China, diplomacia e inversión

Por: Juan Ramón Martínez

En un continente tan acostumbrados a depender de las decisiones externas, el vacío que ha dejado la indiferencia de la política exterior de los Estados Unidos que, ha pasado del desinterés hasta la hostilidad de Trump hacia México y Centroamérica, algunos dirigen sus ojos y sus esperanzas hacia China Continental. Y en brazos de la simpleza, creen que con tan solo, establecer relaciones diplomáticas, por arte de magia, fluirá la cooperación económica, aumentarán las inversiones y se enfrentará el dolor y la debilidad que provoca al desempleo. El error principal radica en la creencia que basta establecer relaciones diplomáticas con China Continental, romper con China Taiwán,  para que venga la inversión. Cuando una cosa, no tiene mucho que ver con la otra. Y además, vincular en forma mecánica, que después del establecimiento de las relaciones diplomáticas y vender nuestra progenitura por un plato de lentejas –un estadio, una súper carretera, el pago de la deuda externa, etc.– se producirá un flujo de cooperación que, le permitirá al gobierno justificarse con sus ciudadanos, especialmente en estos tiempos de crisis que vivimos.

Creo que el ejemplo de Costa Rica, es bueno para aclarar estas cosas. El 7 de junio de 2007, Costa Rica estableció relaciones diplomáticas con China y rompió sus lazos históricos con Taiwán. China, a cambio de este paso, –que  ha deshonrado a Costa Rica–;  y alejado a sus ciudadanos de sus gobernantes, se comprometió, además de construir el estadio de fútbol, a financiar el Proyecto de Ampliación y Modernización de la Refinería de Moín, con lo cual, el vecino del sur, completaría este importante proyecto. Adicionalmente, China, ofreció la ampliación de la ruta 32, carretera de San José-Puerto Limón. En cuanto al primero de los proyectos enunciados, tras nueve años de negociaciones entre las partes, el 15 de abril de 2016, Costa Rica puso fin a la posibilidad de lograr un acuerdo, interrumpiendo las negociaciones. La razón esgrimida por Costa Rica fue que los fondos conjuntos –900 millones a aportar por el Banco de Desarrollo de China y 600 millones por parte del gobierno tico–  violaban las normas nacionales, y que en los documentos de cooperación presentados por China, aparecían enormes gastos de personal innecesarios. China, exporta junto a este tipo de proyectos, mano de obra de su país, tanto para disminuir costos, como para demostrar su escasa confianza en las capacidades nacionales.

El segundo proyecto, la compañía china Harbour Engineering Company, estaba a cargo de las obras. Debido a las modificaciones de los requisitos financieros, por parte de China y los retrasos de los informes de viabilidad ambiental, el proyecto está estancado. Sin perspectivas  que sea reactivado.
De acuerdo a lo anterior, en vista de las disparidades económicas entre los dos países, el déficit comercial se ha modificado. Antes  del 2007, era favorable a Costa Rica. Ahora en cambio es negativo en forma nunca antes visto. Ello ha hecho que el prestigio del gobierno se haya deteriorado mucho, porque las  exportaciones de China,  en las que no excluye la práctica del dumping de productos baratos y la inversión; o financiamiento, a cambio de contratos de licitación de obras. Por  todo ello, los ticos  han desarrollado un criterio negativo hacia China, descubriendo que en sus prácticas de cooperación,  no muestra sensibilidad para que el país que la reciba, desarrolle competencias destinadas a liberarlo de la inmovilidad del subdesarrollo. Y al final, cargándole la cuenta negativa al gobierno de su país, a los partidos y a los políticos. Por ello es que Solís y un tercer partido, ganaron las últimas elecciones, comprometiendo la fortaleza de los dos partidos tradicionales.

La lección es clara. China no resolverá nuestros problemas. Nosotros tenemos que hacerlo. Y viendo lo que ha ocurrido en Costa Rica, hay que aprender la lección. Seguir creyendo, que China es la nueva Unión Soviética que resolverá nuestras dificultades económicas –sin cambiar la escasa participación de las fuerzas locales y modificar los obstáculos que crea el gobierno central para la inversión nacional y extranjera de empresarios de otras nacionalidades– es incurrir en los mismos errores de las generaciones anteriores, que pensaron que Estados Unidos, generaría desarrollo en Honduras, cuando eso nunca ha sido objetivo ni  será nunca, interés de la nación del norte.