A propósito de redes sociales

Por José Rolando Sarmiento

En los modernos tiempos actuales, cuando venimos oyendo hablar de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC),  del internet, de la web, de los correos electrónicos, de la transferencia de datos, de la diaria edición electrónica de los periódicos que antes solo se accesaban en papel, que se van actualizando a cada instante, de acuerdo a lo que ocurre en Honduras y el mundo, así lo constato todos los días en mi favorito Diario LA TRIBUNA, sea aquí en el país y cuando tomo mis vacaciones en Valrico, Florida, que con mi celular, sin necesidad del rooming, a puro Wifi, sea en la casa de mi hermano Óscar, o en cualquier sitio o tienda a donde accesamos al internet gratuitamente, igual con la tablet, laptop o la computadora de escritorio, leo complacido lo que se publica, e igual hacen los miembros de mi círculo familiar, o los hondureños residentes o ilegales, manteniéndose al día de las realidades de nuestro país, un vínculo de unión con la patria querida, que les hace mantener el amor por Honduras y el inseparable lazo de fraternidad con sus familias, con sus amigos, lo que les ayuda a recordar indefectiblemente su obligación de apoyar a los suyos con las benditas remesas monetarias obtenidas con su duro pero honrado trabajo.

La otra parte de estas facilidades de comunicación a distancia, son las  famosas e imprescindibles opciones de redes sociales, tales como el Facebook, Twitter, y el WhatsApp, que confieso en mi ignorancia por cuestión de edad de los procesos cibernéticos, sumado a lo que oía decir de los peligros de su uso, por exposición a sujetos de mentalidad desviada, que cometen tropelías a los usuarios, tales como los de abuso sexual vía engaño, especialmente de menores, difusión de pornografía con fines lucrativos, o de perversión sexual, o simplemente de agresiones a la intimidad y el honor de las personas e instituciones, cobijándose en el anonimato, pues por varios años me abstuve de acceder, hasta que colegas me convencieron de que si lo hacía, que era conveniente, sin exponer mis asuntos personales, limitando lo de fotografías y hechos de mi vida al círculo familiar, de amistades, de orden profesional, con los colegas periodistas y miembros de medios de comunicación, lo hago especialmente en el WhatsApp.

Allí encuentro reflexiones positivas como la que me permito transcribirles: “Contando mis años y descubro que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora. Me siento como aquel niño que gana un paquete de dulces; los primeros los comía con agrado, pero, cuando percibía que quedaban pocos, comienza a saborearlos profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada. Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos, quiero la esencia, mi alma tiene prisa. Sin muchos dulces en el paquete, quiero vivir al lado de gente humana, muy humana, que sepa reaccionar de sus errores, que no se envanezca, con sus triunfos, que no se considere electa antes de la hora, que no huya de sus responsabilidades, que defienda la dignidad humana, y que desee tan solo andar del lado de la verdad y la honradez. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas. Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma. Ahora, tengo prisa, tengo prisa por vivir con la intensidad que solo la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan. Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia. Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que solo tienes una. Por si mañana ya no vivo o no puedo hablar quiero decirte gracias por formar parte de mi vida, de alguna manera u otra quiero que sepas que eres importante para mí, gracias por haber tenido pláticas constructivas contigo, porque en algún momento me has hecho reír, por haberte conocido, eres una persona muy especial te deseo lo mejor del mundo”.

Ah ¡ te quiero muchísimo!