La tapa tragedias

Ya no distinguimos si tenemos miedo o no, porque miedo tenemos siempre. Ocurre una tragedia, con situaciones de gran dramatismo y dolor que incluyen la pérdida de vidas humanas y nos estamos insensibilizando porque casi de inmediato ocurre otra tragedia y no se asimila la anterior.
El trato con dignidad humana, el acceso a tener lo básico, oportunidades reales de vivir una vida con educación, salud, seguridad… la gente no pide ser millonaria o cosas imposibles, le ilusiona un techo, comida y empleo para él (ella) y los suyos; les bastan, a la mayoría de los hondureños que aspiran a proteger a sus familias y darles mejores oportunidades a sus hijos.

Toda esta violencia que nos rodea a los hondureños tiene sus raíces en la base social, que quienes gobiernan y los que nos han gobernado, no han podido desarrollar en forma correcta.

Cuando el bosque se quema, las aves, animales y el hombre corren alejándose de él en busca de refugio y lo abandonan; pero el árbol, estoicamente resiste, que hojas y ramas hasta el tronco se quemen porque es de raíces profundas y lo soportará hasta volver a florecer y dar nuevos frutos.

Pensando en esto ¿cuáles son los frutos de la sociedad actual? Un país de salario mínimo, eso es lo que se promueve, no se respeta el salario que por ley le corresponde al profesional universitario, el mismo Estado rompe la ley al contratar por menos del arancel salarial y no es penado por la justicia nacional. Y los que no tuvieron la oportunidad de estudiar porque desde muy pequeños tuvieron que trabajar durante largas y agotadoras horas de trabajo conocen ahora las “ventajas” del salario por hora, sin beneficios sociales incluidos; esto significa que no tendrá una pensión y/o una jubilación cuando su cuerpo ya no le permita trabajar ¿y qué será de él?, con hijos ganando el salario mínimo que no permite comprar casa, obtener una buena alimentación, estudios y ni pensar en un auto ¡está condenado! Tal y como lo está la generación “salario mínimo” que lo sucederá y la siguiente generación de hondureños… mucho peor. Imaginen esa sociedad.

Vean entonces lo importante que es pensar en el bien común y no solamente en el beneficio personal inmediato, porque la sociedad hondureña la componemos todos, sin distingos de clases sociales, económicas, religiosas, etc. Pensar en los demás es pensar en uno mismo y en nuestras familias, por lo que requerimos de una Honduras prospera, para todos, no para unos pocos como lo creen ahora. Una tragedia es un suceso desgraciado y funesto de la vida real, y allí es, donde precisamente nos encontramos. Gracias.

Óscar Orlando Bonilla Landa Blanco
Paseo al Picacho
Tegucigalpa, M.D.C.
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