La guerra global

Por PG. Nieto
Asesor y profesor CISI

La tecnología podrá añadir calidad de vida y seguridad a las personas, pero nunca las hará más inteligentes sino más dependientes, por lo tanto más torpes. Muchos bachilleres son incapaces de realizar de memoria una sencilla operación matemática, tampoco desarrollarla en un papel, toman la calculadora digital y proceden. Perdemos la capacidad de ejercitar el “músculo” del cerebro que se debilita progresivamente. Razonamos linealmente sobre causas y efectos, no sabemos hacerlo holísticamente.

Los atentados terroristas del pasado 17 de agosto en Cataluña, España, con 15 muertos y 126 heridos, nos colocan frente a una realidad difícil de asumir, estamos en la tercera guerra mundial. Comenzó el 11 de septiembre de 2001, con el ataque a las Torres Gemelas en New York. La Primera Guerra Mundial se libró en las trincheras, la segunda en el aire, el campo de batalla de la tercera son las ciudades y la población civil es el objetivo. Mientras en las dos primeras solo el 7% de las víctimas fueron civiles, desde 1980 hasta nuestros días la tendencia ha girado 180 grados, hoy solo el 7% de las víctimas son militares, el 93% restante corresponde a la población civil. Son el objetivo y la herramienta del terrorista para golpear la yugular de los gobiernos democráticos. El enemigo vive entre nosotros y su cerebro está atrofiado.

Las democracias de corte occidental protegen las libertades individuales. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos, financiadas con dinero procedente de estados fundamentalistas que alientan la “guerra santa”, fiscalizan a los gobiernos para que los inmigrantes reciban mayor atención y coberturas. Hay países europeos donde obtienen ayudas y beneficios sociales vetados para los propios nativos. Un terrorista, en el año 2005, dijo en un comunicado después del atentado perpetrado en Londres: “Utilizaremos vuestra democracia para destruir vuestra democracia”. Esta vulnerabilidad de nuestros marcos legales determina que estemos derrotados antes de pelear.

En ocasiones he abordado los problemas de la seguridad nacional con autoridades del Servicio de Inteligencia, Fuerzas Armadas, Policía Nacional, y con significados políticos, constatando realidades preocupantes. Algunas:

* El terrorismo yihadista no se considera un asunto que pueda afectar a Honduras.

* Es una guerra entre Estados Unidos y Europa contra ISIS, ajena a Centroamérica.

* Honduras no cuenta con personal especializado en este tipo de amenazas, ni soportes técnicos adecuados.

* Aquí el problema es la inseguridad procedente de la criminalidad organizada, pandillas y narcoactividad, que presentan connotaciones terroristas; no está previsto abrir otro frente y menos de carácter político-religioso.

Se nos olvida que los países en guerra con ISIS tienen en Honduras intereses de todo tipo, junto a una población arraigada y otra flotante. El hecho de que nuestras autoridades no consideren este terrorismo como un problema es, en todo caso, un incentivo para que estas estructuras fundamentalistas puedan desarrollar en nuestro territorio células durmientes sin temor a ser detectadas. En este último atentado de ISIS ocurrido en España hay muertos y heridos de 34 nacionalidades diferentes, incluida Honduras. Los asesinos consiguieron su propósito mediático multiplicador, no iban preguntando a las víctimas su nacionalidad para perdonarles la vida.

Conversando con una alta autoridad de la Policía Nacional le argumentaba: “Visualicé un fin de semana en las calles principales de la zona viva de Roatán, atestadas de turistas procedentes de países a los que ISIS ha declarado la guerra, cuando una furgoneta -como en Barcelona- pasó a toda velocidad atropellando a los transeúntes. Mientras en España, por la dificultad de acceder a explosivos, los terroristas trataron de utilizar bombonas de gas como efecto multiplicador y un error de manejo precipitó la ejecución del atentado, en Honduras no hay problema para conseguir armamento ilegal y utilizarlo también disparando desde la furgoneta”. Pregunto: ¿No sería irresponsable excluir la posibilidad de que concentraciones de turistas originarios de países en guerra con ISIS puedan ser objetivos de un atentado terrorista en Honduras?

En el año 2005 había en San Pedro Sula una mezquita musulmana, para el año 2010 contabilicé cinco. La mezquita es un lugar de oración para los musulmanes, pero también un foco de reclutamiento de islamistas. Un yihadista es un islamista radial. Los servicios de inteligencia en Europa, por seguridad nacional, controlan las mezquitas e identifican a sus imanes (líderes religiosos y guías espirituales). Las investigaciones de la policía española confirman que el imam de la localidad de Ripoll, en Cataluña, fue el cerebro del atentado. Observo graves fallos de seguridad preventiva en la masacre que ha golpeado España.

Nuestras autoridades deberían sensibilizarse frente a esta problemática mundial, estableciendo plataformas de intercambio de información y conocimientos con las autoridades de países que combaten a ISIS. Viene a colación lo que escribí sobre los “galgos o podencos”, no esperemos a que sea demasiado tarde. Solo un pacto de Estado en favor de la seguridad nacional permitirá hacer frente a la guerra global.