Y aquí donde me ven…

Y aquí donde me ven siempre he sido un hombre honesto, no tengo cola que me pise.

Famosa frase que he venido escuchando desde niño, llegué a viejo y sigo oyéndola por todas partes, cada año aparece un precandidato político que repite esa frasecita, los seguidores de los líderes dicen: “Este es el hombre, honesto, honrado a carta cabal y un hombre sincero”, “jamás hemos conocido un hombre más honorable que este”.

Algunos les gusta que les digan “conspicuos” o sea que tienen largo el pico para decir brutadas. Los más honestos, los que presumen de santos también tienen el techo de vidrio por mucha paja que se den ellos mismos, así que no hay que fingir demencia que aquí todos nos conocemos, y los que no conocemos tarde o temprano descubrimos que no son lo que pregonan ser.

Cada vez que despiden de su trabajo a algún funcionario público, se va directo a los medios de comunicación donde afirma que padece de persecución política y que por eso lo despidieron. No conforme con eso surge la consabida amenaza: “y la gente de este gobierno guarda muchos secretos, no se dan cuenta que yo si tengo valor para enfrentar a quien sea y estoy dispuesto a destapar la olla” cuando los periodistas le dicen que destape la cacariada olla, el despedido y resentido afirma: “soy un hombre honrado, no tengo cola que me pisen, pero si voy a destapar la olla dentro de los próximos días” ya saben que es lo peor, que esa olla sigue tapada a través de los años, o sea que los honestos no son tan honestos comenzando con el incumplimiento de su palabra.

Otro rollo son los que se declaran anticorrupción, eso es muy fácil decirlo. Recuerdo el caso de un ministro que constantemente estaba atacando a los contrabandistas: “Tenemos que hacerle la guerra a esos hombres y mujeres que estafan al fisco con el contrabando, demostremos al mundo nuestra honradez”… ajá y qué pasó?, casi nada, el yerno metía furgones y era el rey del contrabando apoyado por su suegro el funcionario.

En cuanto a los otros anticorrupción ya nadie les cree, la honradez, el prestigio, todo eso se vino abajo cuando el pueblo vio una mezcla de aceite con agua, o sea los anticorruptos “del gancho” de los corruptos. Como dijo don Chema Cantarranas: “aquí todo el mundo tiene el techo de vidrio”. Por eso es difícil creer que hayan honestos, es como decían los universitarios de antes en su periódico El Tornillo Sin Fin, cuando no había sido manipulado por los políticos: es más fácil encontrar una aguja en un pajar que un honrado en Tegucigalpa”.

Y que paradoja jodido!! Los que hoy se declaran honestos, honrados y santos, no se dan cuenta o se hacen los papos de que van arrastrando una cola más grande que una anaconda. Así es mis amigos, no hay quien no tenga cola. La gente piensa que solo a los políticos se les atribuye “el don” de la cola y no es así. Cuantas veces un hombre casado le finge a otra mujer que es soltero, honesto en sus palabras, honrado en su actuación, esconde la cola y la pobre e inocente mujer le da “la prueba de amor”. También hay mujeres que le dicen al precandidato a marido que ya no son vírgenes, que se cayeron de una bicicleta o que bajando mangos se ensartó en una rama… ¡mangos!

En esta vida todo se sabe sin andar averiguando, lo que está a la vista no quiere anteojos, los supuestos honrados andan metidos en negocios sucios y son poseedores de una gran habilidad para mentir, para esconder la cola, pero no papa, una vez que salen los trapos sucios al sol ya nadie cree en los honrados de una sola pieza. Había una doña llamada Carme Potrerillos que llegó a ocupar el cargo de alcaldesa: “En mi gobierno municipal los dineros del pueblo se manejan con honestidad”, ero la gente vio cuando compró una camioneta de lujo y mandó a hacer una residencia de miedo, cuando le preguntaron a “la honesta” de dónde había sacado y tanto pisto, ella simplemente dijo: “ahh eso del carro y de la casa? no se preocupen es que me saqué la Loto”.

Hay quienes en su pasado siguen arrastrando una cola bien escondida, más como los periodistas son acuciosos, comienzan a hurgar en ese pasado y se dan cuenta que los honestos llevan tras de sí contratos, desfalcos, gueveos de toda clase y aquí no ha pasado nada.

Que pujidito verdad. Las apariencias engañan porque los honestos de hoy son verdaderos actores, ni Brad Pitt ha hecho una actuación tan grande como la que hacen los honrados de Honduras. Fulgencio Valle de Ángeles se la picaba de ser uno de los hombres más probos de Honduras, quizás el más honesto de la capital es cierto que era probo, probo a gueviarle al Estado, probo estafar a la empresa privada, probo a participar en licitaciones amañadas, y no probó la cárcel porque los de arriba también “eran probos”. Papo como estamos, esas son señales papa, por culpa de los “honestos” ya van a sonar las pitoretas en el cielo, no les parece?