Con venta de artesanías sueñan comprar una casa

En la carretera CA-5, antes de llegar a la ciudad de Siguatepeque, en el departamento de Comayagua, hay muchos puestos de ventas de artesanías. Dos de estos negocios, en particular, ubicados a un kilómetro el uno del otro, son de los mismos dueños, pero operan divididos, no por la distancia, sino por la necesidad y el anhelo de sus propietarios de volver a tener una casa propia.

Hace un año su casa se la llevó el río y quedaron “en la calle”. Por eso ahora alquilan dos locales, en uno viven y tienen una parte del negocio, y en el otro está la otra mitad de la microempresa.

LA TRAGEDIA

Dora Nolasco, su esposo y sus seis hijos venden hamacas, sombreros, petates de mimbre o junco, sillas y canastas, en la carretera CA-5, en el kilómetro 122 que conduce hacia la zona norte.

Nolasco indicó que “hace un año tuvimos que dedicarnos a esto para poder salir adelante, no ha sido nada fácil y las ventas cada día están peor y debemos pagar 1,700 lempiras solo de alquiler”.

Nora Nolasco debe recorrer por varias veces un kilómetro para poder atender en sus puestos de venta.

La madre de familia agregó que “el río nos llevó nuestra casa y ahora tenemos que alquilar un cuartito, todo está muy caro y hay días que no vendemos nada. Tengo tres niños que deben ir a la escuela y otros tres ya más grandes”, dijo la comerciante con lágrimas en sus ojos.

Los vendedores no se dan por vencidos y luchan a diario para poder salir adelante, educar y alimentar a los más pequeños.

HAMACAS

La familia solo tiene un año de dedicarse al negocio y asegura que las ventas no son tan buenas y que han estado peor de lo normal. Los precios de los artículos varían y hay de todos los tamaños, colores y formas.

Las hamacas más baratas cuestan 350 lempiras y son elaboradas con cabuya; las que son de hilo son más caras y se pueden adquirir por 900 lempiras. Todo depende del tamaño y material.

Los productos que estos vendedores comercializan son traídos de distintos lugares cercanos, pero algunos, como las hamacas, son traídos de distintos centros penales. La mayoría de estas hamacas, hasta hace unos días, eran fabricadas en la cárcel de San Pedro Sula.

La joven Francis no cuenta con la oportunidad de estudiar, pero se ha convertido en la “mano derecha” de su madre.

Sin embargo, a los comerciantes les preocupa que el precio de las hamacas se incremente o que el artículo se vuelva escaso, luego del cierre de la prisión en la capital Industrial, ya que la mayoría se elaboraba en este lugar.

DATOS

Los comerciantes tienen dos lugares de venta en un mismo kilómetro, ya que su familia está compuesta por ocho miembros, no tienen dónde vivir y deben alquilar y vender sus productos en un “cuartito”. Por ser de escasos recursos económicos, luchan día a día, con fe en que Dios habrá de ayudarles a cumplir su sueño de comprar una casa.

CRISIS
LAS VENTAS HAN BAJADO

Francis, una de las hijas de Dora Nolasco, manifestó que es difícil mantener a flote el negocio, porque hay días en los que no vendemos nada en ninguno de los dos puestos y de esto vivimos”.

“Yo le ayudo a mi madre y trato de vender lo que se puede, a veces los clientes piden rebajas, y si se puede, le rebajo siempre, y cuando no, vendo a menos de lo que nos costó a nosotros”.

“Pero hay que tener suerte, porque últimamente no se vende nada”, dijo la chica, que de manera entusiasta acude rápidamente para atender cada vez que alguien llega al lugar.

En el lugar hay variadas artesanías, desde una canasta de mimbre hasta un carro de madera.