EL HURACÁN IRMA

Por: Jacobo Goldstein

Nos estamos preparando como mejor podamos, para recibir en carne propia la furia que desatará el huracán Irma contra todos los que vivimos en esta región de la Florida, que por cierto lleva 12 años sin haber sido visitada por huracán alguno. Yo recuerdo tristemente los dos huracanes previos que nos tocó vivir a mí y a mi esposa Frances, que habíamos llegado a residir aquí en agosto del 2005. A las dos semanas de haber llegado a este estado sureño, nos tocó sufrir el paso del huracán Katrina, que causó cuatro muertes en la Florida y que dejó bastantes daños por estos rumbos, hasta que se metió al Golfo de México, cobró fuerza y atacó sin misericordia a la ciudad de Nueva Orleáns en el Estado de Louisiana, pero también causó daños severos a los estados de Mississippi y Alabama.

Mientras tanto, aquí en el sur de la Florida tuvimos, dos meses después de Katrina, la nefasta visita del huracán Wilma que se convirtió en uno de los más severos y dañinos en golpear a esta región. Durante 17 días estuvimos sin energía eléctrica, en lo que árboles caídos por doquier y gran cantidad de casas dañadas fueron la muestra del huracán Wilma, que desde el Gofo de México nos vino a pegar, primero atacando a la parte occidental de Florida para luego atravesar este estado de oeste a este, causando cuantiosos daños a la economía del sur de la Florida y a los bolsillos de muchos de sus habitantes, que no contaban con el seguro adecuado para enfrentar los gastos que les tocaron pagar. Después de Katrina y de Wilma nos dimos el gran lujo de no haber tenido que enfrentar huracán alguno, pero esa fiesta está a punto de desaparecer, pues Irma está catalogado como quizás el huracán más fuerte en atacar a la Florida, pues nos llega con categoría cinco y con vientos huracanados de más de 300 kilómetros por hora, convirtiendo a Irma en unos de los huracanes más poderosos que han tenido que enfrentar los floridenses.

El gobernador Rick Scott ya decretó emergencia estatal en los 67 condados que él comanda y el presidente Trump ha declarado esta región área de desastre nacional. Se han tomado varios pasos preventivos y hecho los llamados para que sigamos las instrucciones estatales y municipales. Solo nos queda armarnos de coraje y rezarle a Dios para que nos cuide de lo que pueda ocurrir.