La excelencia en las personas solo se gana con entrenamiento, hábito y trabajo duro, en combinación con valores y principios se actúa en forma correcta. Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto sino un hábito individual no colectivo. Toda acción racional es en primer lugar una acción individual. Sólo el individuo piensa. Las razones son individuales. Sólo el individuo actúa.
Que votemos en ralla continua piden, que el presidente es ilegal que se elija, que ya apareció el empresario cerebro de la reelección, que Mel se reúne con JOH periódicamente. Si quieres ser un esclavo en la vida, entonces siga dando vueltas haciendo todo lo que te pidan hacer. Ellos seducen y obligan, pero rápido encontraremos el precio: un congreso borrego con las ovejas en el mismo redil, el comienzo de la destrucción de la democracia. Lo que ellos no el pueblo dan como un hecho, entonces ya estaremos atados para siempre, habiendo dado tu identidad en el voto a un desconocido por un precio mezquino.
Paradójicamente si hay un hecho que realmente se puede demostrar que este no es un problema de instituciones políticas sino que de individuos miremos que a a partir de la historia reciente, comenzando con Mel en el 2009, es que el despotismo puede ser un desarrollo, a menudo un desarrollo tardío y probablemente provoque el fin de la democracia en Honduras, que se ha intentado pero una generación de políticos corruptos no lo ha permitido. El despotismo por el que pasamos podemos definirlo como el de una democracia ya cansada. La fatiga recae con el pueblo y sus instituciones ya menos inclinados a esa eterna vigilancia que ha sido verdaderamente llamada el precio de la libertad y la democracia. Ante la esclavitud de las instituciones solo queda esperar nuestra propia esclavitud, que ya comenzó con la deuda desenfrenada y parece que ya tuvimos las últimas elecciones del periodo cuasi democrático del país. La democracia en Honduras lamentablemente está agonizando.
Juan León
La Tribuna Online