A veces en nuestro país…

A veces en nuestro país  se producen bodas masivas donde los contrayentes no pagan ni un centavo y todo es felicidad. Oh lalá, el amore!

Qué bonito suena verdad? La jodida es la realidad que viene, los matrimonios  apenas duran tres, cuatro o seis meses por diversas causas, aunque la principal es la violencia doméstica. Según las estadísticas desde el año 2010 hasta la fecha se han producido en las ciudades de Tegucigalpa y San Pedro Sula 33,000 divorcios. Generalmente se piensa  que los pobres son los que más se divorcian y no es así. Hemos visto bodas suntuosas con iglesias lujosamente adornadas, con una soprano cantando el Ave María, con invitados de lujo y un derroche de sorpresas en la fiesta matrimonial, a lo mejor con un famoso grupo musical hondureño o traído del exterior.

Esas bodas que parecen de cuento de hadas fracasan a los tres meses o si tienen aguante llegan a los seis meses, todo fue atracción sexual, figurar en la sociedad como “la boda del año”, aparecer en páginas de revistas carísimas e internacionales y a la hora de la hora no dan bola. En muchos casos interviene la infelicidad, no ha pasado un mes cuando los hombres tienen una amante y lo mismo en el caso de las mujeres: “Si vos me hacés una yo te hago tres”.

En otros es que no se han llevado bien desde el principio, alegan por cualquier papada, se mientan la madre las 24 horas del día, se sacan los trapos al sol a cada instante: “Sí desgraciado mejor te hubieras casado con aquella patas pandas que era la que te gustaba, sino que veniste a joderme la vida, maldito mil veces”. El hombre no se queda callado porque se trata de un dime y un direte: “No jodás y vos que estabas enamorada de aquel ñoloso que ni los dientes se leva, es más ni se baña porque apesta a zorrillo”. Y así van pasando los meses de alegatos hasta que llegan a lo peor, a los sopapos. Hay mujeres que no se dejan trompear, macanazo el hombre y macanazo ellas, se hacen una sola pelota, luego viene el divorcio, ahí ha acabado la boda, ahí terminaron los gastos, a lo mejor todavía deben los gastos del casamiento.

Como dijo el pota: “Y esto era aquel amor… quien lo creyera. Hay casos de divorcio porque resulta que el marido se encuentra una cipota de billete, ve que es fácil vivirla grueso y aunque él sea un profesional, encontró quien lo mantenga.

Me acuerdo de una muchacha que conocí, heredera de una fortuna que el picarito del marido vio como suya, le hizo tucos varios carros, solo pasaba a tranca, le clavó tres  hijos y ella se cansó de aquella vida de bohemio y de infiel, que le daba su marido, así que decidió divorciarse del mantenido. Como este hay miles de casos de babosos que pudiendo trabajar dejan que la mujer los mantenidos y luego viene el divorcio.

Hay casos de matrimonios que se han conocido en la universidad, se gustan, comparten su profesión, montan una clínica, un despacho de abogados, una sociedad de peritos mercantiles, ingenieros, etc. Muchos duran hasta la muerte, otros se dan cuenta que se enamoraron de la cipota bonita de la U o porque tenía bonitas nalgas, ellas encantadas con el bigote, la estatura o el cuerpo del hombre que a la larga viene a convertirse en un gran panzón. Llega el aburrimiento, el estrés, ya no es lo mismo como en la U, no le conocía el carácter a la mujer bonita de carita dulce, a la nalgona que lo provocaba, ella se da cuenta que el de aquel cuerpazo le tira a la mariconada  o es un déspota en la casa.

O sea que el divorcio viene por diversas causas. Mujeres que se divorcian y se vuelven a casar nuevamente en menos que canta un gallo por taparle el ojo al macho o para que en la sociedad digan que está bien casada, la realidad es otra, aquel matrimonio nuevo que era una esperanza para la mujer, se convierte en un nuevo tormento, ni modo, hay que seguirle tapando el ojo al macho aunque la felicidad no exista, esos son matrimonios de apariencia.

En los casos mencionados es que nunca existió el amor, quizás fue una mera atracción física, intereses económicos, casarse por conveniencia pero nunca por amor. Si hay violencia en un hogar no hay amor, ahí el que está metido es Satanás, el se carcajea cada vez que el hombre le deja panda la nariz a la mujer de un chimbazo, él la goza cuando la mujer visiblemente enojada le deja ir una paila con agua caliente al marido o le quema la ropa, le dice que lo odia que lo detesta y siempre pasa preguntando por él, entonces, cómo es la papada?

Los que se van a casar lean bien lo que les digo, analícense ¿aman de verdad a la mujer que han elegido para esposa o es una simple atracción sexual?, o las mujeres qué han visto en ese hombre, lo aman, tienen cualidades o solo es paja de la fina por un par de nalgas. No muchachos, pónganse las pilas, ámense de verdad, busquen orientación en su iglesia para que su matrimonio sea duradero.

En estos tiempos nadie puede arriesgarse a gastar tanto dinero en una boda que solo durará tres meses, así que póngase águila papa!