Un olivo de paz para Venezuela

Nuestro país hermano quiere paz, démosela

Por: Mario Mencía Gamero

Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura describe en su libro “Por quién doblan las campanas” un incidente trivial entre un soldado alemán y otro francés, dentro de la línea Maginot de la Primera Guerra Mundial de 1914, donde un disparo accidental ocasionó la hecatombe que destruyó parte del mundo europeo sumando millones de muertes de ambas naciones. La lucha del hombre entonces, era de rifles y cañones o los soldados se enfrentaban cuerpo a cuerpo con bayonetas cuando se terminaban las balas de sus fusiles, desangrando sus cuerpos y regando con su sangre los campos de combate donde la campiña se convertía en horroroso cementerio de cadáveres.

La Segunda Guerra Mundial desenfrenada por un fanático alemán, pintor de brocha gorda y excelente orador obnubiló a la juventud alemana, con su concepto de la superioridad de la raza aria, y calcinó a millones de judíos, por su fanatismo de odio a los seres humanos que él consideró como una raza inferior, convirtiendo a gran parte de los habitantes judíos europeos en piltrafas humanas en los altos hornos de los campos de concentración achicharrando a millones de seres humanos, conociéndose más tarde como “El Holocausto”. La gran tragedia humana de destrucción de la raza del planeta que habitábamos, estos fueron a grandes rasgos, el comienzo de las dos llamadas Guerras Mundiales. Posteriormente a estos acontecimientos el mundo ha estado constantemente convulsionado por pequeños conatos de enfrentamientos entre naciones poderosas y débiles en las competencias del poder, que no ha sido más que lucha de intereses, como el petróleo, los minerales, los espacios marítimos, los intereses de corporaciones industriales, la cuestión espacial, la energía nuclear, y en fin, todo bien que induzca al hombre a luchar por poder y más poder para dominar el mundo en que vivimos. A veces las cuestiones ideológicas salen sobrando, cuando el afán de poder se engaña en las mentes de los poderosos, América Latina denominada por muchos el Continente de la Esperanza, está atravesando hoy por hoy momentos delicados, y Venezuela nuestra hermana república, rica en petróleo, pero carente de una economía agrícola que le permita subsistir produciendo los alimentos para su pueblo, está metida en un berenjenal sociopolítico donde la mezcla de una simbiosis ideológica, está causándole a su pueblo enormes dificultades para subsistir, y las calles de las grandes ciudades se han convertido en campos de batallas campales entre el poder y la oposición. Dichosamente no ha habido tantos muertos a pesar de la violencia y por tanto enfrentamiento. Nosotros excitamos al mundo a fijarse en Venezuela y aunque repudiamos interferencias militares en cualquier país, excitamos a los países altamente desarrollados a constituir comisiones de paz para Venezuela, necesita comisiones de alto nivel constituido por premios Nobel de la Paz, personeros importantes en la defensa de derechos humanos y personas del mundo, como escritores imparciales, expresidentes de naciones importantes no comprometidos, científicos y sociólogos expertos en ciencias políticas, representantes del indigenismo mundial, hombres y mujeres de buena voluntad deseosos de contribuir a construir la paz que exige Venezuela y que necesita urgentemente. Todos los países del mundo deben echarle un ramito de olivo como símbolo de paz, esta nación lo requiere con premura. Venezuela tiene un índice elemental de educación de alto nivel y los venezolanos son gente alegre y buena que merecen el apoyo del mundo para elaborar una paz permanente mediante el intercambio negociado por una comisión de la verdad, que contribuya sin egoísmos mezquinos a cimentar un enorme puente de hermandad en un país rico en petróleo y en bellezas humanas.