Los vampiros de Wellington

Por: José María Leiva Leiva

Cuando una película o cualquier otro tipo de producto audiovisual se etiqueta con la expresión falso documental o mockumentary (mock: burla), se quiere dar a entender, que estamos ante la presencia de una obra cinematográfica con apariencia de documental. Es decir, se trata de una historia ficticia que ha sido adornada con las convenciones habituales del cine documental, el cual, trata de describir hechos reales con fidelidad. En el falso documental, que representa un medio habitual de parodia y sátira, se explicita el movimiento de la cámara y se recogen declaraciones de los personajes protagonistas, a los cuales se sigue a través de varias situaciones.

Pues bien, la grata sorpresa que nos deparó la película neozelandesa “Lo que hacemos en las sombras” (2014), co-dirigida por Taika Waititi (“Boy”) y  Jemaine Clement (integrante del dúo musical de la serie de tv. “Flight of the Conchords”), pertenece al género anteriormente descrito. Como antecedente, Waititi y Clement ya habían trabajado juntos en 2007 con otra extravagante comedia de título “Eagle vs. Shark”, escrita y dirigida por el primero y protagonizada por el segundo, el cual narra el romance estrafalario de Lily y Jarrod, dos inadaptados sociales.

La historia de “Lo que hacemos en las sombras” gira entorno a cuatro estrafalarios amigos, Vladislav (Jemaine Clement), un vampiro que recuerda mucho a Vlad, el Empalador), Viago (que se asemeja a un dandi victoriano inglés, interpretado por Taika Waititi), Deacon (Jonathan Brugh), que emula al protagonista de “Crepúsculo”) y Petyr (de gran parecido al Nosferatu del expresionismo alemán, interpretado por Ben Fransham, y que duerme en el sótano en un sarcófago de piedra), quienes comparten un viejo y sombrío inmueble estilo victoriano en la ciudad neozelandesa de Wellington.

A ellos vendrá a sumarse más tarde Nick (Cori González-Macuer, actor chileno que emigró a Nueva Zelanda), quien es convertido por Petyr en el novel miembro del grupo. Al principio no es del total agrado de los demás, pero terminan por aceptarlo. Sobre todo, porque este les brinda grandes beneficios, tales como introducirlos en el manejo de artilugios modernos, como el uso de Internet, más otras experiencias que les eran desconocidas, no obstante exponerles a varios peligros, pues Nick alardea de su condición de chupasangre, lo que provoca la intromisión de un caza vampiros que termina con la vida de Petyr.

Estos inmortales están llenos de estereotipos, no salen al sol, son anticuados, tienen que alimentarse de sangre humana, y hacen insólitamente hasta lo imposible por adaptarse a la sociedad moderna: pagan la renta, se reparten las tareas domésticas e intentan que les inviten a entrar en los clubs, ejecutan instrumentos musicales, hacen juegos de magia ante los espejos sin reflejo.

Se autoflagelan con cadenas de plata, hacen juegos de hipnosis con sus víctimas, intentan no clavar los colmillos en la carótida de su comida para no dejarlo todo perdido. Ponen papel de periódico en el suelo y toallas en los sofás antes de morder a sus víctimas, tienen sirvientes a los que prometen la vida eterna y van a fiestas de disfraces. De paso, nos dan una mirada a las distintas criaturas de la noche, como los zombis y los hombres lobo, con quienes, por supuesto, se llevan fatal.

Pero el guión también logra dotarlos de un encanto y personalidad únicos. Para el caso, Viago vive soñando con un amor del que nunca tuvo un final claro, Vlad sufre por haber perdido sus poderes tras un enfrentamiento, con su némesis, La Bestia. Deacon, practica crochet y se siente relegado al llegar el benjamín de los inquilinos, y Nick no entiende su nueva condición.

Y toda esta actividad es mostrada a un equipo de periodistas de investigación, a quienes se les permite cruzar las puertas de su casa para que documenten cómo es el acontecer de un vampiro corriente. Mientras que a través de subtítulos y acotaciones se nos va indicando quién es quién, su edad y procedencia. Con mérito propio, la crítica que se le hace a “Lo que hacemos en la sombra”, no tiene el menor desperdicio.

Veamos algunas: “Es un filme, ingenioso, original, absurdo, fresco y a ratos desternillante, con algunas escenas brillantes”. “Tras su paso por festivales, se ha ganado la merecida fama de ser la gran comedia de culto de la temporada”. “Gamberra e iconoclasta comedia”. “Parodia inteligente y mucho talento en ebullición”. “Describe, a golpe de gag destroyer y de decenas de deslumbrantes ideas, el hastío diario del vampirismo”. “Clement y Waititi claramente conocen el estereotipo que parodian y eso ayuda a sacarle todo el jugo a la premisa”.

Y el broche de oro: “No sólo porque sus actores son lo mejorcito de Nueva Zelanda y sus efectos especiales son efectivos y sensatos. La clave está en los diálogos, un registro inteligente y entrañable, oscuro pero extrañamente exento de cinismo, que caracteriza el humor neozelandés”.