Ubodoro Arriaga Iraheta

Parte 3 y concluye

Por Óscar Lanza Rosales
[email protected]

Sobre sus anécdotas personales, el abogado Arriaga, exfuncionario de los gobiernos de Villeda y Suazo, dice que trató un par de veces a Gálvez, siendo presidente. “Me lo presentó un joven amigo, que era poeta y literato en una barbería y que era muy amigo de él. Desde la puerta le dijo este es Ubodoro. Y Gálvez lo saludó, ¡ajá!, ¿qué tal?, yo ando buscando gente como usted, para darles una beca al exterior y que salgan de Honduras. ¡Váyase hombre! Ubodoro le replicó, que quizás eso no iba ser posible, porque él era liberal. Y Gálvez le respondió: “Yo he sido más liberal que usted, yo anduve con el rifle al hombro contra las dictaduras. Y así como Tiburcio yo también fui liberal”.

Otra que recuerda es en el restaurante Chico Club, que estaba de moda en ese tiempo. Había una recepción del presidente Villeda y todo su gabinete, y él se desempeñaba como oficial mayor, de repente y estando cerca de Villeda, se iba sentar en la mesa, se resbaló y se cayó, y él le dijo a Villeda: “No se preocupe doctor, que yo siempre me caigo así”. Como Villeda era muy simpático, se puso a reír, pues esos acontecimientos eran muy frecuentes en su gobierno, con su buen humor, brillante en todo sentido.

De Suazo se pueden contar muchas anécdotas, porque el trato era de igual a igual con el presidente. Compartieron la campaña de Rodas Alvarado y solo él con Paz Barnica lo trataban de vos en el gabinete. En una ocasión, hubo un problema con el general Álvarez Martínez. Estando él como ministro-director del INA, en el despacho de la Presidencia, con la presencia de Carlos Flores, dice que Álvarez le dijo en un tono arrogante: “Usted en ese INA solo tiene comunistas”, agregando: “¿Somos o no somos?”. Dice Arriaga, que aquello le cayó como agua helada, no esperaba jamás eso, y que medio reaccionó y le dijo: “Todos los que tenemos ahí son de afiliación liberal, son liberales, entonces ¿somos o no somos, general?”, replicándole su misma frase. Después se hicieron amigos, pero Álvarez fue un militar que tuvo cambios bruscos en su proceder. Cuando regresó de estudiar un curso en estado mayor de Perú, era un socialista tremendo. Y después de otro curso en Argentina, posterior a la caída de Perón en los años 70s, en plena dictadura, regresó como un anticomunista radical y perseguidor de los de izquierda. Y después de aquellos acontecimientos, de aquel montón de asaltos y secuestros aparece ya como pastor, con la Biblia bajo el brazo.

En la mera Casa Presidencial, delante del presidente Suazo Córdova y el general López Reyes, y cuando estaban enfrentando la crisis mediática por la pretensión de Suazo de extender su período en dos años más, un grupo de campesinos del Aguán, señalaron a Ubodoro, para salir de esa crisis, proponiéndolo como candidato presidencial del Partido Liberal para el próximo período, para resolver ese impasse. Arriaga dice que agradeció el gesto de los campesinos y desistió del asunto, por la cara que puso el presidente Suazo de no aceptación.

Arriaga acepta su papel conciliador después del plan continuista de Suazo y del golpe de barraca de Álvarez Martínez. La cosa no quedó muy tranquila, y se tuvo que hacer bastante labor para que siguiera el gobierno de Suazo. Hubo cambios en el gabinete y en la cúpula de las FF AA, estando al frente de la misma el general Walter López. Las cosas siguieron de una manera ecuánime, sin alarmas ni violencia y se solucionó el problema del continuismo con la candidatura de Azcona, bajo la opción B. El partido quedó dividido, por una parte Azcona y por otra Mejía Arellano. Él participó bastante en el ajetreo político de esos días. Mucho desvelo, pero dice que él se puso en una posición neutral. Al grado que cuando Azcona ganó e iba asumir la Presidencia, lo invita a su recepción de ascensión al poder en el Country Club, pero Suazo Córdova le pide que se quedara con él, junto a otros ministros. Le dijo: “Hagamos la despedida aquí, tomate tu jaibol”. Azcona como que se molestó porque no atendió su invitación, pero en el último año de su gobierno lo invitó para ofrecerle la Embajada de Honduras en España, la cual aceptó, y estuvo casi dos años en la misma.
Abogado Arriaga, le deseo que siga saludable, con una mente lúcida y disfrutando de su finca de Marcala.