ADULTOS E INFANTILES

CADA año el hemiciclo legislativo se adorna con la presencia de estudiantes distinguidos de las escuelas de los 18 departamentos que vienen a la ciudad capital, a la sede del gobierno central, como orgullo de sus colegios e institutos a representar sus comunidades en el denominado Congreso Infantil. El foro –cuyo propósito es promocionar los derechos de los menores contenidos en el Código de la Niñez y la Adolescencia– es organizado por la Secretaría de Educación bajo los auspicios de UNICEF. La prensa, desde que por primera vez se instaló para conmemorar la histórica emisión del código por el Congreso Nacional de aquel entonces, cubre la noticia como uno de los varios agraciados eventos que se realizan en ocasión a la celebración del Día del Niño.

Recibe breves notas periodísticas en los rotativos y modesta cobertura en los medios radiales y televisivos. Aunque por la naturaleza del consistorio, la calidad del debate propiciado por los muchachos y muchachas, merecería que le dieran más tiempo de difusión y mayor espacio. Porque en realidad es un contraste interesante que a la sociedad debiese servir de ejemplo. De la forma cómo se preparan los diputados infantiles para las iniciativas que les toca presentar. La madurez como actúan, repasando los temas para no hacer el ridículo y, al momento de exponerlos en el hemiciclo, la civilidad con que lo hacen. Hasta el tono de la discusión; respetuosa y mesurada, contrario al odio instigado a la sociedad por majaderos. Es una hermosa demostración del pleno ejercicio de una responsabilidad. De una obligación asignada que no toman a la ligera. Que la asumen dando la mayor importancia a la tarea encomendada. Estudian, se informan y se preparan. Ahora, comparen ese cónclave de diputados infantiles, su esmero, su conducta, la profundidad de las cuestiones que discuten, con el espectáculo circense con que los políticos, dizque líderes del país, divierten a su frívolo auditorio. El amable lector puede inmediatamente formarse una idea de las abismales diferencias. Los chiquitos tocaron los temas del calentamiento global, el acoso escolar, propuestas sobre cómo superar las deficiencias en salud y la educación, vigilancia adecuada en los hogares y en los centros educativos, entre otros. ¿Sobre cuáles de estos ingentes problemas nacionales escuchan ustedes hablar a los políticos?

Si a ellos lo que les interesa es la forma grosera cómo atacan al adversario, si van o si se retiran de las elecciones, si quien manda es el dueño del grupo o al que pusieron de pantalla, si amerita hacer escándalo por los traslados domiciliarios o si los muertos dizque salieron de los cementerios para resucitar en el censo electoral. O en otro escenario, si los encapuchados van a seguir atrincherados o permiten a la comunidad universitaria regresar a clases. Dicho lo anterior, ¿cómo cuaja aquella creencia que siempre se tuvo que el papel tutelar que deben desempeñar los adultos es orientar y dar el ejemplo a los menores? Si más bien aquí la cuestión se plantea a la inversa. Bien harían los mayores de aprender algo de los cipotes. En realidad, que lejos de sentir tristeza por esta realidad, nos llena de ánimo. Comprobar que no en vano la esperanza del país está cifrada en las futuras generaciones.