo gorgojo descortezador, afectando decenas de miles de hectáreas de bosque de pino, cuyos árboles dañados han tenido que ser cortados, para evitar la infestación perniciosa de la plaga.

La ampliación de la frontera agrícola para convertir las tierras de bosques y selvas tropicales, en pastizales para ganado, los cultivos en laderas que además de cortar los árboles y la maleza, debilitan los terrenos, que con las lluvias invernales son arrastrados por las pendientes de los cerros, provocando derrumbes de millones de toneladas de tierra, lodo, arena y piedras, hacia las cuencas de los ríos, azolvando, rellenando sus cauces, disminuyendo su capacidad hidráulica para que el agua se acumule y corra normalmente, provocando desbordamientos con las subsecuentes y dañinas inundaciones, que destruyen plantaciones, viviendas, edificaciones, caminos, carreteras, puentes, cajas puentes, alcantarillas,  obras de servicios públicos, como los postes y torres del tendido de cables eléctricos, telefónicos, fibra óptica de transmisión de datos y de televisión, que representan valores de cientos de millones de lempiras, cuya inversión para recuperarlas impide utilizar los presupuestos anuales establecidos, para construir, ampliar, modernizar las obras existentes, lo que constituye un atraso para el crecimiento y desarrollo esperado del país.

Los daños ostensibles a estas tres fuentes de agua y en las demás cuencas hidrográficas del país, son el reflejo de la conducta destructiva de nuestros recursos naturales del bosque y las fuentes de agua, de un importante río como el Ulúa, cuyos afluentes se originan en los departamentos de Ocotepeque, Lempira, Intibucá, Santa Bárbara y Comayagua, hasta desembocar en la fértiles tierras del Valle de Sula, cuyas productivas plantaciones agrícolas de caña de azúcar, granos básicos, bananos, plátanos, palma oleaginosa, cítricos, ganaderías, son irrigadas con sus aguas, en el caso del Lago de Yojoa,  no solo se afectarían las actividades agrícolas, ganaderas, turismo, restaurantes, sino el aprovisionamiento del Complejo Hidroeléctrico Yojoa, Cañaveral, Río Lindo, y, la depredación de la Reserva Natural de la montaña de La Tigra, la producción de oxígeno de su pulmón verde, su abundante flora y fauna, y los millones de metros cúbicos de agua del sistema El Picacho, que abastece de agua potable a varios cientos de miles de capitalinos.

Incidiría ostensiblemente en  la crisis veraniega anual que provoca el desabastecimiento del agua potable en caseríos, aldeas, pueblos y ciudades hondureñas, necesario para la preservación de la salud pública, afectando  miles de  personas con enfermedades gastrointestinales, elevando los costos de funcionamiento de los centros de salud y hospitales  públicos, lo que nos muestra cómo afecta al país y sus habitantes, los daños ambientales por la destrucción de los recursos naturales del bosque y las cuencas hidrográficas.