Prevención y seguridad
Por: José Antonio Pereira Ortega
Coronel ® japo916@yahoo.es
Sin duda alguna puedo asegurar que para nosotros los hondureños en este momento, la seguridad de las personas y sus bienes es un tema inagotable, en especial cuando nos representa un problema sin desconocer que además de los daños humanos y materiales nos causa un daño psicológico serio, agravado cuando nos restringe en nuestra libertad de movimiento y comunicación, imponiendo pautas de vida familiar, laboral y social y en muchas áreas de la geografía rural y urbana los delincuentes mantienen sitiados a sus habitantes, obligándolos a pagar un ilegal y oneroso “impuesto de guerra”, y hasta los despojan de sus bienes y los “destierran de sus hogares” sometidos por actos violentos que generan terror, al grado que a los que se atreven a desafiarlos los ejecutan en asesinatos individuales o masacres de alto impacto en el resto de los vecinos, a manera de ejemplo, si no siguen “sus reglas de convivencia”.
En concreto, a mí como a muchos hondureños nos resulta incomprensible entonces el que, pese a lo crítico de no poder vivir y desplazarnos seguros por los nefastos efectos de la criminalidad, nos comportemos con cierto grado de indiferencia, probablemente sumidos en el miedo individual y colectivo generado por el accionar criminal violento de esta despreciable minoría.
Por supuesto, es aquí en donde sin obviar que en la seguridad humana de las personas hay compromisos ineludibles de los que han regido y rigen los destinos del país en los tres poderes del Estado, ya que de no hacerlo estarían dejando de cumplir con sus funciones y pasándose por el maloliente arco donde la espalda pierde su nombre, el mandato constitucional expresado en los objetivos y en su contenido la Carta Magna en particular en su Artículo 59 refiere que “La persona humana es el fin supremo de la sociedad y del Estado. Todos tienen la obligación de respetarla y protegerla”.
Por lo tanto y como lo he mencionado antes, no solo son los funcionarios que detentan la responsabilidad de cumplir este mandato, y en consecuencia el servir y proteger a todos los hondureños, acentúo el último párrafo del Artículo 59 que manda que “Todos tienen la obligación de respetar y proteger a la persona humana”.
Metafóricamente y haciendo acopio de la gramática en español, inserto el objetivo de mi opinión en este escrito: “Seis son las personas responsables de la inseguridad” a manera de señalar el descuido de los que conformamos el Estado frente a este problema.
Esas seis personas nos conocemos y nos interrelacionamos todos los días de diferentes maneras según el rol de cada una y a manera de recordatorio las menciono:
a. Tres en singular:
1. Yo
2. Tu
3. Él
b. Tres en plural
1. Nosotros
2. Vosotros
3. Ellos
Sin duda, espero ser claro en mi planteamiento, y me disculpo si más de alguno lo tomó en otro sentido, en especial me refiero que en estos momentos de euforia electoral; más de alguno pensó que iba a culpar a alguno de los valientes candidatos que aspiran a ocupar la Presidencia de la Republica, en las condiciones actuales, teniendo en la inseguridad una de las calamidades a resolver y que en mi cuenta llevamos 20 años en esa lucha, con resultados parciales frente a grupos de delincuentes que se organizaron y desafían al gobierno de turno, que casi obligados por las circunstancias y de acuerdo a sus posibilidades; se han empeñado a fondo en esa lucha y con una gran mayoría de “observadores pasivos” a modo de porristas o barras de estadios, que bien podemos calificar entre “Yo, tu, nosotros y vosotros” que prefieren limitarse a contar víctimas caídas y comentar las estadísticas resultantes del ataque criminal y lo magnifican a minimizar según su conveniencia, de acuerdoa su buena o mala relación con “él o ellos” representados por la parte estatal.
En cualquier caso y sin dejar de ser crítico constructivo debo señalar que no basta con la actuación unilateral del Estado, por enésima vez reitero que debe conjuntarse los esfuerzos de todos los sectores de manera organizada, caminos divergentes además de generar costos elevados; nos llevan a una campaña anticrimen prolongada y nos rezaga respecto del crimen organizado, solo así podremos enfrentar esa minoría criminal que se han organizado en contra de una desmotivada y dividida sociedad, para proveerse y saciar sus necesidades y poner en marcha sus planes para desestabilizar con el caos y el terror al Estado.
En conclusión, esto puede lograrse si las seis personas responsables nos volcamos al problema en positivo, juntos “Yo, tu, él, nosotros, vosotros y ellos” evitando que los delincuentes infiltren las autoridades, las organizaciones políticas y a la empresa privada, de donde obtienen buena inteligencia, excelente logística (nadie les cuestiona sus gastos) y libertad de actuación (en su interior nadie los cuestiona ni le impone derechos y restricciones en sus hechos) contrario al Estado y a la sociedad, que desde el interior tiene leyes y limitaciones y del exterior las infaltables políticas de derechos humanos, que inexplicablemente dejan a los humanos derechos sin protección ante los salvajes y bárbaros hechos delictivos.
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