Semblanza de dos ingenieros que dejaron Honduras

Mario Rafael Alberty *

El 9 de septiembre mientras el huracán Irma tocaba las tierras de la Florida procedente del Caribe, dos buenos colegas fueron llamados por Dios para colaborarle en sus proyectos de producción y construcción en la vida eterna.

José Enrique Rivera Mejía, nacido en Sabanagrande F.M. hace 72 años, graduado de Ingeniero Industrial en Ohio University, Athens, Ohio y Carlos Alberto Carranza Valladares, oriundo de Tegucigalpa, M.D.C. hace 65 años, graduado de Ingeniero Civil en la UNAH, Tegucigalpa, MAE INCAE, Managua, Nicaragua.

Ambos fueron mis amigos por diferentes caminos, Rivera como polifacético ingeniero experto en la producción de bananos, piñas, madera de exportación y en la operación de equipos a gas propano.

Carranza, como ingeniero constructor de vocación, pionero en la operación de la maquila de ropa en la capital y director de una institución financiera ya desaparecida. Fanático del basquetbol como deporte de masas alterno al decadente  fútbol “profesional” de Honduras.

Para ambos técnicos de la ingeniería, su constante sueño fue la transformación de Honduras en un país de oportunidades para todos los nacidos en este suelo y los inmigrantes que se sumaran a dicho sueño.

Durante el tiempo que alternamos como colegas y amigos, nos preguntamos dónde nos equivocamos cuando  imaginábamosque podríamos ayudar a dirigir el país hacia una mejor trayectoria, para superar la alternativa de afiliarse a un partido político y lograr ese sueño por medio del arribismo caudillista.

Ambos decidieron volverse técnicos en sus campos como medio de vida y  patrimonio sin apoyarse en la coima o el favor político, y de esa manera esforzarse en transferir éticamente sus conocimientos y su capacidad tecnológica.

El legado de ambos ingenieros a sus hijos, fue capacitarlos para un crecimiento profesional e intelectual fuera de nuestras fronteras, del cual pueden sentirse orgullosos en la vida eterna tanto ellos, como sus esposas Bárbara de Rivera y Carla de Carranza.

De no haber hecho esta elección, estos jóvenes se hubieran visto obligados a recurrir al desgastado medio del tráfico de influencias e integrarse al mediocre sistema polítiquero y partidarista, que nos aleja día a día del verdadero desarrollo.

Adiós a los colegas José Enrique Rivera y Carlos Alberto Carranza, Honduras se puede sentir orgullosa de hijos como ustedes.

*Ingeniero Químico UNAM, México, MBA University of New Haven, Connecticut.
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